I. Una llamada internacional

¡Ring, riing, riiing! El teléfono.

-- Sí, bueno.

-- Hallo, this is Monica C… Ich would like to speak with Herr Pous. Please, con signore Armando Pous. I’m calling frrrom Eurrope. I need to know… He wants to know. Herr Di Stefano asked me to call you. Ich möchte gerne mit Mr. Pous sprechen können, bitte! Habló muy rápido y nerviosa la mujer.

-- ¿Quién habla? Slowly, slowly please, my English is not very good.

-- Ok, lento, langsam. I call because Mr. Di Stefano asked me to call you. You have recordings, registrazioni from him. Du bist coleccionist, vero?

-- Coleccionista, sí. Sorry, is there with you someone that can speak in Spanish?

-- Ja! Entschuldigung Sie, bitte. Mein Man. My husband. Alterada, la señora pasó el aparato al otro hombre.

-- Sí. ¿Es usted signor Armando Pous? Habló el hombre.

-- Sí, él habla. ¿Quién es usted?

-- Sono Giuseppe di Stefano, da Milano.

-- Ah, oh, ¿el tenor?; ¡mucho gusto! Pous no pudo evitar cierta emoción.

-- Grazie. Sé que usted colecciona registrazioni; m’hanno detto. Vero? Busco una de la televisión, una intervista que me han hecho en México; tanti anni fa.

-- Sí, ¡tengo una de usted! Afirmó triunfal el coleccionista.

-- Bene, ma quale?

-- Una del Programa Domecq, donde canta “Esta tarde vi llover”, la canción de Manzanero, y le entrevista Manolo Fábregas.

-- No, no, esa giá la tengo. ¿Possibile que pueda cercare l’altra? (Armando no recuerda, cerca de 23 años después, de qué programa hablaba). Questo é il número de casa mía a Milano y me telefona, por favore. D’accordo?

-- Sí, trataré. Busco y le llamo.

-- Piacere. Aspetto. Saluti a todo il Messico.

No volvió a llamar Di Stefano a Pous después de ese día de 1997 o 1998. 

Me lo cuenta Armando el 05-01-21. Una larga conversación después de saber que él era la fuente original viva del hallazgo artístico histórico que presenté en la columna “Hallazgo artístico musical: Giuseppe di Stefano canta a Armando Manzanero” (SDPnoticias; 02-01-21), junto con el video-audio donde Di Stefano canta dos canciones dentro del Programa Domecq de la televisión mexicana, “Si tú no estás aquí”, traducción de “Se tu non fossi qui”, de Peppino Gagliardi y “Esta tarde vi llover”, de Armando Manzanero, con un extraordinario arreglo orquestal que une las dos piezas con el puente de un magnífico solo de trompeta.

Armando no entendía a Monika Curth, esposa de Di Stefano que aún vive, porque hablaba muy apresurada y porque es alemana y mezclaba las lenguas. No obstante, de esa cinta que rechazó el tenor, porque la tenía, no se conocía públicamente nada hasta ahora. 

Se especula entonces que existen cuando menos tres cintas con entrevistas en México. La de Fábregas, una de Carlos Díaz Dupond (que me ha sido ya ofrecida), y la que buscaba Di Stefano en su llamada. 

Recuérdese que con frecuencia cantó en programas radiales como algo extra a sus presentaciones operísticas.

II. Historia de un hallazgo

Pero, ¿cómo obtuvo Pous el carrete?  Coleccionista de verdad, compró alguna vez unos discos de pasta en la Lagunilla que tenían alguna marca. 

Cuando la vio un amigo, le dijo que correspondía a la colección de un ingeniero José Luis Mendoza, y le dio una orientación sobre su domicilio en la calle Obrero Mundial, por donde estuvo alguna vez el Estadio de Béisbol del Seguro Social. Fue a buscarlo. 

El portero informó que ya no vivía allí, pues había muerto. Y pudo acceder a más información tras insistir, porque el portero acompañaba a Mendoza, persona mayor, a alguna caminata y lo dejaba cerca de la casa de algún familiar. Pues hacia allá dirigió sus pasos Pous

Después de preguntar casa por casa, dio con un pariente de Mendoza quien informó que la sobrina de este, en la Colonia Narvarte, se había quedado con muchas de las pertenencias del fallecido. Estableció contacto con la señora, la visitó varias veces para comprar discos y otros objetos. Y de pronto, en la última de las visitas, vio unas cajas enormes llenas de cintas de carrete abierto. Naturalmente, el olfato del coleccionista preguntó por ellas. Informó la sobrina que eran cintas que había vendido para el reciclaje a una estación de radio. ¡Pero, cómo!, sintió un vuelco el ánimo del coleccionista. “¡Lo que está a punto de perderse; eso sería un crimen!”.

La señora ya había recibido el pago. “¡Tiene que vendérmelas a mí!”, replicó Armando Pous, iniciando una negociación de varios días hasta convencerla. Llevó las cajas a San Cosme, su domicilio por entonces. 

Al empezar a ordenar y escuchar el material, encontró cintas mezcladas de música popular y clásica, cantantes, ópera, etcétera. Y entre las cintas, la que señalaba “Giuseppe di Stefano. Programa Domecq”. En una siguiente visita a la Narvarte, la curiosidad del coleccionista encontró dos pequeñas libretas que enumeraban las cintas de la 101 a la 613; ¡hallazgo! Facilitaría la identificación: alrededor de 200 óperas producidas en México, unas 300 del Metropolitan Opera House, de Nueva York, algunas europeas, casi todas en vivo; una joya.

¿Y dónde está el objeto ahora mismo, el carrete con el audio de Di Stefano?, pregunto. “Bueno, ahora está en la Fonoteca Nacional, donde fue a parar vía el Instituto Nacional de Bellas Artes, a quien vendí el total de las 613 cintas a instancias de José Octavio Sosa” (investigador y funcionario de Ópera de Bellas Artes; aunque las libretitas “se perdieron”). Entre ellas, la cinta del Programa Domecq. “Yo tengo mi copia porque Juan José Arias [quien en homenaje a Manzanero había subido el audio a YouTube el 31 de diciembre pasado y de donde tomé pulso a esta historia gracias a mi admiración por Di Stefano y al material excepcional en cuestión] se ofreció a ayudarme a transferir el material a CD; y él mismo se quedó con una copia, es de suponerse”.

III. Homenaje a Giuseppe di Stefano

En ningún momento tuve dudas sobre la versión de Pous, porque tiempo antes de la llamada referida, en 1995, conocí a Giuseppe Di Stefano en la Sala Ollin Yolitztli (hay foto del momento), donde ensayaba con la Filarmónica de la Ciudad de México el repertorio de cinco canciones que cantaría en ocasión del homenaje que recibiría en el concierto celebrado en el Cine Plaza Condesa (escribí nota del acontecimiento publicada por El Universal). Y cuando conversé con él -después de reverenciar mi admiración y de haberme autografiado algunos discos y su libro recién salido, "El arte del canto"- me preguntó dónde había adquirido los CD de sus presentaciones en vivo, en particular el disco doble Biographies in Music. Giuseppe di Stefano. The Glory of Italy. 1948-1956, que contiene también un famoso concierto de la radio en México de 1950. “En Nueva York”, contesté; mostraba muy vivo interés por su material. “Ah, a New York. Sí, perche qui nel Messico non c’e, vero?; no, non c’e”, respondí. Muy grato momento a la memoria de hoy.

Algunas referencias personales sobre ese interés y el dato de una nota sobre el desgraciado fallecimiento del tenor a causa del azotamiento de cráneo que recibió en su casa en Kenia en 2004, dan sentido sobre el interés mostrado por Di Stefano tanto en su conversación conmigo como en la llamada a Pous; sucedidas ambas entre 1995 y 1998: “Su pasión por los discos, el amplio conocimiento del mercado, del repertorio y de las voces, lo llevó en el último tramo de su carrera a gestionar una casa discográfica” (“Fallece Giuseppe Di Stefano, el tenor de la voz más hermosa”; Pablo Meléndez Haddad, ABCCultura, 04-03-2008).

Y así es como llega a mi canal de YouTube el audio del Programa Domecq; del que esperamos salga la entrevista completa de Fábregas a Di Stefano. Y mi simple contribución en este punto ha sido no sólo contextualizar el audio presentado el 31 de diciembre pasado como un homenaje a Armando Manzanero; llevar a “mi terreno” el tema al hacer también un homenaje y reconocer el arte de Di Stefano a través de esa presentación de 1968; investigar y registrar el nombre de la canción que antecede a “Esta tarde vi llover” que es “Se non fossi qui”, de Peppino Gagliardi (no anunciada por Fábregas en el audio disponible hasta ahora); y dar a conocer el hallazgo ampliamente en SDPnoticias; también ha consistido en dar con un personaje crucial en esta historia, el coleccionista Armando Pous -y con el nombre del propietario original, José Luis Mendoza-, que salvó de la extinción, de la nada, un extraordinario material que hoy día se encuentra en la Fonoteca Nacional. 

Y esperemos que quien haya tomado las dos libretitas “perdidas”, las reintegre al acervo.

P.d. En próxima entrega, Armando Pous hablará sobre sus preocupaciones en torno a la Fonoteca Nacional y el riesgo que corre el material fonográfico de la nación en estos tiempos de crisis.