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¿León Trotsky en la 4T? La exageración puede ser útil en el periodismo. La ñoñez estorba. Hay mojigatería extrema en el artículo publicado este viernes en Reforma por el seudónimo de uno de los propietarios de ese diario, Manuel J. Jáuregui (El Abogado del Pueblo, en El Norte, de Monterrey).

Desde luego, pasa —así sea demasiado pasar— decir que el gobierno de AMLO no apoya a los empresarios tanto como debería, pero ¿afirmar que en el equipo presidencial hay revolucionarios bolcheviques? Esto es infantil y hasta ridículo.

Pero vayamos a lo interesante del escrito de Manuel J. Jáuregui (El Abogado del Pueblo), doblemente interesante porque representa el pensamiento de uno de los hombres de negocios más creativos, independientes, honestos e innovadores de México: el regiomontano Alejandro Junco de la Vega, propietario de los periódicos Reforma (CDMX), El Norte (Monterrey) y Mural (Guadalajara).

Si Alejandro siente que hay incomprensión del presidente López Obrador hacia los empresarios de México, Andrés Manuel tendrá que reflexionar sobre ello y, desde luego, corregir lo que tenga que corregir. Por ser quien es, la percepción de Junco es de lo más atendible.

Pero la pregunta que el señor Junco debe hacerse es la siguiente: si el sector empresarial mexicano está a la altura —o no lo está— de lo que una economía enorme como la mexicana necesita.

Pienso que el empresariado mexicano deja mucho que desear. Empresarios como Alejandro Junco hay muy pocos. Es admirable este editor por independiente, porque no ha vivido de arreglos con el gobierno, por innovador —revolucionó la industria periodística en nuestro país y, en su momento, el internet como medio de comunicación tuvo sentido en México gracias a sus desarrollos—, por honesto, porque no anda a la caza de contratos con el sector público.

Como Alejandro, muy pocos: las tradicionales empresarios de Monterrey, menos de diez hombres y mujeres de negocios que han desarrollado el turismo mexicano sin apoyos del gobierno y poco más.

La única empresa mexicana que ha desarrollado tecnología de impacto mundial es Maseca porque sus propietario original, Roberto González Barrera, que en paz descanse, decidió invertir en investigación para desarrollar todas las posibilidades del maíz. No sé si los directivos de la actual Maseca sigan con ese espíritu.

Los gigantescos empresarios actuales, que son los que preocupan a López Obrador —como Carlos Slim y otros que se le aproximan en tamaño— han vivido de monopolios, concesiones que otorga el gobierno y obra pública. El mismo Slim es tan importante porque se le entregó un monopolio estatal y, ahora mismo, él es uno de los grandes contratistas mexicanos que dependen de los flujos del erario.

En la industria periodística pasa la misma cosa con la mayoría de los editores. La excepción es Alejandro Junco, de Reforma, un empresario ejemplar que, comparado por ejemplo con Manuel Arroyo, de El Financiero, adquiere dimensiones de gigante.

Sabemos que los medios están en crisis desde hace por lo menos diez años. Ha caído la publicidad y la competencia de internet ha disminuido en general los ingresos de los medios, particularmente de los periódicos impresos.

Reforma ha sufrido, pero no ha dejado de cumplir sus compromisos y está superando dificultades ofreciendo opciones comerciales viables.

En el otro extremo de la (falta de) ética empresarial, El Financiero no paga salarios, despide gente y no da indemnizaciones de inmediato. La empresa de Manuel Arroyo pide “comprensión”: el gobierno no le ha pagado unos contratos de otras compañías suyas que venden otras cosas al sector público. Es la explicación que se da a los empleados que, por lo pronto, carecen de recursos para pagar sus necesidades personales o familiares. Cínico esperar que el gobierno se haga cargo de lo que debiera ser responsabilidad única del empresario.

Si todos los empresarios fueron como Alejandro Junco, México sería otro. La mayoría, por desgracia, son como Manuel Arroyo. Debería la 4T no solo apoyar empresarios más de lo que lo hace, sino crear condiciones para un cambio profundo en la cultura de los negocios en México.