1.- Emilio Lozoya se jugó la libertad al momento de dejar Rusia o Alemania, para refugiarse inexplicablemente en España, país que sí tiene un tratado de extradición expedito con México. ¿Fue una metida de pata suya o deja entrever cierto acuerdo secreto con las autoridades mexicanas?

2.- El abogado de Lozoya, Javier Coello, el otrora temido “Fiscal del Hierro”, ha dicho que su cliente “no se mandaba solo”. Es decir, tenia jefes, que a la sazón eran Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto, declaración que embona con lo expresado hace unos días por Alejandro Gertz Manero: “Lozoya es sólo la parte de un todo”. ¿Delatará Lozoya a sus antiguos jefes para evitar una larga condena o salvar así a sus familiares cercanos, comenzando por su mamá, Gilda Austin, ahora bajo arraigo domiciliario?

3.- Extrañamente, la defensa de Lozoya nunca ha negado las irregularidades del ex director de Pemex en Agronitrogenados y Fertinal (una posición legal que, de entrada, suele manejarse en este tipo de casos de peculado o cohecho). ¿Es un error de táctica del abogado Javier Coello o apunta más bien a una eventual salida negociada con el gobierno mexicano?

4.- Dicen las malas lenguas que Javier Coello es el abogado de Carlos Salinas de Gortari, así como Juan Collado (es curioso que sus siglas sean las mismas, JC), era el abogado de Enrique Peña Nieto (dudo mucho que lo siga siendo). ¿Hay una pugna soterrada entre ambos grupo de poder? ¿Quién entregará a quién?

5.- La mafia rusa (metida en la petrolera de su país) y los mandamases de Odebrecht operan de manera similar: protegen a sus socios hasta que les llega el agua al cuello. Cuando eso ocurre, purgan con medidas drásticas al testigo incómodo. ¿Quién resolverá primero el pacto roto de silencio? ¿Los mafiosas de Rusia o los de Odebrecht?