Las críticas, algunas muy duras, que está recibiendo el epidemiólogo Hugo López-Gatell de parte de la comunidad médica mexicana, me sugirieron la idea de entrevistar a un politólogo. Así, busqué al destacado analista y académico, de izquierda por cierto, Agustín Basave. Actualmente colaborador de la revista Proceso y profesor del ITAM, Agustín ha tenido actividad política como dirigente del PRD, como integrante del grupo que apoyaba a López Obrador en 2006 y, años atrás, como colaborador cercano de Luis Donaldo Colosio. Su punto de vista es valioso y digno de ser tomado en cuenta en el actual debate sobre la pandemia que enluta a México y que dejará como herencia, cuando su efectos dañinos para la salud hayan pasado, una profunda recesión económica, la peor en cien años para nuestro país y el resto del mundo.

PREGUNTA: ¿Qué opinas del Dr. Hugo López Gatell?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Creo que es un epidemiólogo con muy buenas credenciales académicas que al parecer decidió quitarse la bata blanca y ponerse el traje de político.

PREGUNTA: ¿A qué te refieres?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Da la impresión de que  a López-Gatell ya le gustó el poder y de que tiene aspiraciones mucho más allá de su cargo actual, y de que eso lo lleva a hacer lo que sea necesario para complacer al presidente y planear la proyección de su imagen.

PREGUNTA: ¿Crees que está actuando con criterios políticos?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Dimelo tú. Este martes, en la mañanera frente al presidente López Obrador, dijo que se había “aplanado la curva”, que estábamos ya como Suiza y Suecia, es decir, domando la pandemia. Excelente noticia. Pero el mismo día, en la conferencia de prensa nocturna, su equipo da conocer un número récord de muertos, 236 en 24 horas.

PREGUNTA: ¿Y los criterios científicos?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Se apega a criterios científicos cuando su inclinación personal coincide con la voluntad presidencial, pero son criterios reprobables. Por ejemplo, según revela en una entrevista en El País el secretario de Hacienda, la estrategia epidemiológica de México le apuesta al herd immunity, es decir, a la inmunización masiva; mientras más gente se contagie de covid-19 habrá más inmunidad.

El problema es que eso es una ruleta rusa en la que mucha gente puede morir, una especie de darwinismo sanitario que deja viva e inmune a la mayoría pero mata a las personas que no resisten el virus. Lo que se busca es que se infecten los que se tengan que infectar, procurando esparcir las infecciones en el tiempo para que no se amontonen todos los enfermos en el mismo momento en los hospitales.

Bueno, pues esa estrategia de “dejar-hacer-dejar-pasar” al principio satisfacía el deseo de López Obrador de seguir haciendo viajes y reuniones multitudinarias. El mismo Dr. López-Gatell declaró una vez que no estaría mal que el presidente se infectara para que se volviera inmune. Eso es una barbaridad, porque Andrés Manuel pertenece a un grupo vulnerable por su edad y porque tuvo un infarto, y la salud del presidente es un asunto de seguridad nacional, pero le permitió aprobar las giras presidenciales con aquello de que López Obrador no es una “fuerza de contagio” sino una “fuerza moral”.

Todavía hoy sigue sin recomendar el uso del cubrebocas, que Andrés no quiere usar. Y el principal tema son las pruebas: en su modelo centinela no son importantes —México es de los países que menos pruebas hacen, lo cual es muy grave porque la Organización Mundial de Salud recomienda hacer la mayor cantidad de pruebas posible— y eso embona con la austeridad republicana, porque no hay que gastar en comprar los kits de pruebas o exámenes del covid-19. Ojo: lo de la inmunización y lo de las pruebas no lo digo yo, lo dicen prácticamente todos los expertos internacionales. Y en México lo han criticado médicos muy destacados, como el Dr. Francisco Moreno, la Dra. Magdalena Madero, el Dr. Frenk, el Dr. Macías y la Dra. Ximénez-Fyvie, entre otros.

PREGUNTA: ¿O sea que López-Gatell no actúa con responsabilidad?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Su proyecto es peligroso. Él no va a reconocer nunca que tardó en pedir el confinamiento y avaló reuniones de miles de personas como el Vive Latino, porque es astuto. Ahora bien, tengo entendido de que otros colaboradores convencieron al presidente de ser más prudente y poco a poco adoptó otra actitud, lo cual yo celebro. López-Gatell se alineó para estar a tono. Por eso desde que se decretó la fase 2, a mi juicio tardíamente, se cubre repitiendo hasta la saciedad el “quédate en casa”. Curiosamente, cuando se decretó la fase 3 le restó importancia a las fases, que antes había esgrimido como algo fundamental.

PREGUNTA: ¿Y cómo ves las cifras que presenta?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Pues mal, porque no cuadran. Es evidente que se quiere tener un subregistro de infectados y de fallecidos. No necesitan manipular los números: si no se hacen pruebas no se registran muchos casos de contagios e incluso de muertes. Y además hay desfases. Acaba de declarar ayer que la pandemia es “inconmensurable”, que es la coartada para no medir. Lo que pasa es que cometió un error cuando habló de un “factor de corrección” por el que habría que multiplicar los números centinelas, porque eso abría la puerta —a confesión de parte, relevo de prueba— para que los analistas calcularan el tamaño real del problema en México.

Se metió en un callejón sin salida, y durante varios días estuvo buscando cómo escaparse saltando por alguna barda. Le preguntaron mil veces cuál era el factor, porque algunos medios y varios especialistas en redes sociales concluyeron que era más de 8, quizá más de 30. Finalmente logró escurrirse diciendo que eso ya era irrelevante en la fase 3. Otra vez: las críticas las hicieron especialistas, como el doctor en matemáticas Arturo Erdely.

PREGUNTA: ¿Qué opinas de sus conferencias de prensa?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Que muestra habilidad para eludir las respuestas difíciles. Se pone a hacer largas disquisiciones de temas médicos tangenciales y repetitivos, deslumbra a la audiencia con tecnicismos, confunde a los reporteros y consume casi todo el tiempo, para que quede poco margen para las preguntas. Por cierto, cada vez es más irascible, al grado de ser ofensivo con los medios: expuso al linchamiento en redes a una periodista y se mofó de los periodistas al decir algo así como que “el 100% son todos, para aquellos que no lo entiendan”.

PREGUNTA: ¿Le ayuda a Andrés Manuel?

RESPUESTA DE AGUSTÍN BASAVE: Lo va a perjudicar, porque si bien ahora es un ídolo sus acciones tarde o temprano le pasarán factura al presidente, que al darle el espaldarazo certifica lo que está haciendo. 

Todo un caso Gatell. Ya respondió preguntas de niños, ahora declamará poemas en el Fondo de Cultura Económica. ¿Esto ayuda a combatir la pandemia?

En lo importante, el quid son las pruebas, porque sin ellas se combate la pandemia a ciegas; prácticamente en todos los países se piensa que hacer muchas pruebas es la clave del éxito, menos en México. Ya hay indicios de que el gobierno mexicano desarrolla la tesis de que hacer pruebas es neoliberal porque se paga a empresas que hacen negocio con ellas. Lo cierto es que son indispensables; la OMS tiene un mantra: Test, test, test. En fin. Ojalá me equivoque y López-Gatell tenga la razón contra el mundo, y su modelo dé buenos resultados y nuestro sistema de salud no sea rebasado y no haya muchas muertes. Ojalá. Pero lo que se vislumbra es preocupante. Ahora bien, aunque en mi opinión Andrés Manuel López Obrador ha cometido serios errores de cara a las crisis sanitaria y económica, es un hombre honesto que quiere lo mejor para México. Hago votos para que recapacite y rectifique a tiempo.