En su columna del pasado 3 de diciembre para SDPnoticias, Federico Arreola se refirió al inicio de los festejos por el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven, “BTHVN2020. ¿Inviable celebrar en la 4T el año de Beethoven?...”. En ella, el periodista sugiere al presidente López Obrador sumarse a la ocasión celebratoria: “Seguramente Andrés Manuel seguirá informando los logros de su gobierno en el Zócalo capitalino. En 2020 en vez de repetir el milagro de resucitar a cadáveres como la Sonora Santanera, puede invitar a la excelente Orquesta Filarmónica de la UNAM a interpretar el Himno a la Alegría, que por cierto es el Himno de Europa, pero que debería ser el de todo el mundo: a diferencia de muchos himnos nacionales —como el mexicano— no es una marcha bélica.”.

Al leerla, coincidí con él. Sobre todo porque he realizado una constante crítica a la política cultural y artística de la izquierda electoral que desde 1997 llegara al gobierno de la Ciudad de México con Cuauhtémoc Cárdenas. Y en particular, publiqué recientemente una crítica a la recurrencia a grupos de “música tropical” para eventos públicos de importancia como el informe de gobierno del presidente o el aniversario del triunfo electoral en 2018, “Ni marcha opositora ni decadente Sonora Santanera oscurecen brillo y éxito del primer informe presidencial” (SDPnoticias, 02-12-19).

No se trata de menospreciar a grupos como la Sonora Santanera o “la diosa de la cumbia”, Margarita (y otros en el pasado reciente como “El Buki”, Joan Sebastian, “El Tri”, etcétera), sino tomar en consideración que ellos tienen su mercado, sus espacios específicos, su ámbito comercial; y está bien. Pero por otro lado, tiene que decirse y debiera hacerse valer que la obligación del Estado es la de hacer posible la presencia de las mejores creaciones de la humanidad ante la sociedad, frente al pueblo; hacer propicias dichas experiencias en la vida pública.

Mucho valdría la pena como preámbulo a la celebración de la victoria de julio de 2018, del segundo informe presidencial o de algún otro evento masivo en el Zócalo, presentar un programa musical más complejo pero que de todas maneras no dejaría de ser popular en la medida en que las piezas comprendidas han confirmado serlo. Y qué mejor que este 2020, año en que asimismo se celebra el 250 aniversario del genial compositor alemán cuya Novena Sinfonía es una de las obras más populares que puedan existir en el catálogo universal de la música llamada clásica. Y dada las condiciones de tiempo y la naturaleza del evento, estamos hablando sólo del cuarto movimiento de dicha sinfonía, el coral, la “Oda a la Alegría”, cuya melodía principal es, como señala Arreola, el himno de la Unión Europea desde 1985 y ya en 1972 lo había adoptado el Consejo de Europa.

En mi columna del 02-12-19 referida, hice un avance de programa que combinaría en su primera parte algunas obras “clásicas” mexicanas, bastante conocidas, con otras del legendario disco que grabara Leonard Bernstein con la Filarmónica de Nueva York en 1963, Fiesta Latinoamericana (dada la creciente presencia latinoamericana del presidente López Obrador), y que concluiría con Beethoven. Los organizadores tendrían que elegir la orquesta y organizar los coros, pues el cuarto movimiento requiere de una gran masa coral. El director de la orquesta tendría que ser sin duda Eduardo García Barrios, quien dirigiera en el Monumento a la Revolución aquel concierto célebre como clausura del plantón Zócalo-Juárez-Reforma contra el fraude de 2006. Con estas consideraciones, aquí va un esbozo de programa.

Programa preliminar:

1. Sensemayá Silvestre Revueltas

2. Sinfonía India Carlos Chávez

3. Huapango Juan Pablo Moncayo

4. Sones de Mariachi Blas Galindo

5. Danzón No. 2 Arturo Márquez

6. Salón México Aaron Copland

PAUSA

7. Novena Sinfonía, Cuarto Movimiento Ludwig van Beethoven

Después del concierto se procede a la celebración del aniversario del triunfo de la democracia o al informe de gobierno. Y después, toda la fiesta y baile que se quiera.

P.d. Comparto Sensemayá, en versión de Bernstein, la cual edité acompañándola con 41 fotografías de Revueltas, el número de sus años al morir: