La película Mad City, titulada en México como El Cuarto Poder, dirigida por el cineasta greco-francés Costa Gravas, nos acerca a la manera en la que la opinión pública se deja manipular por los medios de comunicación cuando el foco noticioso se centra en algún “personaje periodístico”, en este caso, en un guardia de seguridad que secuestra a unos niños en un museo tras ser despedido de su empleo.

En la historia, el personaje Sam Baily, interpretado por John Travolta, pasa en unas cuantas horas de villano a héroe y a villano nuevamente, gracias a la “asesoría” del reportero Max Brackett (Dustin Hoffman), convertido en publirrelacionista para tratar de empujar su carrera. Durante el desarrollo de los hechos, los reporteros de la Unión Americana entrevistan a vecinos y compañeros de trabajo de Sam, quienes emiten juicios sobre su persona y comportamiento sin apenas conocerlo. La película retrata la manera en la que los medios transforman la narrativa del “personaje periodístico” hasta transformarlo en un enorme show, que acaba en tragedia. En la película vemos fabulosos cameos de Larry King y Jay Leno, los máximos líderes de opinión en Estados Unidos y en el mundo durante los años 90.

Seguir las huellas de un “personaje periodístico” en los medios de comunicación y ahora con las redes sociales, implica situarnos en el foco y evolución del relato. Nos convertimos en automático en prosumers, es decir, consumidores y generadores de información por cada post que escribimos. Nuestros pensamientos en voz alta se transforman en automático en un juicio o sentencia que desata una discusión.

Esta semana, el “personaje periodístico” fue sin duda Karen Espíndola, una joven habitante de la Ciudad de México de 27 años de edad, y que su historia sobre una supuesta desaparición impactó en más de 26 millones de cuentas, generando una equivalencia publicitaria de más de 1,000 millones de pesos contando medios tradicionales, medios electrónicos, plataformas digitales y redes sociales, durante las pocas horas que duró su “desaparición”, su “aparición” y su salto a la opinión pública debido a los esfuerzos de Televisa.

A diferencia de otras personas que sí se encuentran desaparecidas desde hace más de 10 o 20 días en ciudades con focos rojos como Nuevo Laredo y Reynosa, Karen Espíndola tuvo apoyo de prácticamente toda la sociedad civil desde el mismo momento en que se emitió un twitt por parte de su hermano Daniel el pasado 4 de diciembre por la madrugada. En pocas horas, el hashtag #TeBuscamosKaren se volvió tendencia a nivel nacional gracias a medios de alto impacto como El Universal y SDP Noticias. En un mercado como el mexicano, elevar una historia a la categoría de tendencia no es posible sin la ayuda de agencias especializadas en marketing digital a muy altos precios.

Tras la aparición de Karen, la opinión pública transformó su empatía en antipatía no solo contra la joven, sino también hacia su familia. Sumado al gran debate feminista gracias a la impactante protesta “El Violador eres tú”, que ha dado la vuelta en toda Hispanoamérica, los calificativos hacia el “personaje periodístico” se han centrado en el engaño, la pasividad y la irresponsabilidad.

¿En qué categoría se colocará ahora el personaje de Karen Espíndola después de esta oleada? Esa será una decisión de ella y de su familia, pues ahora su existencia e imagen adquirirán un sentido muy complejo y que superada esta crisis, podría evolucionar hasta convertirse en una vocera más a favor de las víctimas verdaderas, tanto de desaparecidos como en los movimientos feministas que tanta falta hacen en el país. Por lo pronto, su entrevista controlada al exceso con Ana Pula Ordorica, en Foro TV, dan un pequeño guiño a lo que este personaje podría representar en el nuevo escenario mediático de México. Así de grande puede funcionar el poder de las redes sociales sumada a una campaña de marketing digital y en el cual, Ana Karen podría sumar las atenciones de otras mujeres y personas que realmente están en peligro.