Seis mil pesos en laboratorios privados

Carajo, presidente AMLO, ¿y cuál es el problema de que te hagas la prueba para saber si tienes coronavirus o no?

Está bien, que no se utilicen recursos públicos. Llama, entonces, a Olegario Vázquez Aldir, amigo tuyo. Sus hospitales, los prestigiados Ángeles, brindan ese servicio con autorización del sector salud. No es barato el análisis, pero con tu salario de gobernante podrás fácilmente pagarlo. Serían seis mil pesos que tranquilizarían a México.

Como te juntas con tanta gente, Andrés Manuel, tendrías que hacerte la prueba varias veces.

Ya estuviste en contacto con un contagiado, el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad. Por cierto, ¿no te has preguntado si, en realidad, no fue Fayad quien llevó el Covid-19 a Palacio Nacional, sino que quizá alguien de tu gabinete pudo habérselo transmitido? Tus colaboradores y colaboradoras no son fifís, pero sí son personas de mundo: la ministra Sánchez Cordero, el ingeniero Jiménez Espriú, el canciller Ebrard, el consejero Scherer, la politóloga Irma Eréndira, todos ellos y ellas han viajado, conocen extranjeros —sobre todo de España y Estados Unidos, sí, países excesivamente castigado por el coronavirus—, reciben a toda clase de gente con una alta probabilidad de haber estado en contacto con infectados sin síntomas. 

Aguas con los de la cervecería si son gringos

Vas a recibir la próxima semana, dijiste, a los de la cervecera Constellation Brands. ¿Son gringos? Híjole, nuestros vecinos ya tienen el liderato en contagios. Si se apellidan Smith, Johnson o Williams o algo así, yo los pondría en un extremo de la gigantesca mesa de juntas del Palacio Nacional, y tú en el otro. Con Poncho Romo en medio. El karma ha sido cabrón con el pueblo de Estados Unidos. Tanto dijeron allá que el Covid era una pandemia china, que ahora si una nacionalidad merece es la yanqui. Y después de dialogar con ellos —deseo, por cierto, que continúen las obras de la empresa en Mexicali: el sector privado necesita razones para seguir invirtiendo—, después de que se vayan, deberás llamar al infectólogo Francisco Moreno, del Centro Médico ABC, donde tanto te quieren —por apoyarlos te metiste en el lío del desafuero— para que te haga la segunda prueba del Covid-19.

Es lo justo: la prueba una vez en el Ángeles, otra vez en el ABC. Y si se necesita una tercera, en Médica Sur. La cuarta en los laboratorios Olarte y Akle. Para que todos estén contentos. Ni hablar, ustedes los políticos están obligados a ser parejos.

Y sí, seis mil pesos en cada análisis. Te alcanza, sin duda te alcanza. Beatriz entenderá; mujer con un extraordinario sentido común debe estar preocupada como cualquier persona de este país. Tienes que hacerlo por tu familia, sí, pero especialmente por México, por todos nosotros: te necesitamos absolutamente saludable.

Vale la pena salir una vez más de la caja

Ya sé que el experto que tantos reflectores tiene —ya se ve en la Silla del Águila en el 2024; sabes muy bien, Andrés Manuel, que que así son todos en la política cuando carecen de experiencia en la materia y no han recibido los golpes que da la vida—, el doctor Hugo López Gatell dirá que ‘técnicamente, científicamente no se justifica’… Es todo lo que sabe decir. Me aburre el discursito de López-Gatell basado supuestamente en la ciencia y en la técnica. ¿Acaso no le enseñaron en la Universidad Johns Hopkins que el verdadero hombre de ciencia sabe pensar fuera de la caja?

¡Fuera de la caja, sí! ¿No te encanta, Andrés, esta expresión gringa? Eres un especialista en pensar distinto, en ser creativo: lo convencional nunca ha sido lo tuyo. ¿Por qué ahora seguir absurdamente al pie de la letra las recetas tradicionales de un epidemiólogo que, como bien sabes, al final hará lo que tú digas, no lo que exija la ortodoxia de lo que estudió? Él ya es político, el mosco transmisor de de la grilla le picó y fuerte. La medicina, te aseguro señor presidente, ya debe ser en su vida algo bastante secundario. Pero qué te digo a ti, Andrés: los conoces. Él ya se vio, ya se vio. Tú sabes de esa enfermedad, Andrés Manuel. No hablo del virus, sino del mareo del funcionario al que los focos alumbran de más de un día para otro. Dice el dicho que ‘quien nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver’.

Muy decepcionante el vocero del sector salud. Durante semanas dijo que todo estaba bajo control y la gente que le creyó se confió. Muchos mexicanos, muchas mexicanas no le hicieron, no le hicimos caso. No era razonable escucharlo. Pero millones sí pensaron que decía la verdad. Quienes creen en ti, Andrés Manuel, creyeron en él. Ahora, con pánico en el rostro, se queja de que hay demasiada gente todavía en la calle, expuesta al contagio. ¿Y qué esperaba el doctor López-Gatell?

Dice el especialista que estamos ante la última oportunidad de que la pandemia se acelere. ¿Por qué no lo dijo antes? Sigo molesto por su necedad de permitir el Vive Latino. ¿Cuántos infectados estuvieron en el evento de dos días, al que asistieron 40 mil personas por jornada? La 'técnica y la ciencia no recomendaban cancelarlo'. Por favor. Hacer ciencia no es seguir instrucciones para armar un juguete Lego.

Cómo ganar en la nueva guerra

Está bien, presidente López Obrador, ya decidiste que seguirás de gira. No es lo óptimo en mi opinión, pero nadie ni nada te hará cambiar. Seguirás exponiéndote al contagio. Por lo tanto, en lo personal necesitarás mucho diagnóstico clínico. Para ganar en una guerra de las normales, dijo Napoléon, se necesita ‘dinero, dinero y más dinero’. Para derrotar al coronavirus, sugiere la OMS, tanto los países como las personas requieren seguir la napoleónica recomendación adaptada a la guerra contra el invisible enemigo: ‘pruebas, pruebas y más pruebas’.

Soy un convencido de que la 4T es la última esperanza que tiene México para salir del atraso. Pero sin ti el proyecto de transformación no tiene futuro. Por eso, te suplico que te cuides. Ahí está el Ángeles, ahí está el ABC… y Médica Sur y los laboratorios Olarte y Akle. Y hay más. No hay necesidad de distraer recursos del sector salud. Te va a salir caro, eso sí. Pero es lo mínimo que debes hacer para seguir en contacto con tu pueblo.

Y conste, no solo para estar seguros de que no te contagien, sino también para que no contagies. Y es que, por sana que sea la distancia que establezcas en las giras, siempre hay alguien que se acerca. Sobran los que se avientan al ruedo para al menos tocarte. La gente te quiere, debes protegerla en primer lugar, después debes protegerte a ti mismo.