Ningún intelectual mexicano tiene más reconocimiento fuera de nuestro país que Enrique Krauze; por lo tanto, ninguno es más trascendente que él. Sé que molestaré a la gente de izquierda con este juicio, pero es la verdad.

Otro extraordinariamente exitoso hombre de cultura, Epigmenio Ibarra, ha triunfado en el extranjero con sus extraordinarias producciones para TV, que se ven en todo el mundo. Lo ha hecho con honestidad y transparencia. Sé que molestaré a la gente de derecha con esta afirmación, pero simple y sencillamente soy objetivo en lo que expreso.

Estoy hablando de dos hombres que deberían ser motivo de orgullo para los mexicanos: ambos son ejemplares empresarios de la cultura —Enrique ha hecho un gran trabajo en Letras Libres y Clío, mientras que Epigmenio ha brillado con Argos—; los dos son hombres honestos, buenos y educados.

No comparten ideología y ello, en nuestro México dividido, los pone en el centro de toda clase de ataques de los militantes o simpatizantes de los dos grupos —el de izquierda y el de derecha— que irracionalmente pelean por controlar una nación, la nuestra, que solo saldrá adelante con la participación de todos. Y es que una sociedad compleja como la mexicana, que además es una de las mayores economías del mundo, de ninguna manera puede ser patrimonio de una sola forma de pensar acerca de la conducción de los asuntos públicos. Ojalá ya lo entendamos.

Me deprimen los ataques que a diario reciben en redes sociales Enrique Krauze —y sus hijos León y Daniel— y Epigmenio Ibarra.

Se les agrede por cualquier cosa que dicen. Olvidamos el principio básico de la libertad: permitir que el otro se exprese sin molestarlo, cualquiera que sea su posición ideológica.

Conozco a Enrique y a Epigmenio, me considero amigo de ambos, los admiro y respeto. Quizá, para dar un ejemplo a toda la sociedad mexicana, ellos deberían iniciar, en las redes sociales en las que participan, un diálogo respetuoso, con altura de miras, en el que ignoren las acusaciones vulgares que tantos usuarios de Twitter les lanzan de ser chayoteros, intelectuales orgánicos o comerciantes favorecidos por los anteriores o por el actual gobierno.

Me gustaría saber qué opina Krauze de la defensa que a diario hace Epigmenio del proyecto de López Obrador.

Y, desde luego, me encantaría enterarme de lo que piensa Epigmenio acerca de las razones de Krauze para estar en contra de la 4T.

Nadie tiene la verdad absoluta ni nadie está totalmente equivocado. Lo correcto es buscar lo bueno que tienen los argumentos del rival para aprender de los mismos. Ello solo es posible mediante el diálogo, fuerte e intenso si se quiere, pero educado. No hay necesidad de perder el estilo.