En el engranaje del gobierno oaxaqueño diversas piezas no embonaron bien desde el inicio del sexenio de Alejandro Murat Hinojosa: Fueron mal colocadas o puestas en lugares equivocados, en algunos casos sin el perfil para el cargo o con mala fama, perjudicial para un mandatario que ofreció un cambio bueno en la administración pública y en el ejercicio del poder.

Pero sobre todo perjudicial para Oaxaca, entidad colapsada económica, social y políticamente. El gobierno coalicionista de Gabino Cué Monteagudo (que co-gobernó con el PRD, el PAN, el PT y poderes fácticos) superó a sus antecesores priistas en tropelías cometidas por algunos de sus colaboradores legales y extra legales.

El pésimo ejercicio del gobierno gabinista (el de la “transición democrática”) se tradujo en votos a favor del entonces candidato de la coalición PRI-PVEM-Panal, Alejandro Murat, a pesar del mal sabor de boca generado por gobiernos priistas anteriores.

Aunque no los suficientes como para ganar por lo menos con el 50% del total de los votos emitidos; ganó apenas con el 30%. El 70% lo consiguió en conjunto la oposición al PRI, mayoritariamente de izquierda, cuya pulverización abonó de manera determinante en el triunfo de Alejandro Murat. Los opositores afines a Cué mostraron incapacidad para gobernar y luego para unirse electoralmente.

En fin, que el gobernador Alejandro Murat (seguramente consciente de la paupérrima votación obtenida, a pesar de haber ganado contundentemente con alrededor de cien mil votos de diferencia respecto del segundo lugar) ha dicho que la legitimidad se gana con el ejercicio de gobierno. Palabras más, palabras menos.

Sin embargo, funcionarios de su gabinete legal y ampliado no le han ayudado a ganar todos los días ni siquiera un granito de legitimidad.

Es el precio de haber privilegiado cuotas y pago de favores electorales.

Pero ahora, a cuatro meses y medio de su sexenio, con la renuncia de su Secretario General de Gobierno (Segego), Alejandro Avilés Álvarez, al mandatario se le presenta la oportunidad de recomponer el engranaje de su administración. Porque al cambiar una pieza, moverá otras no solamente en la referida dependencia, sino en varias más del gabinete legal y del ampliado.

Y habrá cambios próximamente, salvo decisión en contrario. ¿Dónde?

En la Secretaría de Salud, actualmente presidida por la doctora Gabriela Velázquez.

Y en la Coordinación para la Planeación del Desarrollo del Estado (COPLADE), a cargo de Celestino Alonso Álvarez, quien será nombrado titular de otra dependencia del gabinete legal. Aunque el funcionario elabora el Plan Estatal de Desarrollo. ¿Es prudente moverlo en este momento?

A COPLADE, según dicen, puede llegar Ángel Meixueiro, cuyo nombre se maneja también para ocupar la Secretaría General de Gobierno, cargo donde inicialmente sería nombrado precisamente Celestino Alonso, pero el gobernador se decidió por Alejandro Avilés, quizá como pago a su apoyo como operador político antes y durante la campaña electoral.

 Incluso, este martes Ángel Meixueiro presidió reuniones de trabajo con presidentes municipales y organizaciones sociales, pero sin estar investido de cargo público alguno hasta ese momento. ¿O ya rindió protesta y el gobierno no la ha hecho público? ¿Rindió protesta como qué? Cómo titular del COPLADE o de la Segego? ¿O en otro puesto?

Aunque hasta ayer al medio día, fuentes allegadas al mandatario casi dieron por hecho que la Segego quedaría entre Francisco García López o Francisco Ángel Villareal, actuales Secretario de Vialidad y Transporte y Coordinador General de Delegaciones de Gobierno, respectivamente. En cualquiera de ambos casos, habría sustituto.

Para la Segego también estaban en la puja Adolfo Toledo Infanzón, Joaquín Rodríguez Palacios y Héctor Anuar Mafud Mafud; además de la encargada del Despacho, Carmelita Ricárdez.

En fin, en breve Alejandro Murat dará a conocer su decisión sobre la titularidad de la Segego y de las subsecretarías y direcciones de la tan peleada dependencia.

Por otra parte, en redes sociales ayer manejaron el cambio del Consejero Jurídico del gobierno oaxaqueño, Ángel Alejo Torres, quien fue pieza clave en la elección de gobernador como representante del PRI ante el Consejo General del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO). Incluso, dicen, la Consejería sería la posición reservada para Mafud en caso de no darle la Segego.

Pero Ángel Alejo seguía despachando como Consejero Jurídico, según fuentes del Ejecutivo; lo vieron trabajando contento y sin asomo alguno de estar empacando maletas.

Un cambio que sí viene sonando desde cuando Alejandro Murat rindió protesta como gobernador, es el del Fiscal General del Estado de Oaxaca, Héctor Joaquín Carrillo Ruiz, quien, por cierto, en marzo del año pasado recibió un reconocimiento por 20 años de servicio en la extinta Procuraduría General de Justicia.

Salvo decisión en contrario, Octavio Tinajero será el nuevo Fiscal en la entidad oaxaqueña, nombramiento dependiente de la Legislatura oaxaqueña; sin embargo, en la praxis política se da desde el Ejecutivo. Los diputados locales preveían realizar la designación el sábado pasado en su última sesión previa a la clausura del primer periodo ordinario de sesiones, pero de última hora bajaron el punto del orden del día.

La ciudadanía esperaba que el gobernador Alejandro Murat hiciera cambios trascendentes en su gabinete al cumplir los primeros cien días de su administración (a principios de marzo), pues era evidente que algo no camina bien. Incluso, de manera sigilosa, realizó movimientos de colaboradores en el área de la gubernatura; por ejemplo, en la coordinación de giras.

Pero ni los hizo ni los anunció. Y al disfuncional ejercicio de gobierno a causa de sus colaboradores, se sumaron una serie de obstáculos y candados puestos por la administración de su antecesor tal vez con el ánimo retrasar investigaciones sobre excesos de funcionarios y entorpecer el inicio del sexenio de Alejandro Murat, quien a pesar de su dinamismo no ha podido emprender acciones relevantes.

Ahora, a partir de la renuncia de su Secretario General de Gobierno, a Alejandro Murat se le presenta una natural e inesperada oportunidad de enmendar errores iniciales en la integración de su gabinete legal y ampliado. Llegó la hora de reorientar y relanzar el gobierno con una política interna alineada con la política social, de planeación y de seguridad.

Pero sobre todo con un solo liderazgo: El de él como Gobernador de Oaxaca.

Sus colaboradores no acaban de entender que hay un solo mando y varios actúan como en el sexenio de orfandad de jefe político. Fue uno de los pecados de Alejandro Avilés Álvarez, quien acumuló tanto poder que desató intenso fuego amigo y se excedió en sus facultades hasta que un error lo obligó a presentar su renuncia al cargo de Secretario General de Gobierno.

Una entidad tan compleja como Oaxaca no se puede conducir a buen puerto con un  gobierno desorganizado frente a organizaciones “sociales” y sindicatos organizados. Tampoco se puede gobernar con equipos integrados con personas que más que atender la administración pública, atienden su aspiración a cargos de elección popular para las elecciones concurrentes del 2018, ni con una fracción parlamentaria local donde pululan los diputados y diputadas con ánimo de reelegirse.

Decía un amigo hace algunos días: “Oaxaca debe se ser la suma de todos! Y no la suma de intereses de grupos!” Si Alejandro Murat se vuelve a equivocar en la colocación de las piezas del engranaje de su gobierno, le será difícil cumplir con su promesa del “milagro oaxaqueño” en detrimento, además, de sus aspiraciones presidenciales. Claro, la mayor afectación la sufrirá el pueblo oaxaqueño ante cualquier otro error. ***

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