Pocos personajes públicos en la actualidad gozan del desprestigio político y social que tiene Diego Fernández de Cevallos; sin embargo para el círculo de la política a la mexicana que nos tiene acostumbrado el régimen es un gran polemista, gran abogado, empresario, enamorado, ex secuestrado o auto secuestrado, triste comentarista de José Cárdenas en Radio Fórmula en fin, podría el PRI y el PAN otorgarle la medalla Belisario Domínguez para el 2019.

Diego, el jefe como le dicen sus admiradores, cumplirá 77 años el próximo 16 de marzo, ha sido diputado, senador y candidato  a la presidencia, hijo de un fundador del PAN, también ha sido traficante de influencias, negociador bajo la influencia que le ha permitido los cargos y negociaciones en el lado más oscuro de las alcantarillas del poder.

Es aquí donde el jefe Diego sabe manejarse  magistralmente, sin vergüenza y con un cinismo de frialdad (sin diagnóstico siquiátrico) sus éxitos lo han llevado a permanecer vigente por los últimos seis sexenios.

Este representa el ente político en esencia que la historia  de México ha creado en el siglo pasado y que el pueblo detesta, la imagen del abogado político exitoso corrupto e impune que tanto repudio ha generado, insuperable. Si con éste creen los del PAN y ahora Meade que pueden hacer algo, creo que están perdidos.

Uno de sus mayores méritos para el sistema fue la aprobación de quema de boletas de las elecciones de 1988 que habían dado el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, quizá de ahí nació esa unión tan intensa que en la legislatura XV de la que fue  coordinador de los diputados panistas se vendió de lleno a Carlos Salinas para que sus iniciativas pudieran ser aprobadas, de aquí nace el famoso PRIAN, de aquí obtiene numerosos regalos del Presidente Salinas entre ellos documentados una Jeep Grand Cherokee del año, terrenos de Acapulco y posiciones dentro del sistema, fortalece su grupo y es el único con derecho de picaporte a la casa presidencial, de aquí nace su apodo como la ardilla en aquel entonces, ya que siempre estaba en Los Pinos.

Diego ha sido uno de los mejores traficantes de influencias con lo que su despacho de abogados no pierde un caso como ejemplos el de la empresa Jugos del Valle 1996 cuando recuperó casi 1,800 millones de pesos por devoluciones del IVA e IEPS; otro caso es el de los Ramos Millán en 1997 que ganó a la Reforma Agraria y al Departamento del DF , siendo Presidente del Senado, obtiene para sus clientes cien veces más del valor, un mil 214 millones de pesos; otro caso es el de las familias Autrey Maza y Ancira Elizondo  propietarios de Altos Hornos de México; otro más el del Banco Bital  en 2001 al fusionarse al Banco del Atlántico no pagara a Cecilia Reyes michoacana de 83 años, más de 45  mil millones de dólares que reclamaba de un depósito que había hecho en 1988 de 59 millones de viejos pesos, dinero que nunca tocó, que se fue renovando automáticamente en plazos de 30 días y tasas de interés que a veces superaban el 100%. Ni un quinto de lo reclamado recibió la demandante.

Hay más casos y en su mayoría tienen  un común denominador que es ganarle a instituciones o empresas del Estado y estar detrás de bambalinas o al fondo de las cañerías acomodando la mierda oportunamente, su historia es muy larga y rica en anécdotas como cuando vendió su candidatura presidencial a Carlos Salinas en 1994  ganando el debate e inmediatamente retirándose  para que asumiera la presidencia Ernesto Zedillo o cuando  financió a Carlos Ahumada (2004) para golpear a López Obrador.

Diego Fernández de Cevallos quiere asumir el papel de defensor de la democracia y descalificar a la PGR porque ésta es usada en la guerra sucia contra Ricardo Anaya, que al parecer es uno más de sus clientes, es una aberración, un contrasentido. Ahora dice que él defendió a AMLO en el desafuero, ¡por favor!

Pero si tratamos de utilizar la lógica de Diego es posible que su negociación con su cliente Ricardo Anaya pueda ser rebasada por el ofrecimiento de otro de sus clientes, este es José Antonio Meade. La asistencia de Diego a la celebración de Meade no tiene otra explicación. Quizá trataron de guardar de cierta manera las formas y evitar la presencia ahí de Carlos Salinas de Gortari –el titiritero mayor, el capo tuti capo, el Padrino- pero o pudieron evitar la asistencia de uno de sus mejores personeros y negociadores. ¡Vaya campaña de contrastes!  

El día uno de abril la gran familia tiene que salir a presentarse unida, como cualquier pleito nocturno de alcoba al amanecer saldrán tomados de la mano; una vez acomodadas las piezas unidos se enfrentarán al gran rival, que es su rival que quieren vencer; sin embargo ese gran rival ya les lleva delante varios kilómetros y cada día que pasa el pueblo  lo acuerpa más.   Y ya saben quién.

NOTA: Yo también participé en el desafuero en abril de 2005 en el  zócalo de la Ciudad de México con más de un millón de pueblo.