El gobierno federal debe estar muy satisfecho por el efecto mediático que resultó del anuncio de que el avión presidencial sería vendido por la vía de una rifa organizada por la Lotería Nacional. Tras la cortina de humo, se ocultó una verdad incuestionable: la aeronave ni se quiere ni se puede vender.

En diciembre de 2018, el avión presidencial partió rumbo al Aeropuerto de Logística del Sur de California, en Estados Unidos, con la supuesta intención de ser ofertado a potenciales compradores de todo el mundo. Un año y semanas después, el Presidente anunció que regresa a México al no concretarse la venta, pero rechazó que haya fracasado el “for sale” de la aeronave. En realidad, todo se trató de un montaje.

En el primer caso, según han documentado periodistas nacionales y extranjeros, la aeronave nunca fue puesta a la venta, sino que fue entregado a las instalaciones de la empresa Boing en California para su resguardo. Dar el mantenimiento que exigen las autoridades de aeronáutica internacional para tener vigente la licencia operativa, nos costó a los mexicanos cerca de 200 mil pesos cada semana.

El avión, explican los medios, siempre estuvo en el hangar del famoso fabricante de aeronaves, el cual nunca expresó su intención de venderlo. Tal vez por ello, los únicos interesados en el avión eran los medios de comunicación.

En medio de la catarsis declarativa, el mandatario federal aseguró que recibió una oferta de 125 millones de dólares por el avión presidencial, aunque advirtió que no se vendería por menos de 130 millones, pues esa es la cantidad de dinero que valdría según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Mentira. De existir la oferta, el gobierno mexicano la habría aceptado de inmediato, resolviendo el conflicto financiero que ha provocado desde el inicio de la administración y que ahora pretenden resolver utilizando una engañifa para que sean los mexicanos quienes paguen el avión mediante una rifa.

Hasta hora, no hay documento en el que se confirme que la ONU establezca ese precio o que se dedique a hacer este tipo de avalúos, considerando que el máximo organismo internacional no tiene interés alguno en estos temas, algo que sería competencia de fabricantes y líneas aéreas. Nadie en su sano juicio compraría un problema de 130 millones de dólares.

Sólo para confirmar el desvarío presidencial, el primer sorprendido con el anuncio de la rifa del avión fue el propio Secretario de Comunicaciones y Transportes Javier Jiménez Espriú, quien ignorando el anuncio que acababa de hacer su jefe, dijo que NO era factible la propuesta de la rifa y que hay otras opciones "más próximas" para venderlo, lo que vendría a confirmar que sólo se trata de una caja china para disimular los problemas que enfrenta el país.

En abril del año pasado, durante su comparecencia en el Senado, el propio Jiménez Espriú ya había hecho una advertencia que el Presidente ignoró deliberadamente todo este tiempo: no habrá recuperación económica por la venta de esta aeronave; con lo que se obtenga sólo se dejará de pagar el costo del arrendamiento financiero por su adquisición. “Con la venta del 'leasing', no vamos a recuperar el dinero, sólo vamos a dejar de pagar lo que falta por los años siguientes”, dijo entonces el titular de la SCT. Sentido común.

La realidad es que el avión presidencial no se puede vender sencillamente porque no es del gobierno mexicano. No se puede vender lo que está en renta; sigue perteneciendo a la empresa Boing mediante el esquema de arrendamiento financiero conocido como “leasing”; es decir, temporalmente el gobierno de la 4T devolvió el avión a la empresa Boing, su verdadera dueña, sin embargo, hay un contrato de por medio que se debe cumplir. Esa es la razón por la que traen la aeronave de regreso a nuestro país.

La cortina de humo utilizada para simular el interés de vender el avión presidencial ya terminó. Luego del escarnio internacional, es hora de volver a los asuntos que nos ocupaban antes de esta historia fabricada: la violencia, la reforma al sistema de justicia, el aumento a la gasolina, el desbasto de medicinas y el fracaso del Insabi. La caja negra que todos los aviones están obligados a traer fue sustituida por el presidente por una caja china.

“Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo; se puede engañar a algunos todo el tiempo; pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”, dijo Abraham Lincoln. Lástima que la 4T también tenga desprecio por la historia.