Del culto al resentimiento a la práctica del grito ignorante de las hordas de fanáticos solo hay un salto de hormiga. Un debate que se diluye en la nada, una República de ciudadanos que se transforma en vorágine de gritones, que creen que saben sin entender que nada saben. No es Mozimismo, se llama Mohismo, estúpidos.

Mo ti, filósofo chino opuesto a Confucio, nació en el año 470 a. C. y desarrolló una línea de pensamiento político, social y ético cuyo punto de partida es el conocimiento del origen del desorden. Como Confucio, Lao Tse y Sócrates no dejó obra escrita y lo que hasta hoy nos queda son los apuntes de sus alumnos tomados de la tradición oral. Para comprender a cabalidad su pensamiento, vale la pena leer el tratado sobre la Política del Amor Universal (Tecnos, Madrid 1987).

Para la era del coronavirus, bien vale una filosofía que al igual que Sócrates postula que el hombre sabio ha de ser como un médico, un sanador de la ignorancia. El desorden humano está en el no reconocimiento del otro, en la falta de amor mutuo, afirma la Política del Amor Universal. No estamos aquí frente a un amor identificado con Eros, tal cual nos lo ofrece Platón en el Banquete, sino de la fraternidad: Filias.

Hay en la Filosofía Política de Mo, un sentido utilitario del saber y de quién lo posee, el Sabio. Al igual que Platón en la República, pero con un sentido opuesto, afirma que el Sabio debe gobernar no sólo al Estado sino al Mundo. El Sabio en Mo, no gobierna desde el poder que emerge de la violencia sino del poder que nace del conocimiento y por tanto gobierna en el Consejo correcto: el Sabio como consejero de la gente. Un hombre de bien que promueve lo que beneficia al Mundo y ahuyenta lo que le perjudica.

El Sabio no distingue entre poderosos y débiles, no es Jesús declarando que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos, sino un maestro que señala el defecto en la realidad concreta: el daño al otro, el deseo de perjudicar y dañar, el lastimar. Ahí, la Discriminación humana es un crimen; el que discrimina a otro se discrimina así mismo pues no comprende el valor y la utilidad del otro: el Rey gobierna, pero el Panadero elabora el pan para todos.

Aquí, encontramos una alternativa utilitarista del Bien, una alternativa de cambio de la discriminación a la universalidad. Eliminar el deseo de perjudicar al otro para edificar el Deseo de beneficiar al otro porque ello me beneficia a Mí. Se trata de un saber que se adquiere en la experiencia de la vida concreta, no es un discurso metafísico que apele a potencias superiores, sino a una racionalidad de la Razón Práctica como en Kant, un Imperativo Categórico en el que la Universalidad se opone a la discriminación. El conocimiento moral que sólo es posible comprender en la experiencia, la Ética se aprende en el Mundo no en las aulas.

Mo Ti no es un demócrata sino un monárquico que apela a la razón y no a la catarsis popular, demanda la existencia de un Soberano ilustrado que obre con imparcialidad con sus súbditos, en la comprensión de que toda bondad es siempre retribuida. La más grande retribución, no son los medios materiales sino el conocimiento, por ello en la austeridad el Soberano expresa la virtud del Sabio, saber más. En su rechazo al Confucianismo, se observa con mayor claridad qué es lo que entiende el Mohoismo por el ser austero: los confucianos “Son malhechores del mundo. Fomentan el lujo, el ritualismo, la música para viciar y corromper a los hombres (...). Altaneros y desdeñosos, abandonan sus deberes y quehaceres y se dan al ocio y la vagancia. Glotones y perezosos en el cumplimiento de los deberes de sus cargos.” (Ética de la Guerra en los Reinos Combatientes: Un análisis de las posiciones de Mo Ti y Mencio. Federico Daniel Mina).

En política, el Mohismo enseña que es necesario constituir un orden político vertical de un Soberano imparcial y sabio, que tenga como finalidad única la unidad ética de sus súbditos desde la educación empírica del valor del no daño al otro. Un Padre, que como los primeros soberanos, comprenda que el Cielo (“天, entendido mejor como un orden natural que como una deidad voluntarista”) se organiza por la razón y no por capricho. Mo Ti no es un demócrata, China jamás ha sido demócrata al estilo ateniense, es partidario de una Autarquía personificada en un Soberano Sabio y no autoritario, que garantice el “rechazo al estado de guerras constantes”

Todo Mohismo es consecuencialista. Tres criterios sustentan su episteme: (三表 sanbiao) Asumir el 辨 bian, criterio, para en la práctica admitir o rechazar el 是非 shifei (el testimonio, los oídos y los ojos del pueblo), el daño y el beneficio 利害 lihai. Así, el Soberano sabio gobierna desde la doctrina política del Yong (用), la administración del gobierno y la justicia desde el conocimiento de su Utilidad para el bien del Estado y del pueblo:

“Un estado rico, población abundante y una administración ordenada”. En un buen criterio para el México de hoy, ser Mohista no sería un defecto, sino una gran virtud.