Me quejaba en un diálogo al aire con Óscar Mato Beteta, de Radio Fórmula, de que no tenían permiso los hospitales privados mexicanos —algunos de ellos, excelentes— para realizar pruebas confirmatorias de coronavirus.

Es lo que me habían dicho tanto funcionarios públicos del sector salud como médicos que tienen una práctica privada.

Como eso es evidentemente absurdo —¿hay alguna razón para que el Estado monopolice el diagnóstico?—, sugerí respetuosamente al secretario de Salud, Jorge Alcocer; al subsecretario Hugo López-Gatell, y al propio presidente Andrés Manuel López Obrador que privatizaran el Covid-19.

No entiendo por qué si un empresario rico de Monterrey se contagió en el Madrid-Barça después de una gran comilona con los vinos más caros de Rioja, el gobierno tenía que regalarle la prueba confirmatoria. Ridículo, de plano.

Casi todos los casos en México se han contagiado en Europa, entonces es gente con recursos para mínimamente pagar un análisis.

Además, los buenos hospitales privados mexicanos —Centro Médico ABC, Médica Sur y Ángeles, de la Ciudad de México, como el San José, Muguerza y Zambrano, de Monterrey— no serán tan irresponsables como para no reportar sus hallazgos al sector salud, para que los médicos puedan darle seguimiento a los casos que deban ser vigilados.

Después de ese comentario en Radio Fórmula, supe de la mejor fuente que al menos el Centro Médico ABC ya validó sus procedimientos de análisis con el sector salud, de tal modo de que, por fortuna, en ese hospital privado ya se pueden realizar pruebas confirmatorias de coronavirus. Creo que los hospitales Ángeles también ya pueden hacerlo. Ojalá los otros hospitales privados igualmente pacten con el gobierno para realizar tales estudios.

Es una buena noticia: el Estado no puede con toda la carga