Irreverente

Mazatlán.- Los turistas les pedían que tocaran las clásicas de ésta región -"El Sinaloense", "La Mejor de Todas", "Mi Gusto Es", "El Quelite"- y otras por el estilo.

Y después de complacerlos, el líder de la banda de cinco elementos -tuba, clarinete, dos trompetas, percusiones y una bocinota con ruedas- se quitó el sombrero con el que se resguardaba del sol playero de mediodía y les preguntó a sus animados clientes:

"¿Nos permiten que toquemos una canción de Armando Manzanero? Está muy malito por el virus y desde que supimos, ensayamos algunas de él".

Les platico que los turistas que se asoleaban enfiestados en la Marina El Cid de Mazatlán asintieron respetuosamente con cabezas y manos.

Entonces, la típica banda sinaloense se apaciguó un poco y empezó a tocar -inusual en ellos- "La Media Vuelta", con un ritmo animado que al principio solo se distinguía por la letra.

Quizá imbuidos por el sentimiento, los oyentes se contagiaron de la añoranza provocada por la inmortal música del legendario compositor yucateco y en medio de la fiesta vino un momento de cierto recogimiento.

Terminó la pieza. Los músicos seguían ahí, cada uno con sus instrumentos en silencio. Sin siquiera hablar entre ellos.

Hasta que una de las damas que ahí estaba, les hizo con gesto serio, la señal internacional de "otra". Y la tuba empezó los acordes de "Contigo Aprendí".

Y siguieron una, dos más, hasta que los mismos músicos rompieron el momento, al decir el líder a los clientes: "No nos sabemos otras más. Si quieren, tocamos otra vez "La Media Vuelta".

Y en medio de la fiesta que con reservas por la pandemia se celebraba en este bello puerto del Pacífico mexicano, la banda sinaloense retomó su habitual repertorio.

Unas horas más tarde, en su casa de Mérida donde vivía, Armando Manzanero daba un paso hacia la inmortalidad.

CAJÓN DE SASTRE

"Méndigo bicho. Se le olvida que los genios, no deben morir", dice la irreverente de mi Gaby.