Al unísono de que  se sucediera la fuga de Joaquín Guzmán Loera del penal de máxima seguridad del  ?Altiplano?, elementos del ejército  habrían detenido  al  director y  al jefe del grupo de operaciones especiales de la policía del estado de Puebla,  funcionarios que serían acusados de brindar protección a bandas del crimen organizado  dedicados a la extracción ilícita de combustible en los ductos de PEMEX, y quienes, por lo demás, habrían señalado de manera directa a su jefe, el secretario de seguridad pública en la entidad de formar parte de los acuerdos en cuestión.

Entre ambos  incidentes, se entrecruzan diversas circunstancias   que desembocan todas ellas en una unidad administrativa  de vital importancia para la salud y la  integridad misma de la república , nada más y nada menos,  que la división de inteligencia de la  policía federal;  erigiéndose, por lo demás, en un cuestionamiento  crítico , vivo , permanente y lacerante, respecto de  la viabilidad y eficacia del  instrumento de política criminal  que fuera  esgrimido durante la pasada administración como la panacea y  solución por antonomasia en el  combate al crimen organizado , me refiero, por supuesto,  al acopio de datos criminalísticos que fuera popularizado  bajo la  ampulosa denominación de: ?Plataforma México?.

El general  Jorge Carrillo Olea escribiría en fechas recientes, en su calidad de autoridad en la materia y con motivo de  la  ya aludida  fuga del ?Chapo?,  que,  las fallas  en los servicios  de  ?inteligencia? , constituirían una de las claves para explicar  el suceso en cuestión, y escribía a propósito las siguientes consideraciones:

?Nada se conoció de flujos importantes de dinero, ni de compra y contratación de bienes y servicios; nada sobre las extensas obras civiles que se ejecutaron; nada sobre el reclutamiento de cómplices y encubridores, de la contratación de profesionales y mano de obra; nada sobre la disposición para la recepción, transporte y nuevo alojamiento de El Chapo, de lo que hoy, a casi una semana, no se sabe nada. La tan ponderada Plataforma México del impune Genaro García Luna y los exámenes de confianza, ¿en qué quedaron??

 Inmediatamente  después de que las palabras del fundador del CISEN  hubieran sido publicadas,  y antes de que el presidente de la República arribara a territorio nacional procedente de su reciente vista de estado a Francia, el titular de la secretaría de gobernación, usurpando atribuciones que son de la exclusiva competencia constitucional del ? jefe del estado? ,  y tal y como lo había hecho con antelación en la conferencia de prensa del  pasado 11 de julio,  volvía a anunciar a la opinión pública que por decisión suya sería removido otro servidor público de la dependencia a su cargo, en esta ocasión,  precisamente, el jefe de la división de inteligencia de la policía federal;  y quien, para estupor de la opinión pública, sería designado al frente de la división científica de la misma policía federal, un par de  días después de haberse verificado el referido anuncio de destitución y  tras el arribo presidencial  a México.

Al inicio de  la  actual gestión gubernamental  se  decidió cesar  a Benito Roa Lara como responsable de  la ?división de inteligencia? de la policía federal, quien desempeñaría tal encomienda en  la extinta secretaría de seguridad pública   bajo el mando de Facundo Rosas Rosas como comisionado de la policía,  y quien, a mayores señas,   habría tenido adscrita a su mando, nada más y nada menos , que a la célebre ?comandante Lore?,  señalada de manera directa  por las autoridades ministeriales competentes del caso,  de ser la   responsable  del secuestro  y posterior asesinato del hijo del empresario Alejandro Martí.

Al frente de la  referida ?división de inteligencia? sería nombrado   Alberto Amador Leal, designación que duraría la víspera y el día,  ya que, a unos cuantos días de haber sido designado,  se decidió su sustitución por la de Enrique Galindo Ceballos, situación que, al parecer,  se habría  a un reacomodo de posiciones entre los allegados al titular de la dependencia,  Miguel Osorio Chong y los cercanos al subsecretario Luis Enrique Miranda Nava.

 Lo cierto  es que,  a raíz de los conflictos de poder en el seno de la mismísima secretaría de gobernación,  la  actual administración ha terminado por conservar la herencia de Facundo Rosas Rosas, a grado tal, de que, al poco tiempo,  la ?división de inteligencia?  pasaría a ser  ocupada por el parcial y brevemente  destituido  Ramón Eduardo Pequeño, quien, durante el comisariado de Facundo Rosas Rosas ,se habría despeñado como encargado de la  ?división antidrogas? de la policía federal , y quien , por lo demás , hoy por hoy se encuentra al frente de la ? división científica? de la misma.

 Para  sorpresa de muchos, incluso de verdaderos expertos en la materia como lo sería el general Jorge Carrillo Olea,  la denominada "plataforma México" no es operada, ni está adscrita a la competencia de la  ?división de inteligencia?, sino de la ?división científica? de la policía que hoy correrá a cargo de  Ramón Eduardo Pequeño.

 ?Plataforma México? no habría resultado funcional para prevenir la fuga del ?Chapo?, tal y  como al efecto  lo señala el general Carrillo Olea, como tampoco lo habría sido  para evitar la colusión de servidores públicos del área de seguridad del estado de Puebla en la extracción y trasiego  clandestino de combustible,  conducta cuya identificación terminaría por correr a cargo de los servicios de  inteligencia militar, debido a los  conflictos internos de poder en el gobierno, las colusiones existentes  y, sobre todo al mal diseño de la política de seguridad que excluye al área de inteligencia civil del gobierno de la operación y resguardo de la información sensible.

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