Este año se llevarán a cabo en Estados Unidos, las contiendas electorales donde se elegirá al Presidente, Vicepresidente, senadores, así como algunos gobernadores y legisladores. En esta ocasión, el actual presidente, Barack Obama, se podrá reelegir por única ocasión, de acuerdo con las leyes electorales que rigen a ese país.

            En este caso, el Presidente Obama cumple su primer periodo presidencial, y se postula como candidato a reelección por el Partido Demócrata, mismo con el que ganó en el 2008, cuando derrotó a Mc Cain, por el Partido Republicano, después de que George Bush cumpliera sus dos periodos consecutivos en la Casa Blanca.

            En ese año, Obama ganó junto con su partido, la mayoría de legisladores en las Cámaras, convenciendo al electorado con la promesa de una reforma estructural desde Washington. Uno de los factores que más ayudó a la alternancia en el poder, fue la crisis que azotaba a Estados Unidos durante los últimos meses del anterior gobierno. Esto sirvió para que el candidato demócrata propusiera estímulos económicos para no afectar a la clase media, que es el grueso de población, así como reformar la política de impuestos.

            Barack Obama no sólo ganó la alternancia y un porcentaje sorprendentemente alto en aceptación, no sólo de la población en general, sino de la clase empresarial mundial, también ganó una mayoría aplastante demócrata de legisladores, que por supuesto, facilitarían el trabajo de iniciativas y reformas que propusiera el nuevo presidente.

            Sin embargo, muchos de los analistas y líderes de opinión de los últimos años, han señalado que los principales objetivos prometidos en campaña, no han sido cumplidos, incluso hasta lo han tachado de incongruente con las acciones que ha llevado a cabo.

            Tenía en sus manos muchas decisiones que estaban pendientes desde principios de la década pasada, como la guerra en Asia, que fue vista por la población como un desperdicio de dinero y grandes pérdidas humanas, en lugar de ganancias. Las pérdidas económicas fueron señaladas sin sustento, pues el principal objetivo de las operaciones militares fue el beneficio petrolero que podría tener Estados Unidos. Finalmente se dio un golpe mediático que mantendría a la población contenta y del lado del presidente nuevamente, con el asesinato de Osama Bin Laden. Incluso ascendió en las gráficas el nivel de popularidad y aceptación del primer mandatario con esta noticia, esto después de que se haya visto afectado por el fracaso de las reformas propuestas en materia doméstica y social.

            Los logros inmediatos del presidente actual, sólo se vieron al principio de administración, cuando anunció la reducción de impuestos y un paquete de estímulos económicos, de cara a la crisis mundial que, presumió, afectaba a la mayoría de los países en el mundo, principalmente a los americanos, y que Estados Unidos estaba sacando delante de manera exitosa.

            Pese a los logros, en las elecciones intermedias de hace dos años, bajó considerablemente el número de los congresistas demócratas, dejando las decisiones en manos de los republicanos, quienes ya venían forjando una campaña de desprecio contra los fallidos logros de Obama. La presencia de los republicanos en las Cámaras, dificultó aún más el trabajo del mandatario norte americano, debilitando la estructura e imagen de esperanza, y cambio que los estadounidenses esperaban y apoyaban hace apenas cuatro años en las urnas.

            En este contexto situamos las elecciones presidenciales de este año, donde los vecinos norteños elegirán, entre el primer presidente negro que ha tenido aciertos, pero también fracasos acentuados por la oposición, y un republicano que todavía no está listo, y donde algunos de los pre candidatos, están envueltos en escándalos y dudas. Lo cierto es que pinta para ser una de las elecciones más cerradas de los últimos años, comparada incluso con la de Al Gore.

            Tampoco hay que dejar atrás a los candidatos independientes, que según se ha visto en la tradición electoral, son pieza clave para el triunfo de uno u otro candidato de los dos principales partidos.

           

            Mitt Rommey es un nombre obligado cuando hablamos de los posibles candidatos que pueden vencer a Obama. Según las encuestas actuales, Rommey podría vencer al actual presidente sin dificultad, aunque con un porcentaje no tan amplio.

            El ex gobernador de Massachusetts, ha sido uno de los precandidatos con mayor cobertura mediática, y es que pretende ganarse al electorado hispano, sector decisivo en las elecciones por su enorme presencia, incluso dando discursos en un español mal hablado. Pero esta imagen estuvo a punto de ser contraproducente, cuando se sacó a la luz su posicionamiento anti migrante en años anteriores, pese a que tiene raíces mexicanas. No siendo suficiente, negó tener vínculos familiares en México, aunque es sabido que su padre nació en Chihuahua, que tenía un rancho que aún existe, y que todos sus familiares directos viven actualmente en esa ciudad.

            Algunos vecinos de la comunidad mormona chihuahuita, donde creció el padre del pre candidato, afirman incluso que Mitt estudió los primeros años de la escuela en México, y que es conocido por todos sus primos, entre los que están los apellidados Le Barón, activistas sociales que figuran a lado de Javier Sicilia.

            Pese a estos escándalos, Rommey es el favorito por los ciudadanos de tendencia republicana, por ser el menos radical, y más liberal de sus compañeros contendientes.

            Cual sea la forma en que se desarrolle la campaña de los presidenciables, se tiene que tomar en cuenta a la población hispana, que es la que tiene la última palabra en las urnas, y que en estos días no está muy contenta con la presente administración, y su incumplimiento de reformas migratorias. De hecho en este periodo presidencial, se llevaron a cabo más deportaciones de inmigrantes ilegales, que en la administración de Bush.

            El desempleo, pese a los rescates anti crisis que se han propuesto, ha crecido de manera significativa, principalmente en la clase baja media, donde el sector de afro americanos son los que más reclaman y alzan la voz. No hay que hacer caso omiso de este sector, minoría que hizo llegar a la presidencia al actual mandatario.

            En los últimos meses la cooperación con México y el combate al narco tráfico, ha ocupado las mesas de debate de políticos, y de la opinión pública en general. Muchos se preguntan qué pasará con esta política tan controversial, especialmente ahorita que el presidente mandó a las Cámaras una solicitud para mandar un apoyo millonario para México como parte del programa del Iniciativa Mérida. Esta preocupación se ha acentuado por el cambio de poderes en México que aún no queda claro. Sobre esto, la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, dijo que no importa quién gane la presidencia mexicana, pues los apoyos  se aprueban con legislaciones de su país, y no cree que haya un cambio de decisiones por el nuevo presidente de México.

            El crecimiento económico de los Estados Unidos se ha visto muy reducido en los últimos años, por lo que tiene que ser solucionado por la siguiente administración, con propuestas más cercanas y concretas en cuanto al manejo del dinero y la relación con las empresas.

            Ciertamente, Obama tiene un trabajo difícil de convencimiento por sus números bajos, y la amenaza republicana es cada vez más latente.

            Lo seguro, es que ganará el que haga propuestas claras y concisas sobre los puntos que más aquejan e importan a la población, que son los que antes mencioné y que más afectan en el día a día a los estadounidenses.

            ¿Demócratas o republicanos? Ya lo veremos este 4 de noviembre.