El sexenio de  Enrique Peña Nieto, será el tercer o segundo peor en la historia de los gobiernos priistas en el país. El primero, no cabe duda que es el de Díaz Ordaz, de hace ya más de 50 años (acabamos de conmemorar los hechos de la matanza del 2 de octubre); el segundo, sería a mi juicio, el del llamado “JOLOPO”, José López Portillo y su defensa del peso como perro, pero este lugar lo podría perder sin duda ante Peña Nieto. Y por cierto, qué mejor mes para que termine su sexenio, que en el de “Halloween”, lo cual representa perfectamente el periodo de terror y miedo que ha sido este regreso del partido tricolor al poder.

Habría que preguntar a los priistas que votaron por el regreso del partido de la dictadura perfecta: ¿Cómo se sienten y qué tan complacidos están con su decisión de aquel domingo 1º de julio del 2012? Me gustaría pensar que la gran mayoría se sentirán profundamente arrepentidos y traicionados por el partido en quien depositaron su confianza dándoles el voto, sin embargo, ese arrepentimiento es ya tardío y le ha ocasionado al país un gravísimo daño en estos seis años; todo ello derivado de una cadena de ineptitudes, malos cálculos políticos, una corrupción oficializada y una incapacidad de gobernar y detener la violencia inverosímil.

Probablemente el mejor representante de lo que ha sido este gobierno, además del propio presidente, es el actual secretario de comunicaciones, Gerardo Ruiz Esparza. Y el mejor ejemplo de su ineptitud, es la recomendación número 34 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), emitida el pasado 8 de octubre referente al “socavón” que se formó el 12 de julio del 2017 en el paso exprés en Cuernavaca. En el informe de la CNDH se puede leer: “la actuación de la SCT revela negligencia en los procesos de contratación, licitación, planeación, construcción y ejecución de la obra, la cual estuvo plagada de anomalías, errores e ineptitudes que conducen a un claro esquema de corrupción”.

Durante la etapa de Ruiz al frente de la SCT, siendo uno de los hombres fuertes del presidente, ha actuado con impunidad y corrupción en las decisiones de su dependencia y en cada una de las licitaciones que se han otorgado desde la SCT; ha favorecido a grupos de empresarios o instituciones con concursos amañados, muchos de ellos documentados por la Auditoría Superior de la Federación, quien ha interpuesto, ya, ante la PGR y la Secretaría de la Función Pública, denuncias por dichas anomalías administrativas.

Sin embargo, en el caso de la primera (la PGR), su ineptitud va desde verdades históricas hasta investigaciones mal integradas que permiten a los delincuentes evadir la acción de la justicia; mientras que la segunda (Función Pública), que estuviera a cargo del cínico de Virgilio Andrade, mismo que fuera puesto ahí por Peña Nieto para que lo investigara por el caso de la “Casa Blanca” y que extrañamente lo exoneró para después pasar la estafeta a Arely Gómez, también salida de la PGR, solo se ha dedicado a lavar la cara al secretario Esparza.

Este sexenio en lo único en lo que no ha demostrado su ineptitud, es en la manera en la que se dedican a protegerse unos a otros en esta cadena de fraudes a la nación. Pero, recomendaciones como la recientemente expuesta por la CNDH, nos deben servir para reconocer los hechos y no dejarnos engañar por declaraciones confusas y cortinas de humo hacia quienes, como el secretario Ruiz Esparza, solo ha demostrado ineptitud y avaricia.