Los detalles del plan contra el sargazo que afecta al Caribe mexicano debieran conocerse esta semana, cuando la Federación presentaría los procedimientos de sus instancias involucradas. Montos, maniobras y objetivos han sido adelantados, pero falta formalizar tales acciones.

Por protocolo, por la relevancia del problema, se antoja una presentación con el Presidente Andrés Manuel López Obrador; sobre todo, porque fue criticada la postura de su gobierno en dar una respuesta oportuna a una situación que sus propios funcionarios calificaron hace meses “de seguridad nacional”.

Con esos antecedentes debería ofrecer un anuncio en el Palacio Nacional o de manera especial en una de sus conferencias mañaneras, ojalá con los gobernantes de Quintana Roo, para acallar los cuestionamientos; justificados en todo caso, pues la postergación de la respuesta fue evidente y porque es su competencia al tratarse de áreas bajo responsabilidad federal.

Nadie debe olvidar que tanto el gobierno de Carlos Joaquín como los municipales de la costa quintanarroense advirtieron los riesgos en tiempo y forma, en tanto activaban medidas emergentes con el fin de contrarrestar el arribo masivo de algas, que el año pasado fue de medio millón de toneladas y este año alcanzaría el millón y medio, según medios nacionales que citan un dictamen de la comisión presidencial a cargo del asunto.

Con ese panorama cada vez más aclarado se observan dos incógnitas: la primera está relacionada con la efectividad del plan en cuestión. Y no solamente del que da la batuta a la Secretaría de Marina, sino del que articula los esfuerzos de los demás, llámese Fonatur, Semarnat, Conapesca o Cancillería, cada una con sus tareas en marcha.

Además de ese proyecto funciona el de Quintana Roo, que ha dividido acertadamente el territorio en nueve tramos y dos islas, con la participación de la ciudadanía y la iniciativa privada. Deberán acoplarse.

La segunda incógnita está asociada a la disposición de tantas toneladas. Se sabe del altísimo valor comercial que pudiera tener el sargazo de saberlo aprovechar en industrias como la energética, la farmacéutica, la cosmética o la construcción. Y aquel que no pueda utilizarse sería puesto en celdas o rellenos especializados.

Habrá que poner ojo. Son muchos los interesados en explotar lo que hoy llaman “oro del mar”; así, la transparencia y la rendición de cuentas deben ser pilares de cualquier modelo de negocio aplicado y de toda acción gubernamental decidida.