Dice Reforma: “Emilio Zebadúa González, ex Oficial Mayor de la Sedatu y la Sedesol, pieza clave en la ‘Estafa Maestra’ ofreció convertirse en testigo protegido y revelar el papel del ex presidente Enrique Peña Nieto y de su ex jefa, Rosario Robles Berlanga, como artífices de la operación para desviar los recursos a las campañas electorales del PRI”.

Exactamente la misma treta que tiene al ex director de Pemex, Emilio Lozoya, en libertad.

Cierto es que gracias a Lozoya hemos conocido las corruptelas mayores de no pocos personajes de la política, los negocios y aun de los medios de comunicación. Pero...

Huele a cobardía delatar a otros, a otras.

Según el diario 20minutos.es la palabra cobarde llegó a nuestra lengua “a través del francés ‘couard’ (de igual significado) y este vocablo era una transformación del francés medieval ‘coart’ usado para referirse a la cola de un animal (este término  procedía del latín vulgar ‘coda’ y a su vez de latín clásico ‘cauda’)”.

¿Cola y cobarde son palabras que están relacionadas?

En efecto, como dice el citado periódico, “en la antigüedad se dieron cuenta que cuando un animal (como el perro o el lobo) tenía miedo y se asustaba, una de las cosas más características que hacía era esconder la cola (rabo) entre las patas”.

No dudo que Zebadúa aporte valiosas pruebas que lleven a castigar a las personas que en el pasado más se corrompieron. Pero lo que él hace es cobarde.

¿Y si nada de la evidencia que entregue a la Fiscalía General de la República tiene utilidad? No es una pregunta irrelevante. Lozoya dijo muchas cosas que parecen creíbles, pero hasta el momento no se ha procesado a nadie. Si los dichos de Zebadúa resultaran inútiles, habría que castigarlo como lo merece alguien que robó y ahora pretende, delatando a sus cómplices, que se le perdone. Lozoya, desde luego, merecerá una sanción si su testimonio no lleva a nada.

Es lo menos que merecen el par de pillastres que, para salvarse, escondieron la cola entre sus patas y delataron a sus cómplices y amigos. En el caso de Zebadúa, a su amiga Rosario.