Si la tierra desapareciera quedando solamente Bolivia, todos los productos y climas de la tierra se hallarían allí. Bolivia es la síntesis del cosmos<br>

Alcide d’Orbigny

Tras las cuartas elecciones en cuatro años, estamos donde estábamos<br>

'La Vanguardia', de Barcelona, sobre el proceso electoral de ayer en España

“Esas cosas ya no pasan en América Latina”. “Es una cortina de humo”. “Exagera el presidente López Obrador”. Excepto algunos pocos comentaristas que tomaron en serio sus palabras, la gran mayoría de los analistas de los medios de comunicación descalificaron la advertencia de Andrés Manuel de que hay ensayos golpistas en México. De hecho, el presidente negó la viabilidad —que no la posibilidad— de un golpe de Estado en México de esta manera: “Aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huertas, los Franco, los Hitler o los Pinochet”.

Ayer, en El Universal, Lorenzo Meyer —un intelectual muy solido— definió el concepto: “Un golpe de estado es el derrocamiento repentino y violento por el ejército”. Le faltó añadir al historiador que los golpes los dan también otros grupos de poder, no solo los militares. ¿Está en marcha algo así en México? Quizá no, o todavía no. Pero acciones desestabilizadoras sí que las hay.

Meyer recordó la concatenación de varias masacres: la de Aguililla, Michoacán; la de Culiacán, Sinaloa, y la más espantosa, la de mujeres y niños de la familia LeBarón en los límites de Chihuahua y Sonora. Hechos sin duda terroristas agravados porque se dieron en el contexto de cierta inconformidad de generales en retiro, expresada abiertamente en discursos, videos y declaraciones a los medios de comunicación.

Bien dice Meyer que la actual es una “coyuntura muy complicada para la Cuarta Transformación”, esto es, para la revolución pacífica, de izquierda y con orientación popular, que ha afectado los intereses de los grandes grupos económicos que solían ser los beneficiados por el gasto público, y que también —y sobre todo— ha puesto en peligro a la alta burocracia del pasado que ha sido cómplice de los sectores financieramente más poderosos y aun del crimen organizado, burocracia enriquecida a la que nunca antes se le había perseguido judicialmente en la forma en que está ocurriendo en la 4T.

El historiador Meyer dice que ante el inevitable choque “entre lo que hasta ayer fue y lo que hoy busca ser”, AMLO al hablar de un golpe de Estado hizo un llamado a no avanzar por un camino que no beneficiará a nadie, ni al ejercito ni a la derecha.

Porque, tal como vimos ayer en Bolivia con el golpe en contra de Evo Morales, es falso que esas cosas ya no pasen en América Latina. Es decir, tristemente en materia de la disputa política los hechos bolivianos nos han recordado que estamos donde estábamos. Y contra salidas ilegales y violentas debemos estar unidos los mexicanos.