¿Hay o no hay un gasolinazo? El pasado 16 de noviembre la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas) lanzó una amenaza: para enero del próximo año, el litro de gasolina Magna y Premium subirá hasta 20 y 23 pesos, con un aumento promedio de 22.17% y 25.88%; frente a su precio (hace poco menos de tres meses) de 16.37 y 18.27 pesos por litro, respectivamente.

Hoy la gasolina no ha llegado a ese precio, pero va con buen ritmo para hacerlo. La mañana de este domingo 4 de febrero el litro de Magna cuesta 17.72 pesos y de Premium 19.41.

Es decir, en el mes de enero subió casi un centavo, a veces dos, todos los días; la tendencia es que, para el 15 de febrero estaremos con una magna de 18 pesos y para abril se cumplirá la profecía de Pablo González, presidente de Amegas.

Entonces, sí hay gasolinazo. Si nos atenemos al crecimiento del negocio, cuatro meses de espera no es mucho para tener un aumento de casi 25 por ciento en cuatro meses, esto es un muy buen negocio, para los gasolineros.

¿Qué futuro nos espera con los candidatos a la presidencia?

En el supuesto de que ganara José Antonio Meade, se esperaría una continuidad, es decir para cuando el candidato del PRI tome posesión -en diciembre de este año- la gasolina podría costar alrededor de 30 pesos el litro, por lo llenar un tanque nos costará alrededor de 150 y 200 pesos más de lo que gastamos hoy.

Todo esto en menos de 11 meses. Lo cual provocará una escalada de precios que va a poner en problemas su campaña en este momento débil. ¿Qué podría hacer Meade? Buscar un pacto con los gasolineros para topar el precio, aunque, si lo logra, no podrá mantener este pacto para siempre; el libre mercado le va a ganar... de una u otra forma la gasolina va a subir.

Otra acción que podría salvarlo es fomentar una verdadera competencia en donde hubiera actores que tuvieran costos competitivos, lo malo es que éstos no serán mexicanos o no en su mayoría, por lo que las gasolineras de Pemex son las que van a perder.

Meade es economista y hasta ahora ha sido un buen funcionario, si pudiera tener el apoyo del Congreso, quizá pudiera lograr algún esquema que salve nuestras finanzas o, mejor aún, tener éxito en lo que se prometió al aprobarse las reformas estructurales: que bajen el precio de las gasolinas, el gas y la energía eléctrica.

 Si fuera Ricardo Anaya, aspirante del Frente, quién llegara a la Presidencia el panorama sería igual, pero a la luz de las investigaciones de El Universal y Proceso el candidato queretano buscaría hacer un negocio con los hidrocarburos para su beneficio.

Ya ha demostrado que le gusta hacer negocios al amparo del poder. De esta manera no sería raro que Anaya hiciera un esquema como el de su negocio familiar: un prestanombres y luego ganar millones de pesos en beneficio propio.

¿Y los perredistas? Pues tendrían que aprobar y apoyar las reformas que Anaya proponga para enriquecerse personalmente.

Si ganara AMLO, la cosa sería quizá más problemática. Si bien el candidato de Morena ha dicho que quitará las reformas, prometerlo y hacerlo son dos cosas diferentes.

Las reformas son constitucionales y sólo si lograra una ventaja en el legislativo podría revertirlas, pero si no obtiene mayoría en las Cámaras, como parece que sucederá, tendrá que negociar con las otras fuerzas políticas y creo que no podrá hacerlo ya sea por el revanchismo político o porque los otros actores políticos buscaran ser lo más molestos posibles a su presidencia.

Además hay varios compromisos internacionales firmados por el gobierno actual y si se desconocen o se rompen hay sanciones. No creo que López Obrador quiera ser un suicida en su presidencia así que tendrá que respetarlos.

En el mejor de los casos, si ganara el tabasqueño, el cambio tendrá que ser gradual, pero la descomposición y el enojo será igual o peor por los enfrentamientos políticos y las acusaciones mutuas de todos los bandos.

Por supuesto, queda la opción de la mesura y la negociación política. Ahí se probará la templanza y el valor político de Andrés Manuel.

Hay que esperar a las propuestas de los candidatos en esta materia, que a la larga será la más importante en los próximos años. ¿Cómo logrará Meade o Anaya que bajen las diversas formas de energía sin ser populistas? ¿Regresaremos a un esquema Cardenista si gana AMLO?

Lo que sí es seguro es que no va a ser fácil; este año vamos a pagar una gasolina cara, habrá inflación, subirán más las tasas de interés, el gas y la electricidad; estos factores definirán nuestro voto.

Ahora más que nunca debemos poner atención y exigir que las propuestas de los candidatos también señalen los plazos en que podrían verse cristalizadas. El actual presidente, Enrique Peña Nieto, prometió que con la reforma energética bajarían el gas, la luz y la gasolina y a unos meses de que concluya su mandato nada de eso se ha consolidado.

Cada día creemos menos en las promesas, será Meade, Anaya o Andrés los que nos deben convencer con hechos, plazos y formas claras.