Ni duda cabe. Trump y López Obrador son presidentes populistas, inconsecuentes en sus palestras y con serios problemas para mantener sus dichos. De hecho la forma en que se han expresado uno del otro y sus cambios a través del tiempo, hacen pensar que son bipolares.

Cómo olvidar cuando en marzo del 2017, el entonces candidato López Obrador en Washington D.C. ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunció a Donald Trump por la construcción del muro y la persecución de migrantes. Asesorado por Netzaí Sandoval Ballesteros, hermano de Irma Eréndira.

La denuncia no paró en el aspecto legal, sus dichos contra Trump llegaron más lejos en la rueda de prensa, donde Andrés Manuel dijo que “es una canallada de Trump que se exprese de los mexicanos como Hitler y los nazis se expresaban de los judíos”.

Decir que era “una vulgar amenaza, se debía demandar” y un libro de por medio para probar sus dichos culminaron en una “magnífica relación” con su “amigo”.

Trump que no deja pasar ningún tipo de adjetivo descalificativo contra su persona no se ha “enterado” de las palabras de López Obrador. Pero las ha cobrado. Como fue amenazar con tarifas arancelarias en el 2019, que obligaron a firmar un convenio, con el cual Trump consiguió controlar el paso de migrantes a su país.

Para ello, más de 30,000 elementos de la Guardia Nacional se encuentran desplegados en nuestra frontera norte, para no dejar que los migrantes pasen al otro lado del Río Bravo. Resultando en más de 200,000 migrantes varados en las ciudades y refugios fronterizos. Tan solo en junio del año pasado, México detuvo a 31 mil 416 migrantes. El mayor número de detenidos desde 2001, cuando inició este terrible conteo, pero arrestos que se mantuvieron de forma constante por el resto de los meses del 2019.

No solo eso, cuando México en la reunión de los países productores de petróleo dijo que continuaría con su producción diaria de 600,000 barriles, a pesar de que se le solicitó que solo fuera de 300,000, Trump dijo que esa parte sería tomada por Estados Unidos, con lo cual ellos producirían 300,000 barriles menos al día. Eso por supuesto, tiene un costo que tarde o temprano la amenaza naranja nos cobrará.

Al mismo tiempo, Trump ha seguido un patrón parecido al de su colega mexicano. Si bien no ha insultado de forma personal a Andrés Manuel, no se ha cansado de decir que los mexicanos que pasan la frontera son todos asesinos y violadores. Sin olvidar una carrilla de adjetivos descalificativos. Ya ha dejado patente su bipolaridad. Desde aquella dolorosa visita a los Pinos cuando él seguía siendo candidato y Peña Nieto lo recibió. Su actuación en nuestra patria fue de bondad, tan solo para volar a su patria y en un mitin de campaña la misma noche, reiterar que el muro se construiría y que México pagaría por el mismo.

Parecido a lo que pasa hoy. Tan solo el martes viajó a Arizona para ver cómo va la construcción del muro para que en menos de 48 horas, reciba en la Casa Blanca al presidente de la nación que tanto odia.

A lo anterior, no olvidemos que a todos los que Trump llama sus “amigous” después son ninguneados con igual esfuerzo. Como lo fueron Trudeau y Macron en su momento.

Así que hoy escucharemos loas de un lado para el otro, promesas de amor eterno y felicitaciones por ser los presidentes más amigos, caros y excelsos que han tenido ambos vecinos. No faltará que Trump diga que es la primera vez que un presidente de México visita su nación y seguro el presidente mexicano no se quedará atrás diciendo que los otros líderes mexicanos que estuvieron allá ni siquiera comieron en la Casa Blanca. Buen momento para recordarle que las primeras personalidades mexicanas en dormir en dicha residencia fueron la esposa e hija de Benito Juárez.

Tal vez, la cena que ofrece Trump a López Obrador y a los empresarios mexicanos, no solo sea para que los inversionistas estadounidenses lleven sus capitales a México. Puede ser que la verdadera razón sea invitarlos a invertir allá. Total, el dinero no tiene nacionalidad y Trump requiere inversiones en su economía para mejorar sus oportunidades en las próximas elecciones.

La verdad de la relación entre ambas cabezas de algodón (una pintada y otra al natural) será magnífica mientras así lo quiera Trump. Después, ambos podrán culpar a su contraparte si la economía de sus respectivos países sigue mal.