Saltó en mi tweetdeck el video en que Federico Arreola entrevista a Aurelio Nuño, el protegido de Peña-Videgaray y el PRI; lo vi de inmediato. Pronto felicité al periodista por exhibir, objetivamente digamos, la mezquindad y, agrego ahora, el autoritarismo y clasismo discriminatorio del premiado con el cargo de la secretaría de educación pública, sobre quien ya había escrito un texto (?Algo más que el escritorio de Vasconcelos y Torres Bodet; incapacidad de Nuño y Peña?. SDPNoticias.com; 18-10-15), y quien ha llegado a esa posición sin los merecimientos, la obra o las capacidades de estos antecesores.

Muy fanfarrón porque sus amigos del sistema y los columnistas ?tradicionales? han elogiado su actitud intransigente y dura contra los maestros disidentes y porque lo quieren ver como precandidato presidencial del PRI, también se ha lanzado a la caza de las que ha llamado ?Universidades Patito?, refiriéndose al valioso proyecto de López Obrador y de Morena de crear preparatorias y universidades públicas allí donde gobiernen.

Una propuesta que ha sido aplaudida por muchos, pues contrario a lo que hacen todos los partidos y políticos, se ofrece oportunidad de estudiar a quien no la tiene como plataforma de una política que aparte del estudio per se procura sustraer a los jóvenes de las tentáculos de la criminalidad que es uno de los gravísimos problemas del país. ¿Qué hacer con los jóvenes, procurarles escuela y trabajos o dejarlos en el abandono como se ha hecho hasta ahora en que se han convertido en carne de cañón de la violencia?

La entrevista de Arreola sólo confirma la disposición de Nuño contra ese objetivo que él llama de ?raja política? (como miembro destacado del partido más Patito de la historia, conoce el tema de sobra). Argumenta que en la ciudad de México sí existe suficiente oferta educativa de nivel superior en un balance de 214.000 preparatorianos egresados y 220.000 vacantes en universidades. Lo que no dice es que gran parte de la oferta yace en escuelas privadas sobre las que usualmente no se tiene ningún control y que por ello devienen precisamente en Patito; eso es un lugar común, cualquiera lo sabe. (Aclaremos a los amigos del exterior, Patito en México quiere decir chafa, o sea de muy mala calidá; adjetivo registrado por la academia de la lengua que no se come sino en zonas orilladas al mar).

Otro argumento es que para crear una nueva universidad deben de tenerse condiciones óptimas de organización, profesorado, investigación, etcétera; y eso es muy costoso. De acuerdo. ¿Y acaso no es una entidad pública precisamente la más susceptible de supervisión en el cumplimiento de los requisitos mínimos? ¿No es conveniente usar parte del exceso de recursos que obtienen los políticos en la forja de nuevas escuelas?

Por diferentes medios se sabe que, salvo excepciones, la educación pública es y ha sido históricamente mejor que la privada en México. La UNAM, como ejemplo mayor, refrenda esa verdad de manera constante. Leo ahora el excelente planteamiento de Anel Guadalupe Montero Díaz en ?La escuela de Aurelio? (SDPNoticias.com, 29-10-15), refiriéndose a otra parte de la entrevista donde Nuño tácitamente sostiene que la escuela privada es mejor que la pública y donde expresa su aspiración a la posibilidad de inscribir a sus nonatos a la segunda opción como resultado de que durante su administración ésta alcance a competir en términos de calidad con la primera (ese dichoso adjetivo tan manoseado desde hace mucho): ??alguien tendría que haber explicado a Aurelio Nuño que las escuelas privadas no son mejores que las públicas y que su respuesta ?hecho grave, pues es el secretario de Educación quien responde?, avala una falacia que a algunos grupos en el poder conviene consolidar como verdad incuestionable?. Si no está informado acerca de que la escuela privada no es superior ?en términos académicos?, que la pública ¿qué hace ahí??. Y demuestra su planteamiento citando las conclusiones comparativas de Blanca Heredia (contraste de la prueba PISA-2012 entre las escuelas públicas y privadas en México en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias) y el análisis de Ricardo Raphael sobre la mentira del discurso oficial en torno a la jerarquía educativa referente a lo público-privado.

Y añade, de acuerdo al libro de Raphael, El Mirreynato, la otra desigualdad, que los estudios superiores en universidades privadas son más bien una condición de identidad entre los grupos privilegiados y un mecanismo para tejer relaciones de poder. Un lugar donde, más que conocimientos, se adquieren conocidos. Contra ello tiene que luchar casi inútilmente el esforzado estudiante proveniente de la nada en términos de su condición social. Lo que falta por agregar es que si bien el mundo de universidades privadas nacionales o extranjeras significan esa condición privilegio en la cual no importa en realidad el desempeño académico del estudiante que ya tiene asegurada una ruta de ascenso ?su condición de trepador profesional, diría Cosío Villegas-, es en ese mundo privado donde, valídese la redundancia, priva la acusación de Nuño: lo Patito.

Y en estas escuelas Patito hay desde las caras a las muy costosas y algunas de ellas reditúan y muy bien. O se da el caso también de que en instituciones No-Patito egresan Alumnos-Patito. Vicente Fox ?obtuvo? (o compró, según algunos) el título de licenciao en la Universidad Iberoamericana (el movimiento #YoSoy132 honra a los estudiantes de esta universidad privada). Peña Nieto estudió en un identidad que suena a Patito, mas no puedo asegurarlo de cierto, la Universidad Panamericana. Estos egresados han dado múltiples muestras de incapacidad intelectual, y sin embargo? Han aprendido el mecanismo para acceder al poder primero de México independientemente de sus cualidades, que ya lo dijo la filó-sofá Adela Micha contraviniendo a Carlos Fuentes, no se necesita leer tres libros o siquiera la prensa para ser presidente en México.

Y a La Micha la validan no sólo Fox y Peña, de manera inaudita también el IFAI en 2013:

?El pleno del Instituto Federal de Acceso a la Información (Ifai) consideró como inexistente el historial académico del presidente Enrique Peña Nieto, por lo tanto, no existe referencia de los lugares académicos por donde el mandatario cursó sus estudios.

?En marzo pasado, un ciudadano requirió información sobre ?cuáles han sido las instituciones de educación básica, superior y de posgrado en las que ha estudiado el actual Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, así como los promedios obtenidos, y si se trata de instituciones pública o privadas?.

?En respuesta, la Unidad de Enlace de la Presidencia descartó contar con los datos, y orientó al solicitante de la información para dirigir su petición al Instituto Federal Electoral (IFE).

?Dentro de la respuesta de los comisionados se menciona que ?dado que en efecto no es un requisito que el Presidente tenga ciertos estudios, licenciatura o ciertas calificaciones, confirmamos la inexistencia que respondió Presidencia?.? (Aristegui Noticias; 09-10-13).

Mientras que en una institución pública existen estrictos y aun burocráticos mecanismos de supervisión y control (que se apliquen o no y cómo se haga, es otro asunto), el mundo de las escuelas privadas suele ser un caos y un fraude aunque, como se ha experimentado, pueda llegar a dar buenos dividendos de poder. Peguntemos a Nuño entonces: ¿más escuelas públicas susceptibles de verificación o acaso prefiere las escuelas Patito sin control?

Y lo curioso, Nuño, producto de lo privado nacional y foráneo, encaja a la perfección en la descripción de Raphael: un hijo del delicioso ?Mirreynato? de privilegiados y de cuates de ?nivel?; que por ello está donde está, como Peña y tantos más. Y no sabemos, -comparado con los autores de Ulises Criollo y Tiempo de arena-, si acaso resulte asimismo al fin en un secretario de educación Patito; con garrote en mano.