Cada vez es más común escuchar o leer  a mujeres y hombres declararse abiertamente no feministas, los más “moderados” dicen respetar la ideología, pero prefieren mantenerse al margen. 

Cada vez es más común escuchar o leer mensajes de odio hacia el movimiento feminista, denostando su significado, deformando la palabra en feminazi. Hoy en día, exigir la igualdad entre hombres y mujeres es sinónimo de extremista.

Cada vez es más común que una mujer que defiende sus derechos, sea vapuleada en redes sociales porque sus exigencias son –supuestamente- exageradas, por ello se merece la violación tumultuaria o que la desaparezcan y hagan pedacitos, mensajes así por el estilo.

Lamentablemente, el  discurso feminista se está deformando.  

El feminismo no es una etiqueta o moda,  que te define como persona, como dice Kim Kardashian. Es una lástima, pero la canciller alemana Angela Merkel también piensa que es una etiqueta, y se considera feminista a su manera.

El feminismo no es una forma moderna de victimismo, como señala la famosa video blogger estadounidense Brittany.

El feminismo no es lo opuesto al machismo, como equipará la actriz e 'influencer' española Paula Echevarría.

Puedes ser un varón y ser feminista; y puedes ser una mujer y ser machista.  El machismo y el feminismo son conceptos, que nada tienen que ver, no son antónimos. Esta creencia es lo que ha llevado a muchas mujeres a no definirse como feministas.

El feminismo no es la confrontación entre los hombres y las mujeres, es la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres.

La actriz británica Helen Mirren, lo ha dejado claro: "No importa cuál sea tu sexo o tu raza. Sé feminista".

“En todos los países que he visitado, me he dado cuenta de que cuando se respeta a las mujeres y se les da la libertad de cumplir sus sueños y ambiciones, la vida mejora para todo el mundo”, expresó la ganadora del Oscar.

El movimiento feminista ha sido un factor clave para el motor de cambio social. Esta lucha de muchas mujeres en el pasado, es la que hoy nos permite ejercer nuestros derechos naturales, que en hasta hace poco nos fueron negados, como el derecho a votar y ser votada.

Ridiculizar o denostar las exigencias sobre las cuestiones que afectan a los derechos de las mujeres, es una estrategia en la que se empeñan los sectores de la sociedad incapaces de reconocer que la mujer y el hombre son  libres e iguales en dignidad y derechos, mismos que se adquieren al momento de su nacimiento.