Pregunto porque en su página de internet, un “especialista en discurso político” ha explicado las razones de un apodo más que ofensivo contra AMLO.

Eso sí, el experto que colabora en Letras Libres revictimiza al presidente de México: lo insultan pero se lo merece debido a que él usa el típico “lenguaje populista” que en general está basado en el insulto.

El señor Luis Antonio Espino seguramente ha estudiado más que nadie el discurso político, pero ni siquiera él, en su infinita sabiduría, podría dar ejemplos de que Andrés Manuel haya ofendido a nadie más allá de lo acostumbrado y tolerado en el debate entre figuras públicas. El texto —de Gabriel Zaid,publicado en Reforma — que el experto usa como evidencia es bastante superficial, indigno de un intelectual tan brillante como Zaid, y desde luego puede refutarse fácilmente.

En su artículo, el especialista no da ningún ejemplo de que el presidente López Obrador haya sido tan miserable al referirse a sus rivales como estos lo están siendo hoy con él.

Eso sí, para presumir de decente, don Luis Antonio sugiere a sus lectores “resistir la tentación” y no usar para referirse a AMLO apodos ofensivos.

¿Resistir la tentación? Es decir, no hacer por algún impedimento ético algo que es “atrayente”, que al menos atrae al perito en discurso político.

¿A quién puede resultarle atractivo insultar al presidente de México? Desde luego, a sus rivales políticos y, también, a los contratistas que han perdido negocios por el combate a la corrupción en el actual gobierno.

Es claro que las ofensas a AMLO en redes sociales, particularmente intensas en los últimos días, han tenido cierto impacto porque hay dinero —para bots y esas cosas— aportado por enemigos de Andrés Manuel.

Incluso la tontería que pasó en Siri —el famoso asistente de inteligencia artificial de Apple— estuvo manipulada por gente con conocimiento a la que se le pagó para joder a AMLO. Es obvio.

Pero lo llamativo no es eso, sino que, por ejemplo, un diario nunca critico con anteriores presidentes, como El Economista, difundió con muy mala leche esa nota que realmente insultaba a Andrés Manuel.

Más me llama la atención lo que ha hecho la revista de Enrique Krauze, a la que no vi analizando los apodos y las leyendas tuiteras sobre Calderón y Peña Nieto.

¿Por qué lo hace ahora la revista dirigida por el prestigiado, talentoso y siempre prudente historiador? ¿Por qué El Economista se aloca de esa manera?

No sé si sea un mito que la prensa en el periodo maderista, más libre que en ningún otro momento, tuvo un papel protagónico en el golpe contra Madero.

Krauze, estudioso de primer nivel, debe saber de eso más que nadie. Habrá que profundizar en ello.

Pocos medios han difundido en sus páginas las ofensas en redes sociales contra López Obrador. Qué bueno, ha habido sensatez en esto. Pero, desgraciadamente, solo en esto.

En todo lo demás, no. Es innegable la campaña de golpeteo contra Andrés Manuel en diarios, de internet e impresos, en programas radiofónicos, etcétera. Algunos ejemplos:

√ Si AMLO dice que ya ha quedado explicada la posición del fiscal general Gertz Manero sobre el feminicidio, y pide en la conferencia de prensa mañanera centrar la discusión en el tema que se está discutiendo, se le acusa de inventar una rifa para que no se hable del asesinato de mujeres. Así, de plano.

√ Si el presidente pide a empresarios, abiertamente, en público, con transparencia, que participen en un sorteo de la Lotería Nacional, se dice en medios y redes que ha hecho “exactamente lo mismo” que Carlos Salinas cuando en lo oscurito pasó la charola entre hombres de negocios buscando dinero ¡para el PRI!

Apoyar proyectos del gobierno es una obligación de los buenos ciudadanos que tienen posibilidad de hacerlo. Financiar ilegalmente partidos políticos es un delito. Pero, para la prensa mexicana, no hay diferencia.

Si se combate la corrupción en el sector salud, se publican de inmediato algunos casos de fracaso en los hospitales públicos, como si todo fuera maravilloso en los privados —sabemos que no es así—; por cierto, casos similares a los que se han presentado siempre los ha habido, pero nadie hablaba de ellos porque no convenía hacer olas en el mar de las raterías.

Hasta antes de lo que hemos visto en días recientes, el momento más triste en la historia de la prensa mexicana había sido el del maderismo, cuando los periodistas se dedicaron a destruir al presidente democrático que decidió respetar absolutamente la libertad de expresión.

La prensa actual, con excepciones, es tan miserable como la del maderismo, con el agravante de que hay más medios y que para la guerra sucia se pueden usar las redes sociales que nadie controla y en las que, con dinero, todo lo malo puede realizarse sin que se sepa de parte de quién.

¿Cuál es la salida? Más libertad, mucha más. Y dejar que la gente juzgue. Y ha juzgado: en todas las encuestas serias la popularidad de Andrés Manuel se mantiene elevada, es decir, las campañas de ofensas no están logrando su objetivo.