El éxito es un ratito

A una semana de cumplir 87 años (19 de mayo), Elena Poniatowska fue invitada a la mañanera tribuna del país (quiero pensar que la máxima sigue estando en el Congreso de la Unión, o que al menos sirve igual a legisladores y presidente una vez al año) y nos convidó un monólogo característico de una artista. Extraño, sí; personalísimo también, y por ello respetable.

Y es que Elenita —como le dicen sus amigos—, no lo olvidemos, es una artista. Total, hizo uso de la libertad de expresión en su muy particular forma y sin usar ni un solo epíteto descalificativo.

¿Me gustó su soliloquio? No, definitivamente no. Pero ella solo se puso sentimental el Día de las Madres. Puede ser que, entre la emoción, la vena artística, el momento, su reacción haya sido su consabido hablar. En fin, no estoy en sus zapatos y, ante todo, mis padres me enseñaron el respeto.

Tú levantas torbellinos a tu paso o el soy yo la que no me convengo 

En diversos momentos de su vida, Elenita se ha torpedeado sola. Ya fuera al recibir el Cervantes en España del entonces rey Juan Carlos, o con su negativa a cambiar La Noche de Tlatelolco, y tener que hacerlo por orden judicial.

O por ser la princesa que se llevó con el presidente neoliberal (Salinas de Gortari) y con la antítesis del primero (López Obrador) y no tener ningún inconveniente en ello.

¡Y vaya que levantó torbellinos su participación este pasado 10 de mayo! Las redes sociales en un acto de salvajismo injustificado, arreciaron contra Elena, fincándole ser beneficiaria del régimen y recibir dinero del mismo. No es cierto, ni ella ni la fundación que lleva su nombre, y que en estos momentos pasa por serias dificultades financieras, han recibido —aún— dinero de la actual administración. Ojalá sí lo obtengan (al igual que oreo puñado de asociaciones, organizaciones y fundaciones que me vienen a la mente y cuya labor es benéfica).

El verdadero torbellino que se pasa de soslayo fue la tardía reacción a lo señalado por el gran Luis González de Alba. Sin embargo, Elena no es cronista de hechos; la verdad es que es una novelista que altera la realidad bajo su propia óptica. 

Pero eso es ella; los críticos malsanos que se desbocaron en las redes, en cambio, no tienen justificación.

Pertenezco a México y a una vida nacional que se escribe todos los días y todos los días se borra, porque las hojas de papel de un periódico duran un día

Sí, Poniatowska puede ser señalada por ser veleta en lides políticas. Por cambiar de opinión y de ideologías, y no entender las implicaciones que eso conlleva. (Seamos sinceros, ¿qué figura pública en México, ya no se diga en el mundo, no lo ha hecho?)

Pero todo lo anterior no es justificante ni razón para que le hayan tundido como lo fue en las redes y más, levantándole un libelo digno de alguna novela.

Reitero, no voté por López Obrador y no soy fan de sus mañaneras, pero si le da el micrófono a una artista, sé que la “función” tomará otros derroteros. La palestra presidencial, hizo que su participación rayara en lo extraño, por decir lo menos. Por ende, la pregunta debería cambiar: ¿requerimos artistas en las mañaneras o estrategas?

El Distrito Federal es una ciudad que tiene origen de quimera, sacada del agua, levantada sobre agua. Los mexicanos viven sobre lo inestable, trampa, marisma y pantano a la vez. Aquí lo real y lo irreal se confunden

Y así se confundió ella, hablando con sus recuerdos. Con su madre ausente. Así se confundieron todos los que le insultaron en las redes, sin tener los verdaderos datos a la mano. Siendo un reflejo de quienes critican del otro espectro ideológico.

Tal vez esas trampas de marisma hacen que nos confundamos en la crítica, olvidemos checar los datos y se ataque a una escritora, cuando hay una realidad la cual sí debemos conocer y discutir.

Háblales de tú a las estrellas

Conocí a Elena Poniatowska por sus libros y sus crónicas, algunas veces en casa de mis papás. Y aunque no comparto su fervor ideológico, entiendo que no es denostando su palabra como conseguiremos un México menos violento