“Le están rascando los huevos al tigre”

La cálida mañana del jueves 19 de abril el general Mario Arturo Acosta Chaparro llegó al restaurante El Lago donde sostuvo una reunión con su viejo amigo el general Tomás Ángeles Dauahare.

La reunión se prolongó durante cerca de tres horas.

Dos de los hombres conocedores de las entrañas de las Fuerzas Armadas y la Seguridad Nacional,  ambos críticos de la guerra de Calderón, durante tres horas compartieron información.

Al día siguiente, Acosta Chaparro fue asesinado de dos tiros, hecho ocurrido en la Colonia Anáhuac en la delegación Miguel Hidalgo.

Menos de un mes después, el miércoles 9 de mayo el general Tomás Ángeles Dauahare participó en un foro sobre “Seguridad y Justicia” convocado por la Fundación Colosio, en la ciudad de San Luis Potosí.

Ahí en torno a una mesa redonda Ángeles Dauahare compartió la palabra con Ana María Salazar, Javier Oliva Posada, Ricardo Sodi Cuéllar, Alfonso Zárate Flores, Fernando del Villar, Beatriz Ramírez Saavedra y Luis Herrera-Lasso.

Tan solo seis días después, la mañana del martes 15 de mayo, el general Ángeles Duauhare fue aprehendido, en base a supuestas versiones de “Jennifer” un testigo protegido de la DEA cuyo verdadero nombre es Roberto López Nájera.

La actual identidad de “Jennifer”  y la ciudad estadunidense en la que reside son conocimiento solo de la agencia antidrogas.

Ángeles junto con los también generales Roberto Dawe González y Ricardo Escorcia Vargas son acusados de proteger operaciones del Cártel de los Beltrán Leyva.

En medio de una vorágine de vicios legales y arbitrariedades ministeriales los generales enfrentan un arraigo en condiciones de aislamiento e incomunicación.

La Procuraduría General de la República negó al abogado particular Alejandro Ortega Sánchez ejercer la defensa de Ángeles.

Al otro día de su detención, el miércoles 16 de mayo, el general Tomás Ángeles tuvo la única oportunidad de platicar con su familia. Con la condición de que la conversación no durara más de 10 minutos Ángeles habló con su esposa Leticia Zepeda y sus hijas.

El arraigo será por un plazo de 40 días.

Las interpretaciones que se han hecho sobre el tema aseguran que el fondo de estas acciones es una represalia política.

El militar se acercó a la estructura priísta de Enrique Peña Nieto y con su presencia se ofreció a convertirse en parte de un probable, de un posible equipo de asesores en materia de Seguridad Nacional.

Las palabras expresadas por el general Tomás Ángeles en el foro de la Fundación Colosio pueden resumirse en tres puntos:

1.- La guerra contra el Crimen Organizado no tiene objetivos claros.

2.- No existe una estrategia real. Estamos ante la ausencia tanto de objetivos como de una estrategia.

Textualmente Ángeles despedazó la guerra de Calderón con dos líneas: “…No tenemos estrategia, no tenemos un apropiado de margen de referencia, no tenemos punto de partida…”

3.- Las Fuerzas Armadas no pueden sostener su presencia en las calles.

Las palabras en la voz pausada y apacible de Ángeles Duauhare hicieron un efecto devastador en Los Pinos y en el gabinete de Seguridad de Calderón.

Esas palabras en la voz de uno de los militares más reconocidos del país fueron una crítica implacable e impecable.

La guerra de Calderón no tiene objetivos, ni estrategia y la permanencia de las tropas en las calles no tiene plazo, ni calendario.

En unos cuantos minutos Ángeles Duauhare ofreció una demoledora perspectiva de la guerra caótica y anárquica de Calderón.

La respuesta tardó seis días en llegar; por primera vez en la historia de México tres generales fueron aprehendidos en medio de severas anomalías e irregularidades.

De inicio un proceso penal desaseado en extremo.

Con estas aprehensiones el gobierno de Calderón envía un “mensaje siciliano” a las fuerzas castrenses: “No hay lugar para discrepar… no se permitirá disentir”.

“Quienes osen cuestionar nuestra lucha enfrentarán las consecuencias… Esta guerra es incuestionable”, pareciera haber dicho el autor de este genocidio.

El proceso contra Ángeles Duauhare y los otros altos oficiales seguirá su curso como inició, en medio de una atmósfera de acusaciones más que cuestionables.

Su familia irremediablemente tendrá que recurrir a comisiones internacionales de defensa de los derechos humanos.

Pero el desafío no debe verse como un conflicto de perspectivas entre Ángeles y Calderón.

El asunto va más allá.

La detención de estos generales viene a sumarse a una serie de agravios en contra del Ejército Mexicano; un ejército que no está de acuerdo en su participación en una guerra carente de inteligencia y estrategia; una guerra que ha colocado a los militares en un terreno en extremo vulnerable y muy cuestionable.

El Ejército Mexicano era la última institución incuestionable.

Hoy se envía al Ejército a realizar labores policiacas, pero por momentos pareciera que se le desplaza, se le relega y se desconfía de sus cuadros.

Y también en muchos momentos se ha permitido que con total ligereza se empañe su prestigio.

El Ejército Mexicano era la última institución incuestionable.  En el sexenio de Calderón dejó de serlo.

Hoy  los altos oficiales de las Fuerzas Armadas solo tienen que hacerse una pregunta:

¿Qué general u oficial está a salvo de una vendetta política?

¿Quién puede estar a salvo?

 

@estadofallidomx

 

Nota.- para ver el video de más de una hora de duración sobre mesa redonda de la Fundación Colosio en la que participó Tomás Ángeles Duauhare puede consultar la siguiente liga:

http://www.youtube.com/watch?v=YxjgvDhDW-g