- Entrar a Cuba fue refácil, hermano.

- ¿Fácil? Con las millonadas de dólares que les dejamos a los comandantes todo es fácil. 

- Estos izquierdistas son fáciles de comprar.

 Diálogo entre los primos Escobar Gaviria

 Un pasaje oscuro de los movimientos armados revolucionarios de América Latina se encuentra en la teleserie “Pablo Escobar, el patrón del mal”. Recreación o no, hay afirmaciones muy severas sobre cómo el capo colombiano construyó una ruta para la distribución de la cocaína pasando territorialmente por Venezuela, Panamá y Nicaragua, y vía marítima por el Caribe teniendo en la isla de Cuba su puerto de embarque. Hasta ahora, lo que he rastreado de información pública nadie de los gobiernos de Venezuela, Panamá, Nicaragua y Cuba ha desmentido lo que la serie televisiva ha puesto al descubierto con claridad: la complicidad de los gobiernos con el cártel de Medellín. 

En la teleserie “Pablo Escobar, el patrón del mal” nunca se menciona al grupo armado guevarista “M-19” (Movimiento Revolucionario 19 de Abril) por su nombre sino como el “MR-20”.  En la primera temporada, según la producción de Caracol TV, basado en documentos confidenciales y de los diarios colombianos de la época, el grupo guerrillero recibiría a principios de la década de 1980 financiamiento del cártel de Pablo Escobar, pero cometerían el error de secuestrar a socios del capo, lo que derivó en la creación del primer grupo paramilitar “Muerte a Secuestradores” (MAS) pagado por narcotraficantes y empresarios.

 

En el momento más crítico, cuando la guerrilla estaba prácticamente aniquilada por los paramilitares, aparecen en la escena dos políticos conocidos: presuntamente el ex mandatario venezolano, Carlos Andrés Pérez, y el comandante nacionalista y jefe del gobierno de Panamá, Manuel Antonio Noriega, quienes intercederían para que fuera liberada, Marta Nieves Ochoa, una de las rehenes de la guerrilla. El gobierno de Panamá, incluso, aparece luego como quien brinda protección al propio Escobar y su familia en una de sus primeras huidas. 

 

Posteriormente, según la serie, vendría un periodo de reconciliación donde el M-19, a través de Marino Ospina, recibiría financiamiento y armas de parte de Pablo Escobar con la que desarrollaría la famosa y sangrienta toma de Palacio de Justicia (1985). “Hay que apoyar a los revolucionarios, porque ellos serán los próximos gobernantes, y hay que estar bien con ellos desde ahora”, le repite Escobar a su primo y socio principal.

 

La serie desliza la tesis de que los jefes del M-19 servirían de enlace para que Escobar negociara con el gobierno Sandinista de Nicaragua y con el gobierno de Cuba, quienes aparecen como ambiciosos hombres del poder, surgidos de movimientos armados revolucionarios, y seducidos por los dólares de la venta de la droga del “Patrón del mal”.

 

El libro “El Furor y el delirio” de Jorge Masetti, hijo del guerrillero cubano-argentino del mismo nombre,  relata con precisión ese pasaje oscuro de la revolución de los hermanos Castro Ruz, quienes al ser evidenciados internacionalmente por las agencias antidrogas, tuvieron que prescindir de uno de sus cuadros más valiosos, el general Arnaldo Ochoa y Tony de la Guardia, quienes fueron condenados a muerte.

 

El famoso “proceso Ochoa” inició en 1989 por órdenes directas Fidel Castro ante el temor de que Estados Unidos revelara las pruebas de la implicación de Cuba en el tráfico de drogas y de marfil. Para Masetti, esas operaciones eran conocidas por Fidel como fórmula para allegarse recursos a la isla luego de la caída de la URSS. Todo esto lo afirma Masetti porque era el hombre de confianza de Patricio de la Guardia, hermano gemelo de Tony, y además es su yerno. Nunca el régimen cubano a desmentido a Masetti, simplemente lo dejó en el olvido.

 

El destino de los otros “socios” protectores del cártel de Medellín fueron los sandinistas, quienes perdieron la presidencia de Nicaragua en1990 envueltos más en los escándalos de corrupción, enriquecimiento y diversas acusaciones, como la que pesa aún sobre Daniel Ortega, que a pesar de todo, en el 2006, con el apoyo de Hugo Chávez Frías, regresó al poder.

 

El general Manuel Antonio Noriega, siendo el hombre fuerte de Panamá, fue invadido por tropas de los Estados Unidos en 1989 para ser procesado, entre otros cargos, por el tráfico de drogas. Su resistencia que esperaba fuera heroica y revolucionaria terminó en una burda historia de narco-corrupción de su régimen. Actualmente espera recibir el exilio en Francia donde espera terminar sus días.

 

Carlos Andrés Pérez, el mandatario venezolano, retomó al poder en 1989 para luego enfrentar diversas crisis, entre ellas, dos intentos de golpe de Estado por parte de Hugo Chávez Frías. En 1993 fue destituido envuelto en escándalos de corrupción y malversación de fondos. Murió en los Estados Unidos en el 2010.

 

La actividad política en las altas esferas y las simpatías de Pablo Escobar hacia los movimientos de liberación nacional, guerrilleros e izquierdistas, marcaron a una parte de América Latina de algún modo.  Ciertamente la historia de “Pablo Escobar, el patrón del mal” está pensada desde el ángulo conservador e institucional a la política que emprendió con fuerza el régimen de Álvaro Uribe y que ahora es motivo de controversia con el actual mandatario colombiano. De ahí que poco se destaquen las complicidades de la derecha colombiana, de los políticos derechistas de los Estados Unidos, muy ligados a las mafias de la droga procedente de México y Sudamérica.  Pero esa será otra historia, otra historia para que sea contada para equilibrar lo que hasta ahora nos narra Caracol TV en su exitosa y polémica serie.

 

alexiabarriossendero@gmail.com