María Nayeli Díaz Lozano joven de 20 años de edad desapareció el 19 de junio de 2018 en Tepic, Nayarit dos meses antes de cumplir escasos 21 años. Estaba por concluir la preparatoria abierta con el propósito de estudiar Derecho. Para poder solventar los gastos de sus estudios y vida estaba buscando trabajo. Nayeli una joven incansable que luchaba con ímpetu para tener éxito en la vida. Todos quienes las conocen la describen como una joven noble, sencilla y abierta. Con muchas ganas de vivir, de triunfar…

A Nayeli no solo la extraña su familia; muchos amigos también lloran su ausencia, les carcome el alma la incertidumbre, la indignación, más aún después de que gobernador del Estado de Nayarit Antonio Echeverría Garcia declarara: “esto solo le sucede a quien anda mal”.

Nayeli fue contactada vía Facebook por medio de una página en la que ofrecían trabajo de recepcionista en un consultorio. Era una publicación en la que vendían artículos y ofrecían empleos. Ella y su amigo Amauri Alejandro González de 24 años acudieron a la entrevista de trabajo. Hasta la fecha, no se ha sabido nada de ellos…así, se esfumaron, como cientos de miles de personas en este país, en el que los desaparecidos se convierten en un número, el cual, de inmediato se almacena y olvida.

Al ver que los jóvenes no volvían, sus familias informaron de su desaparición a las autoridades correspondientes del Estado de Nayarit. Denuncia estéril, inútil, ya que éstas nunca investigaron nada de la página referida de Facebook la cual fue el gancho para la desaparición de Nayeli y Amaury; hasta el día de hoy, nadie sabe quién habló con ella, quién o quienes la contactaron. La fiscalía, ha sido evasiva e indiferente ante el inmenso dolor de las familias.

En abril de 2019, diez meses después de su desaparición, Nayeli fue vista en Colima. Al enterarse de esto, la hermana de Nayeli se trasladó a dicho Estado e interpuso una denuncia indicando el lugar en el cual había sido vista. Las autoridades del Estado de Colima no tomaron en cuenta su petición, y le indicaron que necesitaban un oficio de Nayarit en el cual solicitaran su colaboración para la búsqueda de Nayeli.

El día en que Alejandro Encinas y Karla Quintana visitaron la fosa clandestina llamada “La Saucera” ubicada en el municipio Xalisco en Nayarit, en la que se encontraron 21 cuerpos, Verónica Díaz, hermana de Nayeli al saber de la presencia de los funcionarios en el predio, acudió a ellos para solicitarles ayuda. Encinas y Quintana dejaron instrucciones específicas para que dicho oficio se enviara a Colima. Oficio que tardó 21 días en realizarse.

Cinco meses pasaron, ciento cincuenta días después, debido a la indiferencia y falta de coordinación por parte de las fiscalías de Nayarit y de Colima, Gerardo Serrano Comisionado de Búsqueda del Estado de Nayarit acudió a los domicilios en que los testigos habían visto a Nayeli, éstos se encontraban ya en total abandono. El predio se encuentra en la Colonia Tíboli, una de las más peligrosas de Colima.

A su vez, la desesperada mamá de Nayeli solicitó la ayuda a Jorge Francisco Rubio Delgado, visitador adjunto perteneciente a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) apoyo que le fue negado.

En el transcurso de 2019, la página de Facebook de Nayeli mostraba actividad, en la cual aparecía la imagen de un hombre acompañada de frases en árabe. La policía cibernética afirma que no puede hacer nada, que no puede indagar quién utiliza la cuenta de Nayeli porque Facebook es una empresa estadounidense.

Nadie escucha, a nadie le importa, todos se deslindan. En México las autoridades, la población, se ha acostumbrado a esta cruda “normalidad” en la que siguen desapareciendo seres humanos, al descubrimiento por todo el territorio mexicano, de cientos de fosas clandestinas en las cuales yacen seres que ya ni siquiera pueden ser identificados; la sociedad muestra constante apatía mientras las personas siguen esfumándose sin ninguna consecuencia. Es “normal” que las cifras aumenten, es costumbre ya, que la impunidad siga carcomiendo la justicia, que la mezquina indiferencia sea parte de nuestra sociedad tan descompuesta. La empatía se está esfumado, está muriendo…

Los desparecidos, las muertes, se han convertido en parte de nuestra cotidianidad; las autoridades siguen sordas, indiferentes ante el dolor de estas madres, de estas familias que incansables buscan a sus seres queridos. Nada los conmueve, las lágrimas se han vuelto invisibles…

La familia de María Nayeli Díaz Lozano vive un infierno, al igual que miles de familias, mismas que se ven obligadas a formar colectivos de búsqueda, a unir sus penas y dolor para ir a los lugares más recónditos y peligrosos para buscar a sus familiares; encontrando restos de muchas que fueron arrojadas ahí después de haber sido utilizadas, masacradas.

Todo indica que Nayeli fue secuestrada, que se encuentra en el Estado de Colima y que está sometida en contra de su voluntad en una red de trata. A pesar de las súplicas de la Raquel Lozano madre de Nayeli, la investigación sigue estancada.

La vida de Raquel se apagó. Sus manos dejaron de crear adornos navideños. Ya no festeja, no hay motivos. Lo único que la mantiene en pie es la esperanza de encontrar a su hija, de tenerla en casa para poder abrazarla. Su alma, está con Nayeli en donde ella se encuentre…

“Yo soy una persona que ha perdonado a quien hizo este mal, lo único que quiero es que nos digan en dónde está mi hermana y su amigo Amaury, que desde donde sea que estén y como estén, su familia necesita saber de ellos porque lo que vivimos nos es una vida, ya no podemos sonreír, ya no podemos ver todo lo bello que la vida tiene, porque una parte esencial de nosotros nos hace falta en nuestras vidas”, dijo Gabriela Díaz, hermana María Nayeli.

Señor Alejandro Encinas, el trabajo para el cual se comprometió es arduo. Tal vez el más difícil de todos. No olvide a las familias, si delega, verifique que estén haciendo su trabajo como es debido. Atienda las súplicas, rodéese de un equipo sensible para que se entregue como es debido a la búsqueda de personas y que apoye con sinceridad y empatía a sus desesperadas familias…