La gasolina es el líquido combustible necesario para que se muevan la mayoría de los vehículos que circulan en el país. Por este hecho, el cargar gasolina en el carro es una acción que millones de mexicanos hacen día a día, sacando dinero de su bolsillo para poder movilizarse personalmente en un automóvil, motocicleta, o lancha en el caso de los pescadores. Los incrementos en el precio de la gasolina entonces determinan el sentir de muchos ciudadanos ya que afecta a su economía directamente.

El precio de las gasolinas a su vez también afecta en los precios de los  demás productos de consumo en la medida a que así como se movilizan personas en los vehículos, también se movilizan productos. Afecta también en el precio de los boletos de transporte urbano, en el costo del Uber y de  los taxis.

Las gasolinas por lo tanto siempre han sido un tema políticamente sensible, más cuando nos han vendido un  tremendo cuento de que México es un gran productor de petróleo y que este pertenece a todos los mexicanos. Así lo dictó la doctrina de Tata Lázaro.

En este contexto podemos decir que la más fuerte caída en la popularidad del Presidente Enrique Peña Nieto se dio  en el primer bimestre del 2016, cuando antes de liberar el precio de las gasolinas fue necesario remover el subsidio que pagaba el gobierno e ir incrementando ligeramente semana a semana el precio del combustible hasta normalizarlo con precios internacionales. Abriéndose también la libre importación de gasolina y su distribución en todo el territorio nacional a cualquier empresario que deseara hacerlo. Quitando así el monopolio de la venta de combustibles a PEMEX.

A partir de ahí el tema del gasolinazo y los ajustes al precio de la gasolina ya  sea por el incremento del precio de referencia internacional, el tipo de cambio o la oferta y demanda ha sido tema constante en la agenda pública nacional.

El dilema del presidente Peña era subsidiar la gasolina, o liberarla y pagar  el precio político de ello. El desenlace de esta novela ya lo sabemos. Ese año el PRI perdió la mayoría de las elecciones estatales y las réplicas de ese sismo llegaron hasta el 2018 con la derrota electoral presidencial.

Hace unos días el nuevo presidente electo Andrés Manuel López Obrador anunció lo que venía ya prometiendo  en campaña, pero le puso pesos y centavos. Reconstruirá 6 refinerías que se encuentran operando bajo la paraestatal PEMEX, lo que tendrá un costo aproximado de 3mil millones de dólares. Y por otro lado buscará construir una nueva refinería con un costo de 8 mil millones de dólares. Se le invertirá pues a la refinación del petróleo para producir combustibles la cantidad de 11 mil millones de dólares.

El razonamiento es simplista, México es productor de petróleo, que en su  mayoría exporta y vende al extranjero. En el extranjero tiene que ir a buscar y surtir su demanda de gasolina, la cual es producto del petróleo. Por lo tanto: ¿Por qué mejor no producirla en el país y así ahorrarse un dinerito y trasladarlo al precio final del consumidor o que se quede en el gobierno es utilidad y no en empresas extrajeras? Suena bien.

Una pregunta: ¿De dónde saldrá este dinero para refinar combustibles? La respuesta a botepronto de un AMLO en campaña sería: Acabando con la corrupción. Pero finalmente la más probable es que sea de nuestros impuestos o de un mayor endeudamiento al estado o a la empresa paraestatal PEMEX.

Pongámonos entonces creativos. ¿Que pasaría si en lugar de reconstruir las 6 refinerías mejor no licita y vende 4 de ellas, quedándose PEMEX con las 2 que requieran menor mantenimiento e inversión y sean más productivas? Las refinerías licitadas podrían ser adquiridas en paquete por diferentes empresas trasnacionales o nacionales, abriendo la competencia nacional a la refinación y por supuesto con el recurso de la venta de estas refinerías financiar la reconstrucción de las 2 restantes y la construcción de una nueva refinería. ¡Suena bien!

La pregunta ahora sí más interesante es: ¿Habrá compradores para estas refinerías para hacerlas rentables y que sea negocio? Si no los hay, y las licitaciones quedan desiertas, significa una sola cosa, producir gasolinas en el país no es rentable y no es negocio. Si no es negocio para los inversionistas, difícilmente lo será para el gobierno. El producto de malas inversiones del gobierno a mediano plazo tendrán un rechazo popular y esto podría ser uno de los errores mas grandes del gobierno que inicia.

¿Qué otras cosas pueden hacerse con 11 mil millones de dólares?

Elon Musk dueño de Tesla construyó la Gigafactory, un enorme complejo industrial en el desierto de Nevada  para la fabricación de paquetes de baterías para los carros Tesla y para almacenar energía en los hogares. El costo de esa fábrica fue de 5 mil millones de dólares. Con el costo de inversión en plantas refinadoras de petróleo podrían construirse dos  fábricas de estas en México promocionando y contribuyendo con tecnologías de energía limpia.

El costo de un aerogenerador de 20 mega watts es de aproximadamente 1 millón de dólares. México podría instalar 11 mil aerogeneradores con lo cual se daría energía limpia a cientos de miles de hogares e industrias.

El carro eléctrico de la línea más económica de Tesla tiene un costo de 30 mil dólares, con 11 mil millones de  dólares se podría comprar una flotilla de 360 mil automóviles eléctricos que no consumen ni una sola gota de gasolina. Esto podría ser la renovación total de los vehículos de gobierno. Y de seguro por el volumen Tesla les da descuento.

Un hogar promedio en México puede ser auto sustentable con 5 páneles solares a un costo aproximado de 5 mil dólares. Con el dinero de las refinerías se podrían equipar 2.2 millones de hogares en México, incluso hogares que hoy no tienen energía eléctrica.

Los gobiernos siempre han sido malos productores y juegan mal el papel de empresario. El asunto de las refinerías puede ser un cuento que termine mal, un asunto que podría convertirse en una de los dolores de cabeza más grandes en el gobierno que el Presidente López Obrador quiere comenzar a construir.

En el caso de las gasolinas, los mexicanos seremos como la mujer  insaciable del reggaetón siempre pidiendo más gasolina… y si es barata mejor. El remedio sale peor que la enfermedad.

@SergioZaragoza