“México: las críticas del presidente AMLO desatan amenazas de muerte a un periódico”. Esta es una nota del pasado sábado del periódico británico The Guardian.

“El presidente Peña Nieto enfrenta un escándalo por una mansión de más de 4 millones de libras esterlinas”. Esta era una nota de The Guardian de noviembre de 2014.

Graves acusaciones las dos. En mi opinión, injustas en ambos casos. La famosa Casa Blanca no era de Peña Nieto, sino de su esposa, Angélica Rivera, exitosa actriz de telenovelas que podía justificar con el dinero que ganó en su vida privada ese patrimonio. El problema radicó en que la señora Rivera compró la residencia a un contratista del gobierno amigo de EPN, Juan Armando Hinojosa. 

A partir de la denuncia realizada por Carmen Aristegui —y difundida prácticamente al mismo tiempo no solo en el sitio de internet de la periodista, sino también en los diarios Reforma y The Guardian, entre otros medios— el mundo se le vino encima tanto al empresario Hinojosa como al presidente Peña. Como efecto inmediato, Juan Carlos Hinojosa tuvo que hacerse a un lado en la licitación del fallido tren a Querétaro y no pudo concretar otro de sus proyectos con el gobierno, el acueducto Monterrey VI. Por lo demás, Angélica Rivera se quedó sin su casa.

Los mismos actores mediáticos —Reforma, Aristegui, The Guardian— han aprovechado el elemental derecho a la libre expresión del presidente Andrés Manuel López Obrador para presentarlo no solo como un enemigo de la prensa independiente, sino también como alguien que atenta contra los valores de la democracia. Además, simples amenazas tuiteras —que todos hemos recibido y que no significan absolutamente nada— han tratado de convertirlas casi en llamados de AMLO a matar periodistas. Ridículo. 

Coincidentemente, a un contratista compadre de Andrés Manuel —el señor Miguel Rincón, que ganó una licitación por ofrecer el precio más bajo para proveer de papel a la Comisión Nacional de Libros de Textos de Gratuito, algo que ha hecho durante al menos ocho años—, para evitarle una mala imagen al presidente de México se le ha pedido que renuncie a ese negocio, que legalmente obtuvo..., lo que significará que México pague más por el papel y quizá habrá problemas de entrega que imposibilitarán que los libros lleguen a tiempo a los niños.

En el caso de Peña Nieto y la mansión de su hoy ex mujer, muchos vimos la mano de un gran empresario al que afectaban seriamente las reformas estructurales. La razón es que solo capitales enormes pueden orquestar este tipo de acciones en las que participan medios globales. ¿Es el mismo empresario que en el gobierno de López Obrador se ha quedado sin hacer el aeropuerto de Texcoco y que, se supo, hace no muchas semanas se molestó bastante con el presidente de la República después de que perdiera una licitación para un gran proyecto de Pemex?

La verdad de las cosas, estoy especulando. En cualquier caso, Andrés Manuel, estudioso de la historia, haría bien en estudiar no solo los hechos del pasado remoto, sino también los recientes. Digo, al menos para no caer en las mismas trampas que hundieron a otros gobernantes.

Desde luego, AMLO tiene para defenderse su autoridad moral y su honradez, reconocidas virtudes que sus antecesores no podían presumir simple y sencillamente porque carecían de ellas. Aun así, Andrés debe andar muy a las vivas. 

Los hechos en la historia se dan dos veces, dijo Marx: primero como tragedia, después como farsa. Ojalá AMLO se aplique para que quede en eso: un mal chiste de periodistas “trascendentes”.