Víctor Trujillo, alias Brozo, y Carlos Loret de Mola, alias Carlitos Carnalito (El payaso tenebroso dixit) unidos en un nuevo proyecto informativo, bastante caro por lo que se ha visto: más costoso aún porque operará pagando precios de insumos y salarios de toda clase de colaboradores en el mercado estadounidense, ya que se planea y realiza en la vecina nación del norte.

Vaya novedad la que trajo el Coronavirus; y no, no estoy diciendo que el meme más popular de la epidemia —el de Felipe Calderón bebiendo una gran y apetecible cerveza Corona— esté detrás del financiamiento al proyecto de Loret y Brozo, pero no lo descarto: sobran en la historia medios más o menos grandes, más o menos bien hechos, más o menos exitosos auspiciados por políticos rivales de quien está en el poder.

Desde luego, les deseo suerte a Brozo y a Loret —y a los otros periodistas que les acompañarán—, como Luis García, especializado en fútbol, y Galilea Montijo, estrella de la información farandulera.

Lo único que les critico es que presuman —en un video en el que aparecen Brozo y Loret— que se fueron a Estados Unidos porque “hicieron enojar” a Andrés Manuel, a quien ni siquiera tienen la decencia de mencionar por su nombre.

No creo que el presidente López Obrador esté enojado con ellos; menos aún pienso que Brozo y Loret hayan molestado tanto a AMLO como para haber tenido que irse a Estados Unidos. Ni siquiera es probable que hayan perdido sus empleos anteriores por culpa de nadie con influencia en la 4T.

Los medios y periodistas que más han cuestionado a López Obrador y a su gobierno no son Brozo y Loret, por supuesto que no, sino en primerísimo lugar los de Proceso y Reforma; después Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula e Imagen, y hasta los —normalmente partidarios de Andrés Manuel— editores de La Jornada, que en el culiacanazo realmente metieron en problemas a la 4T con una fotografía que, como el dos de octubre, la tribuna anti chaira no olvida.

¿Qué ha pasado con los medios y periodistas con quienes AMLO no está de acuerdo? Nada malo. Todo lo contrario, cuando el presidente de México los cuestiona, mejoran sus estadísticas de audiencia.

México no es un país que expulse periodistas. Los asesinatos de ya demasiados reporteros, que se han dado desde sexenios anteriores, tienen poco que ver con la política nacional; normalmente se relacionan con la violencia del narco en algunas regiones del país, problema, no lo olvidemos, causado por la necesidad que tuvo Calderón de tratar de limpiar su imagen —declarando una estúpida guerra al crimen organizado— después del fraude electoral de 2006.

Ni siquiera la periodista que más ha sido perseguida por los dirigentes del sistema político, Carmen Aristegui, se vio obligada a abandonar México por haber molestado a dos gobernantes en dos sexenios consecutivos.

En lugar de caer en la payasada de periodismo en el exilio que quieren vender Loret y Brozo, la señora Aristegui simple y sencillamente se puso a trabajar en México. Con la ayuda de mucha gente, destacadamente sus lectores y oyentes, pero también con el apoyo de personajes de primera como los abogados Javier Quijano y Xavier Cortina, la periodista más creíble de México pudo mantenerse de pie, consolidó su propio negocio en nuestro país y sigue haciendo un trabajo honrado y productivo.

¿Que su rating en radio no se compara con el de los líderes Ciro Gómez Leyva y Óscar Mario Beteta? Es la verdad, pero más que culpa de Carmen, el problema es de la empresa en que presta sus servicios, Radio Centro. En emisoras más importantes, como las de Radio Fórmula, ella arrasaría.

En fin, suerte a Loret y Brozo, pero ojalá se moderen: están muy lejos de tener la autoridad moral de Aristegui.

Ya en Estados Unidos, espero que cubran correctamente no solo las elecciones presidenciales de ese país, sino el caso García Luna, el estratega y operador de la fallida guerra contra el narco a quien tan estrechamente trataron en México durante el calderonato.