Sabido es que el dinero no conoce de patria, del nerviosismo extremo, que raya en lo absurdamente irracional de los capitales y los mercados en general. Los inversionistas solo suelen usar "la generación de empleos" como una coartada; si los robots sustituyen algún día millones de empleos no dudarían en echar a la calle y desamparo a millones de seres humanos.

En contraposición al párrafo anterior, decía la extinta politóloga mexicana de origen sirio, Ikram Antaki que "la burguesía era vista por muchos como la fuente del conformismo social por excelencia, cuando solo es cierto lo contrario: la burguesía es la clase más fascinante que la Historia humana haya conocido, aquella que rompió el dictamen del destino, para volverse, gracias a su esfuerzo, otra cosa de lo que se era al nacer", y esto encierra una gran verdad, en buena medida los grandes empresarios son los administradores de la riqueza social.

El gran empresariado, tanto mexicano como extranjero, está aún a todas luces nervioso e indeciso de invertir en México, la campaña de odio "un peligro para México", trascendió por más años de lo que alguien hubiese pensado, esto sumado a todas las calumnias y falsas novelas como "la trama rusa", por solo mencionar una, que se han venido tejiendo acerca de Andrés Manuel López Obrador; decía José Agustín Ortiz Pinchetti que solo faltaba que se dijera que López Obrador se desayuna niños en salsa verde. Esta perversa tendencia continúa, máxime a la luz de los draconianos (y más que justos) recortes en cuanto a publicidad oficial (propaganda) se refiere; la comentocracia ardida no repara en que al país le vaya mal, es la triste realidad.

Es surreal, pero cierto, que todo gran empresario o ejecutivo del sector privado, ya sea nacional o foráneo, antes de anunciar una gran inversión en México, se tenga que entrevistar con el Presidente de la República, en Palacio nacional, para solo así expiar por completo sus miedos ante la cantaleta de que México "será Venezuela o Cuba", y es que es raro el empresario que tiene una formación en la rama de las ciencias políticas, y menos aún, si de extranjeros se trata, de la Historia de México. Si en la mayoría de los medios masivos no se deja a diario de exaltar los aspectos negativos y de magnificar los errores de la nueva administración federal, muy difícilmente veremos subir los índices de generación de empleos o de crecimiento económico en el primer trienio del sexenio de AMLO.

  Quizás aquí, el gran empresariado debiera aplicar una de las máximas del magnate estadounidense Warren Buffet, y que dice que "hay que ser codicioso cuando los demás son miedosos y miedoso cuando los demás tienen los ojos inyectados de codicia".