Frente a la incertidumbre derivada de la emergencia sanitaria del coronavirus, el gobierno federal lanzó una serie de pronunciamientos de aplicación general que respaldarían las acciones de la Fase dos, que quedarían detalladas en un decreto presidencial que al paso de las horas se ha perdido en la incertidumbre, la inacción y la retórica hueca.

Al norte de nuestro país, el Congreso estadounidense y el presidente Donald Trump acordaron un paquete de estímulo masivo de 2 billones de dólares para hacer frente en todos los sectores a las consecuencias económicas del COVID-19.

Con ello plantea extender un apoyo extraordinario a los contribuyentes y a millones de compañías estadounidenses y extranjeras que han afectadas por los rápidos efectos de la pandemia, además de que contempla distribuir pagos únicos en efectivo a la mayoría de los estadounidenses en un esfuerzo por inundar la economía con dinero, dentro de un esquema legal que garantiza su efectividad.

El efecto fue tan contundente que la bolsa de Nueva York cerró con fuertes ganancias y el índice Dow Jones se disparó 11.37 por ciento, con lo que consolidó su mejor día desde 1933.

Antes, durante la mañanera, se confirmó que el país ingresó a la Fase dos de la emergencia por el coronavirus, lo que significa que el COVID-19 se puede propagar entre la población ya sin necesidad de contagio por alguien que haya llegado del extranjero. Ante el mayor riesgo, se pidió fortalecer el aislamiento social que implica suspensión de actividades no indispensables ni urgentes y se dijo que hay capacidad para atender el problema de salud.

Con relación a los efectos económicos y jurídicos derivados de la pandemia, el presidente López Obrador presentó una serie de anuncios insuficientes, imprecisos y carentes de una estrategia de operación, indispensable para construir certidumbre y seguridad nacional.

Informó que el gobierno federal dispone de un fondo del orden de 400 mil millones de pesos que se suman al presupuesto de gasto público, hasta ahora sin déficit, “que nos permite mantener todos los programas del bienestar, todos; nos permite tener recursos para enfrentar la caída de los precios del petróleo, al mismo tiempo que tomamos la decisión de bajar el precio de las gasolinas.”

Su plan de apoyo a la emergencia lo basó en que “la recaudación ha sido buena, ayer les decía yo, en lo que va del año con relación al año pasado tenemos una recaudación del siete por ciento, superior a lo obtenido el año pasado, son como 45 mil millones de pesos.

Y de plano anunció “que la gasolina no puede costar más de 17 pesos por litro”, aunque no precisó fechas.

Encarrerado, aseguró que tenemos “recursos para que continúe la construcción del aeropuerto (de Santa Lucía), para que continúe la construcción de caminos, de carreteras, el Plan del istmo, tenemos recursos para que continúe la reconstrucción de la refinería de Dos Bocas, tenemos recursos para financiar el Tren Maya, porque todo esto va a permitir crear empleos que se van a necesitar”.

En su visionario discurso prometió que “ya va a venir una etapa de recuperación económica. Les adelanto que en su momento vamos a otorgar créditos sin intereses o con tasas muy bajas a un millón de pequeños negocios, esto es para pequeño comercio, para fondas, taquerías, talleres, todo lo que va a resultar, desgraciadamente afectado por la crisis económica.”

Probablemente los detalles de su plan de acción se presentarán en un Decreto que prometió para que en el sector público y en el sector privado se les otorgue permiso a los adultos mayores para que puedan estar en sus casas con goce de sueldo y con todas las prestaciones, pero no mencionó a otros sectores vulnerables, a embarazadas y lactantes.

De las mujeres, dijo, “es conocido que sobre todo las hijas cuidan a los padres; los hombres podemos ser más desprendidos, pero las hijas están siempre pendientes…”.

Así, mientras en Estados Unidos se preparan para atender a miles de enfermos y millones de ciudadanos están en sus casas para evitar que el contagio por coronavirus rebase la capacidad de su red hospitalaria, el gobierno y el Congreso estableció un ambicioso programa para enfrentar la pandemia, ganar algunos votos y definir el rumbo de la economía global.

Trump ya dijo que "No podemos permitir que la cura sea peor que el problema" y agregó que dentro de 15 días "tomaremos una decisión sobre hacia dónde queremos ir", siendo que hace días minimizo el problema mundial.

En México los indicadores son persistentemente negativos y prevalece la expectativa de que la evolución estadounidense sea el motor que impulse nuestra economía y se piensa que, en función del sacrificio y la fortaleza del pueblo, vamos a salir adelante.

Y entonces se impone desde la mañana, como sentencia pastoral que “El pueblo de México es mucha pieza, está preparado para enfrentar cualquier adversidad.”

Así nomás.

@lusacevedop