Cuando asesinaron en México a Ingrid Escamilla, los vecinos colocaron cartulinas moradas en las puertas. Lo supimos cuando acompañamos a su tía a instalar un memorial en las calles de la delegación Gustavo A.Madero. Sin pandemia, las calles alrededor del edificio donde Ingrid fue brutalmente desollada, colocaron moños negros y cartulinas blancas.

En medio de la peor crisis sanitaria generada por la pandemia de COVID19, con una de las tasas más altas de mortalidad en Europa, hoy los balcones y puertas de Italia tienen sábanas blancas con mensajes de despedida a Lorena Quaranta, una residente de medicina de 27 años que combatía la crisis sanitaria en su país.

Lorena fue ASESINADA por su novio, enfermero, después de ser acusada de “contagiarlo de coronavirus”. El feminicida de Lorena la estranguló. Ella apenas y tocaba su casa por las dobles jornadas que llegaron ante la pandemia. El feminicida intentó “suicidarse” cortándose las venas, sin éxito. Antonio De Pace alquiló, junto con Lorena, una pequeña casa desde octubre y supuestamente, la amaba. No sólo era algo que decía constantemente en sus publicaciones, sino que las fotografías de la pareja filtradas por medios italianos eso permitían pensar. Sonrientes con el mar de fondo, besándose. Ilusionados tras una bengala de luz, brindando. Impecables con una sonrisa amplia, abrazados. Nadie pensaría que en una pareja llena de “amor” habría lugar para el feminicidio. Ya habían pasado tiempo juntos en Calabria, Italia, en la casa de Antonio, y según la prensa internacional, en Vibo Valentia.

Durante tres años fueron pareja, sin denuncias por violencia. Algunos colegas del feminicida, con ánimos compasivos, han culpado a la cuarentena del terrible asesinato en contra de Lorena Quaranta. En Italia, un país de primer mundo. Uno de los ejemplos que son colocados cuando, a veces, nombran a la América Latina feminicida como un tema conceptual, de clase y calidad de vida. Lorena falleció sin que alguien le ayudara. Nadie escuchó nada.

Aquí no hay lugar para la compasión. El asesinato fue machista, doloso y la pinta de lo que parecía ser un noviazgo “amoroso”, en realidad, fue VIOLENCIA extrema y feminicidio. La misoginia es la verdadera pandemia, y ha tenido mayor duración a lo largo de la historia sin que algún combate sea capaz de erradicarla. En Italia, España, México, Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, El Salvador, Argelia, Siria, África o cualquier país, con excepción recientemente del País Vasco, nos matan y violentan.

No importa si hablamos inglés, español, alemán, italiano, árabe o si es que aún mantenemos leguas originarias. En todas las latitudes del mundo, ser mujer implica nacer con doble riesgo de muerte.

La última publicación de Lorena en su perfil de Facebook contenía un artículo sobre el coronavirus y un pésame a los médicos que murieron combatiendo la pandemia.

Ella estaba indignada ante la irresponsabilidad de aquellos que seguían burlando al COVID19 con sus salidas a las calles:

" Inaceptable “, decía.

Desde sus cuentas, pidió que se atendieran las medidas preventivas del gobierno, imaginando el riesgo que su propia salud corría por encontrarse en la primera línea de batalla contra el coronavirus:

" Ahora más que nunca debes demostrar responsabilidad y amor por la vida. Respetarte a ti mismo, a tus familias y a tu país. Y recuerda a aquellos que están en la sala diariamente para tratar a nuestros pacientes. Seguimos unidos, cada uno en su propio hogar. Evitemos que la próxima persona enferma sea un ser querido o nosotros mismos".

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Nunca imaginó que sería el hombre que supuestamente la amaba el que la iba a matar. No un virus, no la pandemia, no la crisis sanitaria ni el desbordamiento del sistema de salud pública. El hombre en quien confió y al que, ciertamente, cuidó. Ni es culpa de la pandemia, ni es culpa de Lorena. Su feminicida es el sistema patriarcal, encarnado en Antonio De Pace, que no es víctima de nada ni de nadie, sino machista prototípico de feminicida.

Sobra decir que ambos dieron negativo a la prueba. ¿Las más vulnerables y paradójicamente, las que más están haciendo por contener la pandemia y sanar a los infectados? Las doctoras y las enfermeras. No importa de qué país hablemos. Son ELLAS.