El pasado 18 de marzo recibí un correo electrónico de Multa Avisa (www.multaavisa.com.mx) una ¿novedosa? aplicación que como su nombre lo indica, avisa a un usuario de manera inmediata si es acreedor a una infracción de tránsito. El folio de mi multa, la 09000279270, indica que un servidor conducía a exceso de velocidad el 1° de febrero en una vía primaria y que era acreedor a una infracción equivalente a 20 días de salario mínimo, es decir, la máxima establecida.

Revisando el mismo folio en la página de la Secretaría de Finanzas del Distrito Federal (http://www.finanzas.df.gob.mx/sma/consulta_ciudadana.php), aparece la misma multa pero con fecha de 7 de febrero, seis días después de la indicada en Multa Avisa. Según ambas páginas, al ser mi primera multa desde que entró en vigor el nuevo Reglamento de Tránsito, el pago de la infracción quedó eximido.

Mi primer conflicto es tratar de recordar en dónde exactamente estaba circulando ambos días y si mi lógica no me falla, correspondería a una multa por circular a más de 50 km/h en una vía que a todas luces es de acceso controlado como es la Avenida 608 o Avenida Central al norte de la Ciudad de México, pero en la cual existen señalamientos de conducir a 50 kilómetros por hora.

 El segundo conflicto es que la fotomulta nunca llegó a mi domicilio, o sea que no me consta si conducía yo a exceso de velocidad en una vía “primaria”, por lo que bien pude ser víctima de un policía ocioso tratando de llegar a su meta de infracciones en un lunes 1° de febrero o un domingo 7 de febrero. El mayor temor es que me lleguen más multas por simplemente haber circulado en esa Avenida, eso sí, a menos de 80 km/hora.

Mi tercer conflicto radicó en la deficiente política de comunicación del Gobierno del Distrito Federal para atender situaciones muy específicas como la mía, y esta deficiencia quedó ampliamente demostrado la semana pasada, cuando se registró la peor contingencia ambiental en los últimos 14 años (la columna de Salvador Camarena, “Mancera y un cruel mes de marzo” y la de Federico Arreola “Crisis ambiental: Solo grilla en los medios que tienen, cada uno, su propio culpable”, son sumamente recomendables).

Durante el debate en el que se enfrascaron los gobiernos del Distrito Federal y del Estado de México para repartir las culpas, me llamó la atención que diversos expertos se subieran al ring y culparan al nuevo Reglamento de Tránsito sobre el aumento de la contingencia debido a que los automovilistas deben esperar más tiempo para dar vuelta a la derecha, o por el aumento de tráfico debido a las nuevas bahías peatonales (que por ahí casi no circulan peatones) colocadas en Marina Nacional, Ejército Nacional o Calzada Tacuba.

 Para resumir los dimes y diretes, al jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, no le quedó más remedio que doblar las manos ante la decisión del gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila de ya no recibir la basura de los capitalinos.

Todo esto concluye en que los peores afectados son los ciudadanos, yo entre ellos, no por mi multa ya eximida, sino que vivo con temor de las infracciones que seguramente llegarán meses después por circular en una vía de acceso controlado disfrazado de vía primaria o ser víctima aleatoria de un oficial de tránsito. No existe certeza ni transparencia en el tema de infracciones, lo que nos deja a los habitantes de la Ciudad de México en total indefensión y con una total y absoluta pérdida de confianza en las autoridades.

Finalmente, recomiendo ampliamente el excelente reportaje del periódico español El País, “La tortura de demandar al Gobierno de la Ciudad de México por una infracción”

(http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/02/mexico/1456891199_549005.html); se trata de un calvario que en teoría debió ser simplificado desde hace dos administraciones, pero con la actual se recrudeció gracias al nuevo Reglamento de Tránsito.