(Gráficas al final de esta columna)

Las señales lo son todo. Esto es particularmente cierto en economía. Si analizamos los signos veremos que las cosas vienen bien, inclusive extraordinariamente bien. El presidente Enrique Peña Nieto ha hecho la tarea. Quedan algunos pendientes, si los resuelve el suyo será uno de los mejores gobiernos de la historia. Creo que con solo proponérselo, los resolverá con facilidad. Ojalá no se lo impidan ni las exigencias de la política ni los intereses de sus colaboradores ni la ambición de sus propias amistades.

Veamos las señales:

1.- La industria de la construcción ya repuntó.

2.- El crecimiento de México comparado con el de todos los países miembros de la OCDE fue mayor en el tercer trimestre. En la OCDE participan Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, es decir, las economías más potentes del mundo.

3.- La economía de Estados Unidos, después de un largo estancamiento, empezó a crecer sólidamente.

4.- Las exportaciones mexicanos crecieron de una manera importante en el tercer trimestre.

5.- Ha habido relevantes anuncios de inversión extranjera directa.

6.- Ya empezó a implementarse la reforma energética, lo que anticipa grandes inversiones.

7.- Ha arrancado el programa de infraestructura del gobierno federal, que contempla obras mayores como el tren del DF a Toluca, el tren del DF a Querétaro, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, carreteras, etcétera.

8.- El turismo sigue viento en popa. La crisis de Los Cabos se resuelve en unos pocos días más.

9.- Ha aumentado en forma significativa la recaudación de impuestos gracias a la reforma hacendaria.

10.- No obstante la baja en la plataforma petrolera, el gobierno tiene más ingresos gracias a la reforma hacendaria. Esto significan que ya se despetrolizan las finanzas públicas.

11.- Los empresarios han reforzado sus compromisos de inversión, en especial los del Consejo Mexicano de Personas de Negocios.

12.- Por triste que sea, nos beneficia la inestabilidad en los otros lugares del mundo en los que se puede invertir en energía: Rusia, donde Putin ha llevado demasiado lejos sus ansias de recuperación del antiguo territorio soviético; África occidental, donde la turbulencia política es muy fuerte; Brasil, que no sabe cómo resolver sus elecciones presidenciales del 5 de octubre, en las que puede ganar Marina Silva, ecologista que quizá se opondría a los desarrollos; Medio Oriente, un polvorín por la guerra que se le ha declarado al Estado Islámico. Así las cosas, las empresas globales ven a México como un faro de tranquilidad.

Todo esto, en conjunto, asegura que van a cumplirse, hasta con holgura, las proyecciones de crecimiento para el próximo año planteadas por el secretario de Hacienda Luis Videgaray en los criterios de política económica que presentó ante el Congreso. El 3.9% de crecimiento pronosticado se ve no solo alcanzable, sino hasta superable.

Si el problema económico se está resolviendo, ¿qué puede echar a perder las cosas?

No la inseguridad, que sigue siendo terrible, pero que es un asunto que se está atendiendo con honestidad y profesionalismo y que las empresas, por fortuna, ya asumen como un costo manejable, que además disminuirá en la medida en que haya más empleos.

¿Qué sí puede arruinarlo todo? La corrupción, el favoritismo, la falta de transparencia y la ausencia de rendición de cuentas.

La prueba de fuego estará en las licitaciones. Las relacionadas con los grandes proyectos de obra pública, las energéticas y las de telecomunicaciones, sobre todo las de las nuevas cadenas de televisión.

El tema de la nueva TV económicamente hablando es el menor de todos, pero al mismo tiempo es el que más puede dañar la imagen del gobierno.

No pueden ganar, mejor dicho, no deben ganar los que presumen su cercanía o amistad con el presidente, como los señores Maccise, que no le hacen ningún favor a EPN al exhibir tanto los lazos que los unen; tampoco los que han sido cuestionados por haber provocado problemas sociales graves al operar otros negocios, como Germán Larrea, ni es deseable que se favorezca a los que fallado al pagar sus impuestos y el mismo gobierno ha castigado, como Manuel Arroyo.

No es un tema menor en un país en el que siempre ganan las licitaciones los más bandidos o los más amigos.

(Y ni me pregunten quiénes merecen las nuevas cadenas de TV. Si de mi dependiera se las daría a La Jornada y a Reforma, dos medios de comunicación ejemplares).

Ya hay una iniciativa en el Congreso para crear la Fiscalía General de la República que incluye una fiscalía especial para combatir la corrupción. Resulta fundamental que dé resultados rápidamente.

El otro día, en un restaurante, un amigo dibujó dos gráficas. Una ?con corrupción?. En este escenario se corre el riesgo de que el mayor crecimiento económico erosione significativamente la imagen del presidente Peña Nieto. En la otra gráfica, ?sin corrupción?, el fortalecimiento de la imagen de EPN será directamente proporcional al crecimiento de la economía.

No es un tema menor. Ni para el presidente ni para México. La mejor imagen presidencial se va a traducir en mayor confianza. Ahora mismo se confía más en Peña Nieto en el extranjero que en nuestro propio país. El presidente merece y necesita que los mexicanos confíen en él. Los mexicanos merecen y necesitan un presidente en el que puedan confiar.

El poder presidencial no se basa en lo que todo el mundo imagina, es decir, no en el ejército ni en la policía ni en el presupuesto que maneja. El poder presidencial tiene dos pilares: reputación y prestigio. Y estos pilares solo podrán construirse con transparencia, sin favoritismos y con rendición de cuentas. EPN tiene todo para lograrlo.