Historia breve

Para algunos, Fernando VII ha sido el peor rey que ha tenido España; otros solo le achacan haber sido incapaz de enfrentarse a los tiempos en los que le tocó reinar.

Vale la pena mencionar que, antes de gobernar y en su primer año de monarquía, disfrutó la mayor de las confianzas y popularidades que cualquier otro rey español. Era llamado El Deseado justamente porque el pueblo español le aclamaba desde tiempo atrás como quien debía gobernar legítimamente. No importó su traición a sus padres a manos de sus partidarios con el motín de Aranjuez o su arrastrado sometimiento —por momentos— a su antecesor y acérrimo enemigo, Napoleón.

Pero El Deseado pronto se reveló como un rey que solo veía su propio ombligo y poco le importó satisfacer las necesidades de los súbditos que más lo habían apoyado. Calló toda disidencia, mismo la de su círculo más cercano, y lo único que buscó en sus servidores era una fidelidad absoluta, aunque eso conllevara a que personajes poco preparados ocuparan puestos de impacto.

Un déspota medio ilustrado que solo escuchaba a sus asesores cuando le convenía, sin atender razones ni leyes, al grado de desaparecer la Constitución de Cádiz de 1812.

Encuentre las similitudes

La razón por la que Fernando VII no pudo mantener unido al imperio fue, entre otras, porque no supo poner un alto a las intrigas de su propia corte, ni logró coordinar de forma constructiva los trabajos de su equipo. Eso sin mencionar que se volvió sumamente retardatario cuando decía defender la Constitución de Cádiz de corte liberal.

Fernando VII traicionó a los ideales liberales que ayudaron a que retornara al poder. Concentró en su persona la soberanía; cuando ya se había logrado que la misma fuera del país, no del soberano.

Falló en construir una relación pacífica con los extintos virreinatos, como lo logró Inglaterra con Estados Unidos (sus extintas 13 colonias) en cuestiones comerciales. Con lo cual, vulneró la industria española, al carecer de recursos naturales como algodón, tabaco, etc.

Se decantó por el proteccionismo de su industria (cuando casi no había) y solo logró un aumento en la piratería. Cercenó así la producción y el comercio a la península, impactando de forma negativa en el nivel económico de su población. Apostó por lo artesanal, en lugar de buscar la industrialización, que iniciaba en Inglaterra.

Teniendo diversos momentos para brillar en las relaciones internacionales, prefirió no salir de España y sus ministros, fueron bastante gris, como lo fue su política. Basta señalar que, con la derrota de Napoleón, en la cual mucho tuvo que ver España, en lugar de acudir a los tratados de Fontainebleau o mandar a alguien, decidió no asistir, con lo cual, logró que España fuera el único país europeo en no incidir en la suerte del pequeño gran corso.

En su última etapa, se dio una represión brutal en contra de los liberales (así hubiesen apoyado a Fernando en la época napoleónica) y cerró periódicos y universidades que osaban cuestionar sus acciones.

Culpó a sus padres, a Napoleón, a los liberales de sus fracasos. Sin entender que más allá de la situación en que le tocó reinar, él mismo ocasionó parte de la ruina de las arcas reales, al insistir en guerras intestinas y otras con sus extintos virreinatos. Así, la razón por la cual Fernando VII fue un pésimo rey y no pudo mantener ni el gran imperio, ni el cariño de sus súbditos, fue porque no logró unir a todos cómo iguales.

Andrés Manuel

Igual que Fernando VII, Andrés Manuel busca culpables fuera, cuando en realidad los culpables de sus ineficientes acciones de gobierno son en muchos casos los grupos y las rencillas (algunas hasta personales) hacia el interior de Morena y de su equipo más cercano.

Error, cundo no entiende él —o no se lo quieren hacer ver— que los tiempos cambian y se requiere apostar por nuevas tecnologías, abrir el comercio y que fortalecer la industria nacional no requiere el proteccionismo, sino de mejores profesionistas

Sin lugar a dudas, cuando ambos tomaron el poder, fueron los líderes más queridos y vitoreados por sus “ciudadanos”. Fernando VII dilapidó la confianza de su pueblo al mostrar su verdadera cara de tirano. Por eso pasó de ser “el deseado” al más odiado.

El régimen absolutista de Fernando VII se tropezó, no por una pujante oposición, sino por el desconocimiento y los problemas al interior del equipo más cercano del rey. 

La oposición, enclenque en ese momento, no logró mucho para derrotarlo, pero sí las pugnas y celos internos. Algo parecido está ocurriendo en el equipo de Andrés Manuel.

El hubiera no existe

Si Fernando VII hubiera hecho caso a las Cortes de Cádiz, si hubiera aceptado que estas fungieran como verdadero poder legislativo (y una larga retahíla de “hubieras”) tal vez sería considerado de los mejores reyes en la historia de España.

Si Andrés Manuel hubiera leído con más atención la historia de Fernando VII, tal vez, no estaría repitiendo ahora muchos de los errores del extinto soberano español.

Pero ni el hubiera existe, ni México es España, ni el ser presidente da motivos para actuar como un monarca que divide a su gente.