Gracias, Federico, por tus comentarios.  Para responder a tu pregunta tomo prestado tu método.

1. El capital político de José Antonio Meade es de índole personal. En ello reside su fuerza. Su asociación declarada a una opción partidista (PRI) debilitaría parte de ese capital.

2. El secretario Meade sería un buen candidato para un gobierno de concentración, opción razonable, si cierto es que nos encontramos en el albor de un nuevo ciclo sociopolítico.

3.  Y sería imaginable, si Meade se presentase como independiente después de una   negociación entre las fuerzas políticas antagónicas. Como candidato multipartidario, podría contar con el apoyo de un amplio espectro de votantes, y dado el caso, con una sólida mayoría en el Congreso.

4.  Esto, a su vez, implicaría que las fuerzas políticas renunciasen a la presentación de un candidato propio. Y con esto ya entramos en el terreno de la ficción.

5.  Este planteamiento implicaría abdicaciones por parte del PRI y de los postulantes declarados del PAN y del PRD, además de otros independientes.

6. ¿Cuál sería la ganancia para todos ellos? ¿Patriótica satisfacción? ¿Despachos? ¿Qué óptica tendría esto ante la sociedad? ¿Quién orquestaría la estrategia? La política la hacen las personas, y las personas son el muro contra el que se estrellan las ideas y las buenas intenciones.

7. Una candidatura de Meade por el PRI no le resolvería al partido el conflicto que tiene con la sociedad mexicana, que es viejo y profundo. Resarcir las heridas llevará tiempo. Los mexicanos estamos ciscados y Meade es un buen tipo, pero no un caudillo para arrastrar masas. Como es un hombre inteligente, sabe que muchos, aun apreciándolo, votarían siempre contra el PRI, por ser quien es. La honestidad y eficacia de Meade y algunos notables del partido no atenúa la aversión que muchos sienten hacia la institución.

8. La figura del presidente no tiene por qué ser, a efectos prácticos, elemento definitivo de un gobierno. La fortaleza -acaso la única- del actual gobierno reside en la competencia de los subalternos. En esto, el presidente Peña ha demostrado tacto: ha sabido formar un gabinete de hombres (faltan más mujeres) fuertes. Meade lo es, y debería seguir siéndolo.

9. El riesgo de quemarse en una constelación electoral desafortunada es grande. El secretario Meade tiene el mundo por delante. Puede esperar.

10. A José Antonio Meade deben divertirle  bastante todas estas cábalas.