Un charco con gotas de lluvia. El charco está en el camino fangoso que lleva al Asilo Arkham, el mítico hospital psiquiátrico donde encierran a los criminales peligrosos y excéntricos de Ciudad Gótica.

Así comienza el cómic “Broma Mortal”, 1988, con argumento de Alan Moore, dibujos de Brian Bolland y coloreado por John Higgins, donde se cuenta por primera vez la historia de Joker, el psicópata archienemigo de Batman.

Joker (conocido en México como el Güason) apareció desde el primer número de Batman, en 1940, inventado por el argumentista Jerry Robinson (quien también inventó a Robin) para Batman de DC Cómics (creación del escritor Bill Finger y el dibujante Bob Kane), sin embargo, no se había desarrollado su biografía hasta que la planteó Alan Moore (autor también de la maravillosa, barroca y revolucionaria serie “Watchmen”, con dibujos de Dave Gibbons y coloreada por John Higgins).

Su paradigmática historia: Un joven muy delgado y pobre quiere ser comediante, pero no es gracioso (no tiene nombre, aunque se insinúa que es Red Hood, un criminal que sale en capítulos de Batman, quien comete sus delitos bajo una capucha roja), la necesidad lo obliga a unirse a una banda de asaltantes para mantener a su esposa y a su hijo. Su mujer muere electrocutada y aumenta su rencor hacia la sociedad. El asalto que pretende realizar la banda en unos laboratorios, es frustrado por Batman, donde el comediante frustrado cae en un tonel con residuos químicos, del que sobrevive, modificando su apariencia con el cabello verde, la cara blanca, la boca roja y una eterna risa sardónica.

 

Película dirigida por Todd Phillips (creador de la jocosa serie cinematográfica: “¿Qué pasó ayer?”) quien también la coescribió con Scott Silver y la coprodujo con Ema Tillinger Koskoff y Bradley Cooper; primer film que trata exclusivamente sobre el personaje de DC Cómics.

Arthur Fleck es un payaso pobre que por las noches acude a un club de stand-up, contando chistes muy raros (en cierto modo, me recuerda a Andy Kaufman, creador de una especie de anti-stand-up, del que Milos Forman hizo la película biográfica “Hombre en la Luna”, 1999, protagonizada por Jim Carrey; Andy, entre otras cosas, una vez leyó de pe a pa la novela “El Gran Gatsby”, cómo desconcertante número de stand-up). Arthur vive con su madre Penny, quien estuviera al servicio del millonario “derechairo” Thomas Wayne, padre de Bruce Wayne (Batman), quien se postula como alcalde de Ciudad Gótica.

Arthur tiene un padecimiento neurológico que lo hace reír en momentos inapropiados (en otras versiones, Joker sufre el Síndrome de Gilles de la Touret, cuyos síntomas son tics y la expresión involuntaria de malas palabras y frases inapropiadas), pero conforme avanza la trama, se va borrando la difusa línea entre las risas mecánicas y un lúgubre sentido del humor.

La principal aportación al personaje del cómic, es su ubicación dentro de un contexto psicológico, político y social, que le proporciona profundidad a una vertiginosa trama, que se vuelve cada vez más emocionante, hasta rematar con un macabro chiste fuera de cuadro.

Es interesante cómo, dentro del marco de las revueltas de una clase oprimida e ignorada, contra los “fifís” de Ciudad Gótica, se desliza sutilmente el personaje de Joe Chill, el asesino de los padres de Batman.

También cabe destacar el extraordinario y negro sentido del humor, la sombría fotografía de Lawrence Sher, las actuaciones de Joaquín Phoenix (Joker) y Robert De Niro (el presentador de televisión Murray Franklin); es curioso que Robert De Niro también protagonizara a un pésimo comediante, delincuente y medio “tocadiscos”, tipo Joker, en “El Rey de la Comedia” (Martin Scorsese, 1983).

 

Batman y Joker tienen en común que uno es justiciero y el otro villano, por sufrimiento.

La risa compulsiva de Joker, así como su retorcido sentido del humor, no son producto de la alegría, sino del dolor.

Yo he trabajado profesionalmente con el humor desde los quince años de edad; bueno o malo, no sé hacer otra cosa. Desde mi experiencia personal, me atrevo a asegurar que el sentido del humor es un mecanismo de adaptación al medio, una forma socialmente aceptable (y a veces, hasta admirada) de sobrevivencia; como Garryck, el payaso triste al que le cantó el poeta Juan de Dios Peza.

También de dolor se ríe, lo mismo que se practica el sexo. Mucha gente relaciona el orgasmo totalmente con el placer, pero a veces se busca la gratificación sensorial para compensar una vida dolorosa (incluso, como substitución de una substancia viciosa). La risa, el orgasmo y los sueños, son mecanismos biológicos que nos brinda la madre naturaleza como especie, para compensar la frustración. Sexo, humor, onirismo y locura son también los ingredientes básicos de la corriente estética llamada surrealismo, donde coloco a “Joker”.

 

El domingo seis de octubre del 2019, mi hjita, la actriz y comediante Maya Mazariegos, se la pasó llorando porque la televisión (adquirida apenas en diciembre pasado) amaneció con manchas de colores en la pantalla (pronto haré uso de la garantía).

La televisión ha sido su acompañante eterna; mediante ese aparato, desde muy pequeña, la acompañó la comedia de situación “Friends”, de la que es 100% fan; incluso fue su bálsamo en los momentos más dramáticos de su vida. Estaba tan deprimida que ya no quería ir a la Warner House, que abría sus puertas al público para tomarse fotografías en los sets de “Firends”, celebrando sus 25 años.

Me partía el alma verla con su playerita de “Friends”, mientras cantaba llorando “Smelly Cat”. El evento concluía a las ocho y era el último día, le dije que se arreglara y fuéramos, y si nos cerraban la puerta, le invitaba un helado y entradas para “Joker”.

Se decidió al último minuto, Llegamos al diez para las ocho. En la puerta, una mujer de seguridad, gorda y mal encarada, ya no permitía la entrada a nadie, solo dejaba salir. Los únicos que estábamos allí, éramos una joven pareja que venía de Toluca, Mayita y un servidor. Cuando la mujer abrió la puerta para que salieran algunas personas, atranqué mi bastón en la puerta y, furioso, argumenté que aún no eran las ocho; la mujer, agresiva, me dijo que quitara mi bastón o llamaría refuerzos; discutimos, la pareja de Toluca se fue; una productora, de nombre Majos, acudió a la puerta para recoger al productor Arturo de la Garza, quien se conmovió de Mayita al verla con su playera de “Friends”, suplicándole: “Solo quiero una foto y si quieres me escoltas a la salida”; la productora la dejó entrar, pero con la condición de que se tomara rápido su foto; fue la última visita (entre cientos de personas que desalojaron la Warner House), le tomaron fotos los de la producción y fue muy feliz cinco minutos, antes de que la echaran. Al salir, le dijo desafiante a la mujer de la puerta: “¿No que no?”

Alegres fuimos al cine, para ver la última función de “Joker”, pero ya no había buenos lugares. Por primera vez, hice uso de mi bastón para adquirir lugares para discapacitados (mi hijita, como mi cuidadora).

Durante la película, Mayita lanzaba estruendosas carcajadas. Algunas personas “mamilas” y presumiblemente “intelectualoides”, la callaban, quizás porque sentían el compromiso de permanecer solemnes ante una obra maestra que había ganado premios en festivales internacionales de cine. En una escena, el mismo Joker les tiró una bofetada: “El sistema decide de qué te puedes reír y de qué no”.

Mi corazón brincó de alegría con la última imagen de la película: El enorme logotipo de la Warner Brothers.

 

Tras dejar paralítica a la Batichica (Bárbara Gordon) y mandarle fotos de ella desnuda a su padre (el comisionado Gordon), Joker vuelve a caer en el Asilo Arkahm (casi su segundo hogar, donde conociera a su ex psiquiatra y pareja sentimental: Harleen Quinzel, conocida en los bajos fondos del crimen como Harley Quinn).

En las puertas del asilo Arkham, una noche lluviosa, Joker le cuenta un chiste a Batman: “Un loco le dice a otro: te ayudaré a escapar del manicomio, prenderé una lámpara, tú subes por la luz y cuando cruces la barda, saltas; el otro le responde: ¿Crees que estoy loco? ¡A medio camina apagarás la lámpara y caeré!” Ambos ríen a carcajadas.

Bajo los pies de los dos trastornados mentales, hay un charco sobre el que caen gotas de lluvia. Fin.