“El primer acto de corrupción que un funcionario público comete, es aceptar un cargo para el cual no tiene las competencias necesarias” (anónimo).
Sin duda alguna, todo funcionario público tiene que ser capaz de asumir el compromiso de cumplir con las tareas puestas bajo su cargo, no sacándole el cuerpo a sus responsabilidades ni echándole la culpa a otros cuando las cosas le salen mal.
El funcionario público debe de comprometerse a trabajar desde la posición en que haya sido designado para mejorar la institución donde le corresponde ejercer sus funciones.
Jaime Cárdenas renunció. Quién por 107 días se desempeñó como titular del Instituto Para devolver al pueblo lo Robado, para algunos, “el instituto Chucho el roto” que por cierto, al parecer no tiene en ninguno de sus almacenes o bóvedas, un clip, lápiz, pluma u hoja blanca, que hayan sido robados por algún funcionario o político, que puedan ser sometidos a enajenación y los recursos obtenidos por esto, sean regresados al pueblo afectado.
Todo lo ahí existente, en su mayoría, es producto de aseguramientos de la hoy fiscalía federal y decomisos del SAT, quienes son los principales transferentes de bienes muebles e inmuebles, así como de mercancías.
En una carta, el “consejero Fax”, apodo con el cual fue bautizado en el IFE por su costumbre de llevar a la mesa de Consejo General importantes informaciones que, decía, le llegaban por esa vía, abdicó repentinamente al INDEP, manifestando haber encontrado en la institución “probables” actos de corrupción y problemas financieros.
En entrevista con los medios de comunicación, inconscientemente, reveló el motivo superior por el cuál renunció. Su orgullo había sido lastimado. Sus ideas y sugerencias eran a veces escuchadas, pero no hacían eco, y ante esto, evidenció que su lealtad al Presidente de la República no era ciega sino reflexiva. No se equivocó San Agustín al decir que” La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”.
Renunció también, por miedo a enfrentar la corrupción. ¿Que acaso antes de aceptar la responsabilidad, no sabía que en el INDEP, por su propia naturaleza habría que afrontar situaciones adversas? El, como algunos de su perfil, creen que los puestos públicos son trincheras cómodas para seguir impartiendo clases, dar conferencias, continuar haciendo colaboraciones y artículos en las escrituras de libros.
En su doble discurso, cuestionó la muy endeble situación financiera del Instituto, al hacer notar, por un lado, que se deben más de 1000 millones de pesos en el cumplimiento de laudos laborales que se encuentran en ejecución y no se cuenta con liquidez para cumplir, y por otro, de manera insensible, para acomodar a algunos amigos y recomendados, más no para mejorar y transparentar el funcionamiento del Instituto, en sus cien días y fracción de gestión sacó de confinamiento y pidió renuncias, inclusive a adultos mayores, gastando cientos de miles de pesos en liquidaciones, infringiendo las instrucciones del presidente de la república de no hacer despidos durante la pandemia. Vaya manera de tratar de subsanar las finanzas de la institución. No cabe duda que las iatrogenias en materia financiera, también existen.
Manifestó haber encontrado irregularidades en el INDEP: actos y hechos de corrupción, algunos mayores y otros menores, ante lo cual se pronunció de que faltó más rigor en la institución los últimos años. Rigor que, por temor, tampoco él fue capaz de aplicar.
Los que lo conocen comentan, que su principal preocupación era no quedar mal con sus amigos académicos, sobre todo con los constitucionalistas, que antes eran simpatizantes de López Obrador, hoy son sus “reflexivamente” críticos. Jaime Cárdenas opta por miedo regresar a su cómoda base, a su statu quo.
El reincorporado académico renuncia a ser protagonista del cuarto episodio Nacional, no el escrito por Benito Pérez Galdós, por cierto, su libro favorito, sino el de la metamorfosis de México, al de la cuarta transformación. Su dimisión caló al presidente, el cual acusó:
“La administración pública, más en épocas de transformación, exige mucha entrega y fatigas. Hay gente muy buena, honesta con convicciones, inteligentes, pero no se les da lo del trabajo como servidor público. La verdad es que esto es un apostolado y hay que resistir y trabajar mucho, tener aplomo, porque el que se aflige, se afloja”, explicó el mandatario federal. La renuncia de Jaime Cárdenas al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, fue por miedo y falta de ganas para combatir la corrupción en ese Instituto, la cual equiparó como la lucha de David contra Goliat porque es un “un animal de buen tamaño”.
La encomienda de limpiar. “Era lo que tenía que hacer Jaime, pero no le entró. Ayer: hablábamos que para ser servidor en un proceso de transformación se necesitan ganas, convicciones y arrojo, y no rendirnos. Ayer dije que el que se aflige se afloja, ni modo que enfrentemos un problema y nos de depresión, nos inmovilicemos y no hagamos nada"
Por su parte el académico externó, que varias veces el Presidente cuestionó su formación de abogado, su carácter formalista y su insistencia en los procedimientos. Lo cierto es, como todos sabemos, en las transformaciones, no basta con aportar ideas formalistas, sino también enfrentar las resistencias con acciones, es decir: hacer uso de las neuronas en la estrategia y utilizar la “gónadas” en los hechos. Aquí cabe bien la frase, cierta o falsa, pronunciada por la Sultana Aixa, madre de Boabdil cuando este rindió y perdió Granada en 1492.
Por último, es importante señalar que, en opinión del presidente, para combatir la corrupción se hace necesario contar con funcionarios que sí tengan esas características.
Moraleja: para la próxima, no hay que aceptar cargos para los cuales no se tienen las competencias necesarias. Lo de hoy, seguramente servirá para hacer jurisprudencia.