Pronto será el aniversario de un gran cambio de gobierno. Hace prácticamente un año, las cosas empezaron a cambiar, para ser más exactos, algunas cosas cambiaron, otras se han enraizado profundamente y otras no cambiaron.

El presidente Obrador decía hace un año, en campaña, que sólo con su ejemplo empezarían a cambiar las conciencias, que como él y sus funcionarios no eran corruptos, los demás; primero en su administración y luego la sociedad en su conjunto, dejarían de ser corruptos.

Esto, no ha pasado. El presidente no ha tenido la fuerza, ni la estatura para inspirar un cambio; muchos funcionarios siguen haciendo lo mismo y los nuevos no se dan cuenta de que algo malo está pasando en la administración, porque aún no terminan de entender cómo funciona el gobierno. La corrupción sigue y es más terrible, porque quien debe combatirla no sabe cómo hacerlo, o quien la ejercía, no lo ha dejado de hacer.

Entonces, estamos en el peor de los mundos, hay corrupción por ineficiencia o ineficiencia que provoca corrupción.

Algunos ejemplos: la extraña, opaca y hasta ridícula forma en que la maestra dueña de la escuela Rébsamen fue capturada o se entregó o fue engañada o quién sabe qué pasó.

La torpe manera en que se investigó la desaparición del joven universitario Norberto Ronquillo, que culminó con su muerte en Coyoacán.

El alta criminalidad en el transporte público en los límites de la CDMX y el Edomex, que ha causado ya varias muertes.

¿Por qué estos casos son muestra de corrupción?

No sabemos exactamente qué pasó con la dueña del Rébsamen, es un caso tan turbio en el que su propio abogado se negó a seguirla defendiendo; en medio de esta falta de claridad, está una “recompensa” de varios millones de pesos y el gobierno no ha explicado qué pasó con ese dinero.

En el caso del joven Norberto Ronquillo, su familia actuó rápido y de manera correcta, dio aviso al 911 de su desaparición, un ciudadano, reportó a la policía que había visto a unos hombres que sacaban a la fuerza a un joven de su auto para ingresarlo a otro.

Hoy se publica que hay investigaciones de un grupo criminal llamado “Las pelonas”, que existe desde 2015. ¿por qué sigue operando esta banda? ¿Por qué los policías han sido señalados como sospechosos? ¿Quién se tenía que hacer cargo de la investigación? ¿Para qué llamar al 911, si no se puede confiar en que se hagan bien las investigaciones?

En muchos de los crímenes que sufren usuarios del transporte público, hay videos, testimonios, testigos, muertos y …nadie hace nada. ¿Por qué? Ineficiencia o… corrupción.

Y así, la cadena, sube y sube. Hoy, publicó Carlos Loret que funcionarios de la Semarnat son “presionados” para que salga el dictamen que permita construir el aeropuerto de Santa Lucia.

Quizá no hay dinero de por medio, pero la sola “presión" ya se podría configurar como corrupción.

Lo mismo pasa con la refinería de Dos Bocas. ¿Acaso no es corrupción el tráfico de influencias? ¿Por qué se le encarga a la Secretaría del Medio Ambiente la construcción de una refinería, cuando ella no tiene experiencia en la construcción de nada? ¿No se va a prestar a corrupción que se compren, quién sabe qué materiales, para que la refinería sólo cueste 8 mil millones de pesos? Las mismas empresas que invitó el gobierno a una licitación para construirla,  dijeron que no se podía construir una refinería con esa cantidad de dinero. Sólo hay que ver la serie de Chernobyl, para comprender que ahorrar en complejos como estos, puede causar tragedias de nivel mundial.

Y entonces ¿qué está pasando? Lo pregunto porque hay cosas que no me hacen sentido. Si todos vemos que no cede la corrupción, si sentimos cada día más inseguridad, si las promesas de campaña no se han cumplido… ¿Por qué el presidente sigue con altos niveles de popularidad? ¿Acaso nos gusta vivir así? ¿Somos muy indolentes o nos gusta sufrir? ¿Le estamos dando más tiempo al presidente? ¿Cuánto más, un año, dos? ¿Cuánto tiempo más hasta que estemos de verdad enojados? Y cuando eso pase…. ¿Qué vamos a hacer? Ojalá no sea demasiado tarde.