Muy mucho es un arcaísmo. En cambio, mucho muy a los mexicanos nos parece aceptable y, por lo visto, solo a los mexicanos, al menos es lo que creo haber leído en el sitio web de la Real Academia Española.

Toda mi solidaridad con los propietarios, editores, editoras, columnistas, periodistas en general que colaboran en el diario Reforma.

Indigna y espanta que alguien se atreva a amenazar con hacer “volar” las instalaciones de tan ejemplar empresa periodística.

Su dirección general ha actuado correctamente al denunciar el hecho que, con toda certeza, ya investigan las áreas de seguridad e inteligencia del gobierno de México.

Pero, ¿no es ya muy mucho el ruido que pretenden hacer sus editores en las columnas Templo Mayor, sin firma –es decir, la opinión institucional del diario– y la redactada por Manuel J. Jáuregui, seudónimo de alguien perteneciente a la familia propietaria del periódico?

Tales escritos –se entiende sin necesidad de leerlos entre líneas– se quedan a un solo paso de acusar al presidente AMLO de haber generado las condiciones para la amenaza.

Eso es irresponsable, ya que en México se respira, como nunca, un ambiente de libertades, sobre todo la de expresión.

Ayer ahí mismo se informó que en julio de 2012 fueron atacadas por el crimen organizado tres ediciones suburbanas de El Norte, hermano mayor del diario Reforma. Todavía gobernaba Felipe Calderón. ¿Lo señalaron sus editores como el responsable de los atentados? Creo que no lo hicieron. Se mantuvieron prudentes y qué bueno.

Saben en Reforma que el problema de la violencia en México viene de lejos y que los ataques a periodistas y empresas de comunicación –no solo Reforma ha sufrido agresiones en sus instalaciones, desgraciadamente ha habido más casos en los últimos sexenios– no se relacionan con el debate político, sino con las ambiciones de las mafias del narco a las que conviene desestabilizar al gobierno con golpes al periodismo.

De todo corazón deseo que no se cumpla la amenaza de colocar una bomba en el edificio de Reforma. Sería terrible que ocurriera, desde luego para quienes ahí trabajan, pero sin duda es algo que, de darse, también perjudicaría, y mucho, al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Debemos todos tranquilizarnos para no complicar todavía más las cosas en nuestro país. Todos, sin excepción.