Es un hecho que estamos en un estado de emergencia nacional en materia de violencia feminicida. Desde 2015, el registro oficial de decesos de niñas y mujeres por motivos de género ha tenido un repunte imparable y a estas alturas, poco importa el color del gobierno en turno para tratar de capitalizar culpas políticas; lo inaplazable es reconocer la existencia de un problema mayúsculo y actuar con rapidez.

El feminicidio es la máxima expresión de violencia –y odio- contra las mujeres por lo que somos. También es la amplitud de la impunidad, del silencio, la complicidad y el fracaso de todas las instituciones sociales, desde la familia, la iglesia, la comunidad y hasta el gobierno, en su obligación para garantizar seguridad y justicia.

Lamentablemente estamos en un momento crítico. La violencia más radical contra las mujeres no solo lastima a un mayor número, sino que se esparce por todo México, y a pasos agigantados; la problemática de los feminicidios dejó de ser un asunto aislado, de una situación de excepción, de un fenómeno sociológico como quisieron explicar lo sucedido con las muertas de Juárez. Ya se trata del día a día, en casi cualquier lugar del territorio nacional.

La Ciudad de México está en el foco de este tipo de criminalidad. De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la CDMX en 2015, reportó un total de 56 feminicidios; para 2016, 46 feminicidios; en 2017 se registraron 37 feminicidios; en 2018, 40; y en 2019, un total de 68 feminicidios. Este registro nos coloca como la tercera entidad federativa a nivel nacional con mayor número de presuntos feminicidios.

Sin embargo, hay datos más escalofriantes. La demarcación de Xochimilco se está convirtiendo en nuevo territorio feminicida. El día de ayer por la noche, se anunció el lamentable hallazgo de los restos humanos de la pequeña Fátima, una niña de siete años reportada como desaparecida, en la colonia de Santiago Tulyehualco, Xochimilco.

Con todo el dolor, este caso se suma a las de muchas más mujeres víctimas de feminicidio en Xochimilco. Con cifras de la fuente antes citada, en 2017 se registraron oficialmente 3 feminicidios en dicha demarcación territorial, ubicando a Xochimilco como el municipio 57 en una lista de 100 a nivel nacional. Este índice señala a los primeros 100 municipios con incidencia de presuntos feminicidios.

Así, en tan solo 3 años, Xochimilco pasó de ser el municipio 57 al número 29. Esto es, porque en 2018 también se registraron 3 feminicidios y para 2019, la cifra pasó a 6. A la fecha, es decir, para 2020 aún no tenemos una numeralia certera de los feminicidios en Xochimilco, pero los medios de comunicación informan, además del caso de Fátima, una tentativa de feminicidio en Barrio Caltongo.

Ojalá Xochimilco fuera motivo de esta columna y otras, por su folclor, cultura e historia, y no por la recurrencia en que las niñas y mujeres son víctimas de feminicidio. Me gustaría que los embarcaderos –canales- fueran noticia por su oferta de recreo para personas nacionales y extranjeras, y no por ser uno de los lugares en que los feminicidas abandonan a sus víctimas, con intenciones de ocultar sus restos y con ello, sus delitos.

Me preocupa sobremanera que no sea un tema de interés para nuestras autoridades; al menos hay pistas interesantes por atender, una de ellas, la ofrece el Mapa de los Feminicidios en México elaborado por la Geofísica María Salguero. En dicho Mapa, se muestran algunas de las colonias con mayor recurrencia de feminicidio: Barrio 18, Ampliación San Marcos, Santa María Nativitas, Santiago Tepalcatlalpan, La Cebada, San Gregorio Atlapulco y Santiago Tulyehualco; sin embargo, poco o nada se hace para investigar más a fondo e implementar políticas públicas de prevención.

Hoy, Xochimilco ha dejado de ser un lugar seguro para las niñas y las mujeres. Al menos no lo fue para Fátima, Julia, Wendy, Elizabeth y Lesly.

Hoy, las autoridades capitalinas tienen una deuda con Fátima, con su familia, con todas nosotras. Exigir justicia ya es poco, pero es indispensable hacia el camino de la paz.

Hoy, demandamos un Xochimilco, una Ciudad de México, un México libre de violencia contra las niñas y las mujeres.