Andrés Manuel no lo sabe, pero hay deportes más interesantes, sobre todo más sapientes, que el beisbol. Uno de ellos, el más erudito de todos, es el ciclismo.

Como estaban en perfecta forma intelectual, hace no muchos años los grandes filósofos de todos los tiempos compitieron en su propio Tour de Francia. Jamás habrían siquiera considerado participar en una Serie Mundial de beis a la gringa.

Organizó tal competencia un ciclista profesional, quien también es filósofo profesional y además autor de obras de teatro, Guillaume Martin, del equipo Cofidis.

Carlos Arribas, de El País, ha revelado que este ciclosofista entrena escuchando los debates filosóficos de la radio France Culture: “pedalea contra la lluvia y las tempestades sumergidas su mente y su energía en la escucha de disertaciones a veces incomprensibles sobre Descartes, sobre el cuerpo y el espíritu, la inteligencia práctica y la inteligencia teórica, y tanto se entrega que acaba pájara”.

Acabar pájara significa, en España, que el ciclista termina sus entrenamientos o carreras absolutamente tronado; en el caso de Martin no se sabe bien a bien si ello ocurre, cuando llega —inevitablemente aparece—, por el esfuerzo en las montañas francesas o por tanto batallar intentando descifrar las reflexiones filosóficas de Descartes o en otras ocasiones, supongo, de Hegel o Marx. O de Platón y Sócrates.

A Guillaume Martin, sin duda, le ha resultado eficaz tanta dialéctica metida en el casco cuando entrena en las carreteras montañosas de Francia, tanto en los Alpes como en los Pirineos: ahora mismo es tercero en el Tour de Francia con una desventaja respecto del líder, Primož Roglič, de 28 segundos, y mucho muy cerca del segundo clasificado, Egan Bernal. Esta clasificación se modificará, así lo pienso: ganará Tadej Pogačar, demasiado joven para la filosofía, pero por su edad decididamente atrevido.

Es decir, Martin no es un ciclista del montón, sino de los buenos escaladores.

Guillaume Martin tuvo la buena idea de organizar un Tour de Francia para pensadores. Lo hizo en el libro Sócrates en bicicleta: el Tour de Francia de los filósofos.

“Imagina a Sócrates, Aristóteles, Nietzsche, Pascal y otros en la línea de salida. Siga su preparación para el Tour de Francia, el evento ciclista más prestigioso del mundo, al que extrañamente han sido invitados. Comparta sus preguntas, sus dudas, sus errores. Piense junto a ellos. Pedalea con estos deportistas divertidos, estos corredores filosóficos, estos ‘ciclósofos’ como me divierte llamarlos. Se dice que estarían dotados de una poción mágica: su inteligencia. ¿Esto les permitirá conquistar el codiciado maillot amarillo?”<br>

Guillaume Martin, tercero en la primera semana del Tour 2020

No he leído ese libro. Creo que ni siquiera se ha editado en español. Pero encontré algunas reseñas de Socrate à vélo: Le tour de France des philosophes

Sócrates en bicicleta

√ "Dos equipos insólitos recorren el Tour de Francia, uno griego y otro alemán, formados por pensadores como Sócrates, Nietzsche, Epicteto y Maquiavelo".

√ Martin es un ciclista “un poco diferente al resto”… “tiene una maestría en filosofía, ha escrito columnas en Le Monde y también obras de teatro. Es un buen corredor por derecho propio, escalador, de Normandía, ha ganado varias carreras ... y ahora corre para Cofidis”.

√ “El equipo griego está formado por filósofos famosos, mientras que el equipo alemán tiene ciclistas de ficción como Alltich, Ullrig y Zadel (guiños a personas como Rudi Altig, Jan Ullrich y Erik Zabel, por supuesto) más Marx y está dirigido por una cohorte de expertos, como Einstein”.

Sócrates en bicicleta es una historia de la filosofía no aburrida.

√ “Vemos a Nietzsche entrenando con valentía mientras escucha Los caminos de la filosofía”.

√ “Ilustres filósofos trepan por los puertos de montaña junto a los grandes campeones”.

Heidegger cae en una cuneta.

√ Sócrates se pone al frente del pelotón.

Sartre es el entrenador de la selección de Francia.

√ Hay otros equipos: Russell y Hobbes están en el británico.

√ El equipo francés, además de con Sartre, cuenta con Pascal.

√ Los holandeses tienen a Spinoza y Erasmo.

√ El libro es de filosofía, pero también de ciclismo: entonces, cuando Sócrates gana una etapa, lo celebra como un ganador en el Tour, y no solo como filósofo.

Carlos Arribas, de El País, ha hecho el mejor análisis de Sócrates en bicicleta:

Martin se declara socrático, esclavo del raciocinio, pero proclama un interior tan nietzscheano que se ve obligado a lanzar una soflama casi provocadora. “Pierre de Coubertin, el inventor de los Juegos Olímpicos modernos, decía: ‘Lo importante es participar’. Nietzsche, sin embargo, escribía a través de su héroe Zaratustra, a quien no es complicado comparar con un gran escalador que se pasa el día subiendo y bajando de su montaña: ‘No aconsejo la paz, sino la victoria’. Y así tiene que ser'...”.

Carlos Arribas, El País

AMLO con Nietzsche contra Calderón

Es lo que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador al burlarse de Felipe Calderón: no buscó la paz con quien prácticamente encabezó un golpe de estado con el fraude electoral de 2006, sino que decidió ir por la victoria total sobre tan siniestro personaje, esto es, por la  aniquilación definitiva de quien no solo lastimó tanto a la democracia mexicana al robarse las elecciones, sino que entregó las instituciones de seguridad pública de nuestro país al narcotráfico, lo que se está evidenciando en el juicio a Genaro García Luna en Nueva York.

Si el pitorreo presidencial ayuda a que jamás vuelvan al poder los mafiosos que tanto daño le hicieron a México, bienvenido el pitorreo presidencial, aunque a algunas personas objetivas e imparciales en la cúpula de la comentocracia les parezca de mal gusto. A veces la elegancia deben subordinarse a la eficacia.

Lo que sigue es que Andrés Manuel, para lograr mejor sus metas —sobre todo después de la pandemia, que tanto ha complicado alcanzar los objetivos—, se interese en el deporte sabio, el ciclismo, y se olvide un poco del beisbol. Y es que no me imagino una Serie Mundial de filósofos. Ninguno aceptaría participar por el riesgo de morir de un bostezo agudo por estar parado largos minutos en el jardín central sin hacer absolutamente nada, para después irse a sentar durante más tiempo todavía en el dugout, mientras el juego se desarrolla tan, pero tan lentamente.