“Los insaciables Ackerman”. Es el título de la columna de este martes de Pablo Hiriart en El Financiero. Machista expresión. Pudo haber escrito “la insaciable Irma Eréndira Sandoval y su insaciable esposo, John Ackerman”. Entiendo la necesidad de una frase corta, pero no había necesidad de recurrir a la misoginia.

En algunos contextos sociales —gente de edad avanzada, ciudades conservadoras— sigue siendo válido y a nadie ofende que, en las parejas, a la mujer se le nombre con el apellido del marido. Pero en círculos de intelectuales y periodistas desde hace años dejó de ser correcto hacerlo.

En el matrimonio ella no es propiedad de él. Hiriart lo sabe perfectamente y seguro estoy de que no suele usar tal fórmula en su vida cotidiana y ni siquiera en sus escritos. ¿Por qué lo hizo esta vez? Por joder.

En el cuerpo de su escrito, Hiriart es un poco menos misógino: no se refiere a “los Ackerman”, sino a “los Ackerman-Sandoval”. Sigue sin ser lo más adecuado; ¿por qué no “las Sandoval-Ackerman”? O algo más justo: “el matrimonio Sandoval-Ackerman”, la pareja “Ackerman-Sandoval”.

¿Que estoy exagerando? Probablemente, pero creo que sobre todo los hombres mexicanos, una gran mayoría de nosotros formados en la cultura del machismo, estamos obligados a exagerar para minimizar la posibilidad de que se siga agrediendo tanto a las mujeres.

No es irrelevante el tema, pero no es lo más lamentable de la columna de Hiriart.

El articulista y directivo de El Financiero usa a “los Ackerman” para sumarse, desde la derecha salinista, a una precandidatura presidencial en Morena, por la vía de descalificar a una aspirante presidencial: mujer, sí. Ha dicho el columnista:

“López Obrador aún no cumple dos años en Palacio Nacional y dentro de Morena ya el grupo radical tiene candidata para cuando se vaya. O saben algo que nosotros no sabemos, o están adelantadísimos en la lucha por el poder que AMLO, algún día y enhorabuena, va a dejar”.<br>

El colaborador de El Financiero menciona a quienes apoyan a cierta precandidata presidencial a la que no pone nombre:

“No es una maquinaria menor. Ahí están el primer presidente del partido, Martí Batres, el actual dirigente nacional Alfonso Ramírez Cuéllar, Bertha Luján, la secretaria del Trabajo Luisa María Alcalde, la secretaria del Bienestar, el titular de Semarnat, Rocío Nahle de Energía, más el cuadro completo del Instituto de Formación Política de Morena, con Paco Ignacio Taibo II, El Fisgón, Pedro Miguel”.<br>

Según Hiriart, estas personas “periódico ya tienen”. ¿Cuál? No lo dice. Sabemos que se refiere a La Jornada, medio de comunicación al que con frecuencia calumnia, como este martes al afirmar que defiende un proyecto político “no democrático” y “dictatorial”.

Pablo Hiriart pregunta: “¿Irma Eréndira es la candidata?”.

Responde como policía chino —esto es, jugando a ser misterioso y pendejo—, con una anécdota del sexenio de Miguel de la Madrid:

Recuerdo cuando en 1987 el presidente De La Madrid autorizó que comparecieran “cinco distinguidos priistas” ante la dirigencia para de ahí elegir al candidato a sucederlo.<br>Le pregunté a uno de ellos cómo interpretaba la presencia de Ramón Aguirre Velázquez en ese grupo.<br>—Mira, Ramón es como el gallo que usan para picar a otros, pero no es el que va a pelear.<br>

Queda claro que Hiriart escribió todo su rollo misógino para descalificar a una mujer con posibilidades presidenciales, pero no es Irma Eréndira. ¿Quién es? En la 4T no hay muchas con los méritos que se necesitan para suceder a Andrés Manuel López Obrador. De hecho, hay una sola, según todos los analistas.

Hiriart no da nombres, pero es obvio a quien descalifica: a Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México. ¿De parte de quién? Habrá que averiguarlo. Por lo pronto, solo diré que al mencionado columnista de El Financiero siempre se le ha identificado con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

Si fuera una instrucción girada por Salinas a su columnista favorito, ¿cuál sería su propósito? Lo ignoro. Pero quizá tenga que ver con lo comentado hoy mismo en El Universal por Salvador García Soto: que el pez verdaderamente grande que la 4T quiere atrapar con las confesiones de Emilio Lozoya no sea algunos de los expresidentes que tanta gente cita —Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón—, sino el gran padrino de los Lozoya padre e hijo, Carlos Salinas.

Difícil saberlo. Lo único innegable es el odio de muchos en la prensa tradicional contra Irma Eréndira Sandoval y John Ackerman.

En general no estoy de acuerdo con la secretaria de la Función Pública ni con el académico de la UNAM. Pero ya abusan sus críticos. Además de la misoginia a diario se les pretende presentar como corruptos —ahora Reforma incluye a un hermano de ella, Amílcar Sandoval— por la única falta de poseer inmuebles heredados o adquiridos a bajo precio y que, sin duda, no son propiedades de lujo. Se trata apenas de lo esperable como patrimonio familiar de personas de clase media con preparación y dedicadas a su trabajo.

Quizá valdría la pena que se comparara el patrimonio inmobiliario de Irma Eréndira, Amílcar y John con el de algunos de sus críticos, de sus críticas: entre estas últimas persona hay propietarios, propietarias de mansiones, departamentos y ranchos de gran valor en México y el extranjero. Ellos y ellas, ejerciendo el periodismo, han tenido buenos salarios, desde luego que sí, pero no tan altos como para justificar sus posesiones.

A tales críticos, críticas nadie les va a decir nada ni se les va a acusar de ninguna conducta indebida, pero algunos de ellos, algunas de ellas que tanto cuestionan a Ackerman y a Sandoval, están absolutamente conscientes de que no podrían explicar una parte de sus riquezas.

Creo que ahí, en la imposibilidad de presentar cuentas claras, está el origen del odio a una mujer polémica, a un hombre polémico con quienes difícilmente puede estarse de acuerdo —soy demasiado neoliberal para coincidir con Irma Eréndira y John—, pero a quienes se ha agredido ya en exceso. Por cierto, en una de esas se les está haciendo un favor. ¿Quién dijo aquello de que la fuerza que no te mata, te fortalece?