“El odio es la venganza de un cobarde intimidado”, dijo George Bernard Shaw. ¿Lo entiende Raymundo Riva Palacio, odiador profesional quien hoy dedicó su columna de El Financiero a entregar razones a los fanáticos de la política de derecha para odiar a la esposa de Andrés Manuel López Obrador?

“Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”, dijo Víctor Hugo. Tal expresión sirve para entender la campaña de odio que un hombre menor, Chumel Torres, encabezó en redes sociales contra Beatriz Gutiérrez Müller solo porque esta mujer le exigió disculparse —a Chumel, sí, supuesto comediante, quien había insultado al hijo menor de edad de Beatriz y Andrés Manuel.

Esta mañana comentaba que me parecía un exceso el escrito de Raymundo contra Beatriz, pero honestamente hablando no pensé que unas horas más tarde se transformara ya en agresión directa la siembra de odio del columnista de El Financiero, que venía a ser algo así como la cereza del pastel canalla cocinado en redes sociales por Chumel y otros tan enfermos como el cómico que se divierte con chistes racistas, clasistas, machistas y homófobos.

En un avión, un tipo evidentemente fanatizado por un mal entendimiento de la política acosó a Beatriz Gutiérrez, quien escuchó educadamente sus impertinencias. El hostigador, orgulloso de haber cometido una agresión verbal, subió a redes sociales su “hazaña”.

Ese fue un ataque que va más allá del acoso en redes, absolutamente reprochable desde luego. ¿Qué sigue? ¿Agresiones más fuertes?

Queda claro que Beatriz, a pesar de ser la esposa del presidente de México, viajaba con poca o nula seguridad ya que ningún guardia trató de impedir la acción de intimidación de la exaltada persona que la molestó.

Evidentemente, la señora Gutiérrez Müller no se va a asustar y no cambiará su decisión de moverse en sitios públicos sin un mayor aparato de protección personal. Pero este no es el punto a destacar.

Lo relevante es exigir a las personas que tan invadidas están por el rencor que, por el bien de todos, entren en razón. No vale la pena lo que hacen. Nada justifica que en momentos tan difíciles para México periodistas como Riva Palacio y comediantes como Chumel insistan en mostrarnos que son grandes maestros en el arte favorito de los canallas, sembrar odio para cosechar conflictos.