Las Chivas Rayadas del Guadalajara, uno de los equipos más populares de México, debe mandar al diablo a su vieja tradición de alinear sólo a jugadores nacionales. Es una fórmula que les funcionó a mitad del siglo pasado, cuando el balompié azteca recién se profesionalizaba. Los clubes que formaron las primeras escuelas de futbol fueron los de Jalisco, encabezados por el Guadalajara, que pronto cosechó frutos con muchos títulos entre las décadas de los 50 y los 60; ahí se forjó el mito, la leyenda y los millones de aficionados orgullosos por irle a un equipo que no necesitaba refuerzos extranjeros para alzar la copa.

 

Tanto tiempo ha pasado de ello, que muchos de los equipos que ganaron títulos antes del Chivas Campeonísimo ya no existen (Asturias, Oro, España, Marte) o ahora juegan en la división de Asenso (Veracruz, Zacatepec). Tan viejas son esas historias, que cuando Chivas era una máquina de hacer futbol aún no nacían clubes como Cruz Azul y Pumas, sus futuros grandes rivales.

 

Cuando el futbol mexicano adquirió fuerza y los dueños invirtieron dinero para contratar a buenos extranjeros, el orgullo nacionalista de las Chivas quedó sólo en un chauvinismo populista que nunca volvió a dar resultados. Entre 1970 y 1985 el equipo de las rayas rojas y blancas ganó un miserable título, dejando la gloria a Cruz Azul y su gran portero argentino, al América y sus endemoniados sudamericanos, a los Pumas y su brasileño Cabinho.

 

La implementación de la famosa liguilla terminó por matar al Rebaño Sagrado. Sus jugadores mexicanos se quedan cortos y solos cuando se trata de resolver partidos de ida y vuelta. Si en los 80 no fueron capaces de doblegar a sus odiados rivales azulcrema, en los 90 y principios de los dosmiles palidecieron ante escuadras como Necaxa, Toluca, Pachuca o Monterrey, reforzados hasta los dientes con jugadores no nacidos en México.

 

El futbol soccer es uno de los deportes más populares en el mundo, uno de los más practicados. Todos los días surgen jugadores muy buenos en China, en Sudáfrica, en Argentina o en España. En Ecuador, en Italia, en Estados Unidos o en México. También en Chile, en Brasil, en Suiza o en Francia. A diferencia del basquetbol, el beisbol o el futbol americano, el soccer está muy globalizado y los equipos pueden ir casi a cualquier rincón del planeta a contratar a un refuerzo.

 

Esa globalización no existía a mediados del siglo pasado, cuando Chivas era el campeón indestructible de México.

 

Hasta el día de hoy, no hay un país capaz de generar jugadores súper poderosos como para que un equipo se dé el lujo de jugar sin extranjeros . ¡Hasta en Brasil se contratan extranjeros! Veamos el caso de España. Un grupo de jugadores de esa nación han ganado dos copas de Europa consecutivas y en medio de ellas un Campeonato del Mundo. Sus clubes más importantes invierten millones de euros en buscar talentos nacionales y han generado una cantera impresionante, con joyas como Iker Casillas, Sergio Ramos, Xabi Alonso, Andrés Iniesta, Carlos Puyol, Xavi Hernández, David Villa y Gerard Piqué.

 

Con toda y esta “época dorada”, ni Real Madrid  ni Barcelona jugarían sólo con elementos españoles. La maquinaria bulgrana no habría sido tal sin la presencia del argentino Messi, o el brasileño Ronaldinho, o el sueco Ibrahimovic o el africano Samuel Etó. Barcelona es quizá la mejor escuela del mundo y aún así cada año invierte en pagarles una fortuna a sus refuerzos extranjeros. ¿Y qué creen? Barcelona es uno de los equipos más orgullosos de su terruño, llevan el catalán hasta las conferencias de prensa, hasta los señalamientos en el estadio.  ¿Contratar extranjeros los hace menos catalanes? No, absolutamente no.

 

La fórmula del Barcelona es esa: trabajar como nadie en su cantera, enseñarlos a jugar bajo un mismo sistema por muchos años y apuntalar todo ese esfuerzo con extranjeros de probada calidad. Incluso, recluta niños extranjeros (Messi, los hermanos Dos Santos) para que en el futuro puedan ser sus referentes.

 

En el caso del futbol mexicano pocos equipos trabajan tan bien su cantera como las Chivas. Se les acercan los Pumas, el Atlas, Pachuca, Cruz Azul, también América, pero sólo las Chivas terminan por suicidarse al no permitir la entrada a extranjeros. Algunos me dirán que Atlas no ha ganado nada con extranjeros y que siempre tiene peores torneos que Chivas. Es verdad, sólo que los Rojinegros por años han caído en dos errores: contratar extranjeros malísimos y dejar ir a los buenos jugadores de la cantera. Resultado: el fracaso eterno.

 

Otros tantos equipos de nuestra liga no tienen nada en fuerzas básicas, por eso recurren a llenarse de extranjeros y jugadores nacionales surgidos de otros clubes. A la mayoría les va mal (Puebla, San Luis, Chiapas, etc) aunque hay excepciones como la de Santos, que es de los nuevos clubes grandes sin tener gran cosa en su cantera.

 

¿A dónde quiero ir con todo esto? A que los aficionados de Chivas nos merecemos triunfos y no discursos populistas de empresarios que lucran con el más baboso de los nacionalismos. Jorge Vergara, el actual dueño del Rebaño, seguro ansía tener campeonatos, pero si no lo logra tampoco pasa nada; sabe que basta con algunos buenos momentos en la liga para que la esperanza rojiblanca se reavive y por ende vengan la venta de playeras, publicidad, derechos de transmisión y asistencia a su bonito estadio. Dinero a costa de “nuestra incorruptible tradición”.

 

El pueblo chiva, parece, se conforma con el falso e idiota orgullo de la mexicanidad y desdeña la posibilidad de ser grandes, ganadores, como el Manchester, el Madrid o el Barcelona.

¿Chivas debe mandar al diablo a su caduca tradición y contratar futbolistas extranjeros? Sí, pero deben ser extranjeros de calidad, seleccionados de sus países; nada de bultos como los que llegan por montones al resto de clubes. También puede reclutar a niños extranjeros en sus escuelas y enseñarlos a jugar bajo un estilo propio.

 

Algunos dirán que estoy loco, sobre todo porque México es campeón del mundo en la categoría Sub17 y Olímpica. ¿Y? Ahí está el caso español que ya señalé: campeones del mundo y con sus clubes repletos de extranjeros. Eso o el ridículo.

 

Soy Chiva de Corazón, tengo 35 años y sólo lo he visto ser campeón tres veces. El equipo más popular de México juega en desigualdad de circunstancias, con desventajas competitivas por una tradición que perdió sentido desde los 60 del siglo pasado, cuando el rock and roll llegó al mundo.

 

Sí; Chivas debe enviar al diablo a su estúpido nacionalismo, abrir sus fronteras al mundo y competir en verdad con el resto de escuadras.

 

Eso o la eterna burla.