La idea de decir ‘las cosas como son’ se ha convertido en una ideología en sí misma.<br>

Constanza Michelson, publicado en el 'Huffington Post'

¿Es bueno decir siempre toda la verdad? ¿Se valora realmente la sinceridad de las personas? ¿Cuándo hablamos de sinceridad y cuándo lo hacemos de sincericidio? Hablar de sincericidio significa decir la verdad sin prudencia…<br>

Adriana Díez, publicado en 'La mente es maravillosa'

No sé si sea positiva o negativa la idea —o ideología— de invariablemente decir las cosas como son. Tampoco importa: en lo que voy a contar solo puedo ser sincero en extremo.

No es tan delicado el tema, así que no caeré en el sincericidio. Lo que sea, considero mi obligación narrar, tal como ocurrió, mi primera —seguramente la última— experiencia con Emirates Airline.

Compré hace dos semanas un boleto de Aeroméxico a Barcelona. Por algún problema personal, no pude salir. Más o menos solucionada la complicación, traté de encontrar lugar tres días después. Batallé muchísimo para conseguir espacio en el vuelo directo de la mencionada aerolínea.

Aunque soy cliente leal de Aeroméxico desde hace muchos años, pensé que era buena idea recurrir a Emirates Airline, que recientemente estrenó su ruta Barcelona-México.

Me animó lo que había leído en algunos diarios: que los pasajes en Emirates eran entre 28 y 63% más baratos que en Aeroméxico.

En la App de Emirates Airline encontré que había lugares disponibles, pero algo falló y no pude hacer mucho más: me resultó imposible reservar el boleto —menos aún iba a poder pagarlo—, pero sí logré ver el precio. Me pareció excesivo, seguramente un error; por esta razón decidí mejor llamar por teléfono a la aerolínea.

El número telefónico lo encontré fácilmente en Google. Me contestó una persona que hablaba español con acento colombiano, creo. Me dijo que, en efecto, lugares había y me preguntó si quería un asiento en clase turista, en business o en primera. Respondí que en business, ida y vuelta. Me dio el precio y me escandalicé: el boleto era aproximadamente 50% más caro que el de Aeroméxico.

Emirates probablemente grabó mi llamada, así que los interesados en esa empresa podrán sin mayor problema comprobar que digo la verdad.

No estuve dispuesto a pagar tanto dinero, así que insistí en Aeroméxico y, después de mucho batallar, conseguí lugar en un vuelo con escala en Madrid.

A un amigo que conoce el negocio de la aviación comercial le dije que me había parecido excesivo el precio del pasaje de Emirates, por lo que me había quedado sin conocer alguno de sus aviones súper modernos. Esa persona me explicó que estaba yo muy equivocado, que el avión que Emirates Airlines envía a México no tiene nada de nuevo, que inclusive es más viejo que las aeronaves de Aeroméxico que vuelan a Madrid, París y Barcelona, que sí son de reciente generación.

Juro que así ocurrieron las cosas. Las cuento esperando que nadie más se deje engañar por las fake news que difunden las agencias de relaciones públicas contratadas por Emirates Airlines. Porque eso es lo que hacen tales agencias: timar periodistas y editores crédulos dispuestos a tragarse cualquier cuento.