En un principio, el hecho de que Felipe Calderón emprendiera la llamada “guerra contra el crimen organizado” parecía adecuado. Pues sin duda, es deber del gobierno procurar la seguridad y combatir con toda la fuerza del estado a los grupos que por medio de la violencia, se apoderan de la tranquilidad de los ciudadanos. Sin embargo, a poco más de 10 años, y a la luz de los resultados obtenidos, es claro que nada se resolvió.

Y es que además de los cientos de muertos y desaparecidos que ha dejado la matazón iniciada en 2006, está un submundo que hasta hace poco tiempo permanecía oculto para la mayoría de la sociedad.

El negocio de los cárteles del narcotráfico no solo se concentra en el tráfico de estupefacientes; las organizaciones criminales diversificaron sus actividades aprovechando el caos que se generó a partir del desordenado envío de fuerzas federales a las calles.

El secuestro y la extorsión practicados por las mafias han sido ampliamente documentados, pero apenas empezamos a conocer de primera mano, testimonios que retratan la esclavitud, la explotación y el comercio sexual, mismos que incluyen a niños y niñas.

A últimas fechas, los periodistas, Héctor De Mauleón (El Universal y Nexos) y Oscar Balderas (Vice News), entre otros, han publicado historias que rebasan el horror. Relatos de víctimas que fueron llevadas a ese submundo que sepulta las vidas de quienes tienen la desgracia de entrar en él.

En dichas publicaciones, hay varios comunes denominadores que dan certeza de lo que ocurre en los entretelones de la mafia:

1-El rapto de infantes que son alquilados al mejor postor con fines sexuales.

2-La tortura física y psicológica a la que son sometidas las víctimas.

3-La participación (como clientes y cómplices) de policías, políticos y hasta gente del espectáculo.

4-El asesinato de decenas de niñas y niños.

5-El total desamparo en el que se encuentran quienes han podido sobrevivir a ese infierno.

“Los Zetas”, “Los Rojos”, “Los Guerreros Unidos” son solo algunos de los cárteles que a diario perpetran actos abominables en contra de los seres más indefensos que tiene nuestra sociedad. Niñas desde 2 años de edad son prostituidas sin la menor sensibilidad humana; todo al amparo de servidores públicos sin escrúpulos.

Puedo asegurar que las historias de centenares de víctimas de estos delitos llegaron al escritorio de Calderón, y que hoy, siguen estando frente a Peña Nieto. Y de no haber sido así, la incompetencia de sus respectivos gobiernos sería todavía mayor.

Por nuestra parte, como sociedad, nos falta mucho por conocer, pero también por reflexionar y exigir. Nosotros, los ciudadanos de este país inundado de sangre, tenemos que voltear a mirar y hacer frente a ese México subterráneo donde el dolor humano rebasa los límites de la imaginación.